Manuel Gago
La vergüenza es exclusivamente de la izquierda
Avaló a los cuatro expresidentes que hoy están presos
Dicen que los cuatro expresidentes de la República encarcelados avergüenzan al país. La izquierda, que los promocionó e hizo a mucha gente votar por ellos, pretende transferir su irresponsabilidad al resto del país.
Usted no puede estar avergonzado si no votó por Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Martín Vizcarra, Pedro Castillo e incluso Pedro Pablo Kuczinsky. La vergüenza es del 18.925% de electores que votaron por Castillo en primera vuelta el 2021 y de ese 50.126% que, en la segunda vuelta (con un 25.43% de abstenciones), avaló con su voto el fraude cometido, como en anteriores elecciones.
La vergüenza mayor es del entonces Jurado Nacional de Elecciones por inscribir la plancha presidencial incompleta de Perú Libre, y de la ONPE por no mostrar el padrón de electores y no desmentir –según se denunció– la existencia de actas adulteradas que fueron contabilizadas. Me consta una de ellas: los votos de Rafael López Aliaga fueron transferidos a Somos Perú, partido con Vizcarra candidato al Congreso de la República.
La vergüenza es de los socialistas y progresistas encaramados en el poder desde el Gobierno de Valentín Paniagua. Con Alejandro Toledo ellos desmontaron todo lo avanzado contra el terrorismo. Liberaron a senderistas y emerretistas encarcelados y hasta les pagaron. Además son autores de la tramitología estatal que todo lo detiene y todo lo hace susceptible de ser corrompido. Por ellos, los clubes de la construcción se adueñaron de las obras y las dejaron inconclusas, mal hechas, con adendas y llevadas a juzgados comerciales, esquema mafioso para robarle al país. Por asesorías, consultorías y publicidad estatal ellos festinaron los presupuestos nacionales. El lema “El miedo se acabó” sirvió a supuestos sindicatos de construcción civil para asaltar obras por cupos y puestos de trabajo para sus “afiliados”. Allí nació la extorsión organizada.
La vergüenza es de los que prometieron “gas barato” sabiendo que era mentira, de los que frenaron el avance de las inversiones mineras con la cantaleta “agua sí, oro no” y de los que impulsaron programas sociales con el fin de aumentar la burocracia. La “niña de los ojos” de Humala no redujo la pobreza, ni el maltrato femenino, ni la anemia, que afecta gravemente a los niños.
La vergüenza es de los pepekausas. El hashtag de campaña “El recreo se acabó” fue otro engaño más. Nos dejaron a Martín Vizcarra, al falso exitoso presidente regional de Moquegua que, se decía, había puesto a Moquegua primero en avance educativo. ¡Mentira! Ese avance fue gracias al apoyo de la mina Cuajone por los programas sociales de Southern Perú. Vizcarra, el ahora sentenciado por corrupción, se reunió a escondidas con autoridades arequipeñas para bloquear el proyecto Tía María.
Mientras el manejo político de la pandemia lucía “exitoso” y las clases medias limeñas aplaudían a Vizcarra sintiéndolo como un padre protector, más de 200,000 peruanos morían. Por entonces, los medios independientes informaban sobre las coimas entregadas a Vizcarra siendo presidente regional.
La vergüenza es quienes sabiendo quien era Pedro Castillo votaron por él y se alistaron en su gobierno vinculado con el Movadef, el brazo político de Sendero Luminoso. La vergüenza es de ciertos gremios empresariales que se quedaron mudos mientras muchos protestaban en las calles.
















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