Jorge Varela

Desde y hacia la racionalidad de derecha

Un caso de renovación conservadora

Desde y hacia la racionalidad de derecha
Jorge Varela
02 de diciembre del 2025

 

En Chile los vientos políticos están avanzando claramente en una dirección contraria a la de los últimos años. ¿Será efecto del controvertido cambio climático cultural-social en un territorio volcánico acostumbrado a soportar movimientos telúricos, donde los huracanes y tifones son menores? En este sentido es imposible formular de forma cínica esa pregunta culpable que varios dirigentes de izquierda repiten angustiados: ¿qué hicimos mal para que se nos viniera la tormenta? La pregunta precisa sería la siguiente: ¿dónde se encuentra el origen de esta secuencia de ráfagas furiosas? ¿Será que los agitadores de vientos pertenecen a una dimensión desconocida y ni siquiera se han percatado? ¿O será que varios ‘ingenuos aparentes’ prefieren ser calificados cómo imbéciles antes que cargar el peso de sus culpas? 

 

Crisis de repugnancia

Tuvo que transcurrir un tiempo para que comenzara a sentirse la fuerza de este fenómeno de corrientes turbulentas cuya velocidad, duración y efectos dependen inexorablemente de factores cuyo manejo es complejo. Ciertos analistas anticiparon hace algunas ventoleras la inminencia de una crisis huracanada de relevancia. 

Con certeza nos parece que se trata de una crisis de repugnancia. De repugnancia contra quienes aferrándose a la cima del poder no supieron ni han sabido proteger y resguardar con eficacia a la población. Ahora que la fuerza incontenible del viento limpio y furioso no los deja ni respirar tranquilos, se han puesto a pontificar al igual que determinados sociólogos y académicos desvencijados que cada vez que pueden recurren a las viejas soluciones de archivo de Marx, Lenin, Schumpeter, Gramsci, Laclau, García Linera y otros; recetas nocivas que situaron a Chile en la senda peligrosa de la erosión democrática: a punto de quiebre.

 

Orígenes de la involución cultural-ideológica

La involución cultural-ideológica que actualmente asfixia a la sociedad chilena no es patrimonio de las derechas, a éstas llegó como si fuese un flujo oculto generado por mareas interiores que comenzaron a agitarse en el fondo del océano convulso y contaminante de las izquierdas radicalizadas. Hoy cuando la tormenta no ha amainado y amenaza con barrerlas del territorio, sus cabezas dirigentes procuran capear el temporal levantando toldos livianos de color rojizo para guarecerse. Este desastre político-cultural del progresismo wokista que las afecta en diversos lugares del globo es también, el factor causante del renacer del pensamiento que hoy orienta la creciente renovación conservadora.

 

Un caso de renovación conservadora 

En México la llamada renovación del Partido Acción Nacional -colectividad que gobernó a través de Vicente Fox y Felipe Calderón entre 2000 y 2012-, ha sido leída como una muestra de adaptabilidad estratégica. Lo relevante no es el término de su alianza con el viejo PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el llamado a reabrir la afiliación, sino la definición de determinadas líneas de acción significativas. Entre éstas, la reafirmación identitaria: “Patria, familia y libertad”; un lema que no es una consigna vacía y torpe, sino una fórmula que resume el contenido doctrinario profundo del humanismo cristiano.

Otra línea de acción es la territorial. En lugar de concentrarse en la disputa presidencial, el PAN ha entendido que la clave radica en la conquista de la calle: es una lección que sus dirigentes parecen haber aprendido. Lo fundamental es que se imponga el sentido común en las tareas que deberán emprender; entre ellas, -la más importante-, la de extirpar el poder del narco aliado con la mafia política corrupta que gobierna al país del Norte.

En una atmósfera política dominada por narrativas extraviadas que apelan a contravalores morales y símbolos populistas corroídos, el PAN ha reformulado –en la lógica de su identidad cristiana y democrática– una visión coherente desde y hacia la racionalidad de derecha con espíritu convocante y no excluyente. Se trata de una estrategia inteligente que está funcionando en otras áreas del planeta. Aunque el riesgo es claro: una definición identitaria distinta podría postergar el crecimiento orgánico del partido (y favorecer la polarización social). En un sistema institucional que decae, donde el gobernante Morena (Movimiento de la Revolución Nacional) domina con impronta autoritaria el tablero, diferenciarse desde la identidad conservadora es deseable, necesario y esperanzador. 

 

Conservadurismo cristiano nacional y popular

El conservadurismo no tiene por qué confundirse con la imposición de formas autoritarias descontroladas o iliberales a ultranza. Hoy la transgresión y regulación de libertades personales no pasa por la llamada vereda conservadora. Recuperar el orden público y la senda del crecimiento, concentrarse en mejorar la gestión pública, combatir la corrupción, son todos objetivos absolutamente compatibles con un gobierno de mayoría, -ordenado, disciplinado, racional-, en el cual la inspiración nacionalista y populista de base cristiana haya sido convocada para fortalecer el alma de la Patria, enaltecer el valor de la familia y el vigor del sistema democrático-humanista. 

Jorge Varela
02 de diciembre del 2025

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