La izquierda progresista, la llamada izquierda caviar y sectores del c...
Una vez más la izquierda progresista y sectores del comunismo ortodoxo han confluido para intentar asaltar el poder construyendo una serie de narrativas y relatos sin asidero en la realidad. No obstante que durante dos años solicitaron la vacancia de Dina Boluarte, hoy que se ha producido el acontecimiento y se ha designado a José Jerí como jefe de Estado –en su calidad de titular del Legislativo– promueven abiertamente otra vacancia sin importarles el destino de la institucionalidad y el Estado de derecho.
Para promover su estrategia golpista inventan una serie de mentiras y acusaciones que, en cualquier caso, deberían investigarse luego del final de mandato de Jerí en julio del 2026, tal como lo establece la Constitución Política. Decimos mentiras porque se acusa a Jerí de estar inmerso en una investigación muy delicada que ya fue archivada mediante pruebas científicas. ¿Por qué los sectores progresistas continúan con las difamaciones? En realidad, la única respuesta está en su vocación leninista de asaltar el poder; es decir, producir la renuncia de Jerí, arrinconar a las instituciones y al Congreso e imponer en la conducción del Estado a representantes de las minorías. Incluso se han planteado nombres.
Ante esta situación los peruanos de buena voluntad, los demócratas del Perú, la civilidad y las instituciones del Estado de derecho, las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad deben formar un solo puño para enfrentar la estrategia golpista que pretende desatar la anarquía en el Perú. Si algún sector de la centro derecha está dudando en la urgencia de confrontar con firmeza la estrategia golpista de la izquierda –tal como sucedió con el golpe de masas en contra del gobierno constitucional de Manuel Merino–, entonces, debería retirarse definitivamente de la política o pasarse a las filas de las izquierdas golpistas. No hay espacio para la duda.
Si en el Perú se perpetrara una nueva vacancia, cualquier logro o épica conseguida frente al golpe de Pedro Castillo y la violencia insurreccional del golpe fallido del eje bolivariano –que se propuso quemar aeropuertos y bloquear carreteras con el objeto de quebrar la economía y la moral nacional para convocar una asamblea constituyente– no tendría sentido. Con un nuevo golpe de la izquierda el Perú entraría una fase de anarquía que solo favorecería a los proyectos antisistema en su objetivo de instalar una constituyente y terminaría liquidando la resistencia del modelo económico y el papel constructivo del BCR, que siguen empujando la economía pese a la endémica crisis política.
A pesar de que la sociedad cometió el peor error que suelen cometer los países, elegir al peor y al menos preparado – es decir, elegir a Pedro Castillo– y no obstante haber enfrentado una de las insurrecciones más feroces en la región, el Perú ha logrado mantener las columnas principales de sus sistema institucional y económico. Algo que, por ejemplo, no han podido hacer ni Venezuela ni Bolivia, Y aquí lo hemos logrado a pesar de la fragmentación y destrucción del sistema político que promovió el progresismo.
En esta gesta, en esta épica, mal que bien, las bancadas de la centro derecha tuvieron un papel protagónico, el sector político que hoy tienen la responsabilidad de enfrentar el nuevo intento golpista de la izquierda (vale recordar el cierre inconstitucional del Congreso de Martín Vizcarra, el golpe de masas contra el gobierno constitucional de Manuel Merino y el golpe fallido de Castillo).
El gobierno del presidente Jerí, en convergencia con las bancadas democráticas, con los peruanos de buena voluntad, con las fuerzas armadas, la policía nacional del Perú (PNP), las instituciones del sistema de justicia, tienen la responsabilidad de derrotar el nuevo intento golpista de la izquierda. De esta manera se garantizará el desarrollo impecable de las nuevas elecciones y continuará la reactivación económica del país.
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