¿Hay un “Milei” peruano?

Hace más de veinte años, cuando estudiaba en Bogotá, recuerdo mucho que mis amigos colombianos se afanaban diciéndome “aquí en Colombia necesitamos un Fujimori”. Era una referencia común, que luego en cierta medida se convirtió en realidad cuando llegó al poder Álvaro Uribe. Años después, se hizo usual que en otros países también se señalara que “necesitaban un Uribe”. Hechos concretos fueron los gatilladores de esas referencias, tanto la de Fujimori, como la de Uribe: controlar al terrorismo y la guerrilla, hacer reformas profundas en lo económico –inmensamente populares sobre todo en los sectores económicamente menos favorecidos– y, sobre todo, generar condiciones para la inversión privada con la cuota de trabajo que eso genera.

Las angustias de hoy hacen que algunos compatriotas afirmen que “necesitamos un Javier Milei”. Y a partir de allí, otros se preguntan “¿quién es, quién sería el Milei peruano? Lo mismo sucede a raíz de las preocupaciones en seguridad con otro político, el presidente salvadoreño Nayib Bukele. Luego de una balacera es usual oír el comentario “necesitamos un Bukele”. Es lógico que así suceda, pues las referencias son más eficaces cuando son contemporáneas, y Milei y Bukele son personajes de nuestro tiempo.

En esta oportunidad me referiré a Javier Milei. Hasta ahora es innegable que se ha convertido en un fenómeno político argentino. Sus orígenes están en la televisión, hace ocho años, como panelista sistemático de importantes programas de análisis. Es decir, tiene un origen similar a alguien que está en sus antípodas ideológicas: Pablo Iglesias, el líder del progresismo español.

Sin embargo, Milei aún no se ha convertido en presidente de la República argentina ni tiene, aparte de su verbo y temperamento, mucho que demostrar para que se convierta en el motivo de la pregunta ¿quién es el Milei peruano? No exageremos, en la medida que las elecciones que vienen son muy competitivas y la ausencia de aparato, es decir un partido consolidado, podría pasarle una factura muy onerosa. Considero que, para no dejar esa pregunta sin respuesta, deberíamos, de todos los atributos que han llevado a Milei a la posición que ostenta, tomar uno, uno solo, el más característico, que lo ha catapultado a su reciente triunfo. Y allí, está clarísimo, el núcleo de su éxito: ser de oposición. Una oposición feroz y militante, cuestionadora y agresiva, que no le da descanso al presidente Alberto Fernández.

En nuestro país, las luchas son ambiguas, en redes sociales, y hasta son tercerizadas por el temor a la polémica o al enfrentamiento, cosa que no sucede con Milei. Pero lo más dramático: en el Perú de estos días no hay una oposición consistente ni un liderazgo absoluto en ese espacio. La clase política, en su inmensa mayoría, aplaude a la presidenta Boluarte. Ese solo hecho responderá, con el vacío, a la pregunta  ¿quién es el Milei peruano?