Perú: el gran reto de cubrir las brechas

Estamos próximos a elegir nuevas autoridades en dos poderes del Estado: el Ejecutivo y el Legislativo. Lo primero que podemos advertir es que es probable que se repita la historia de un Congreso fraccionado. Nuestra clase política aún no aprende a tender puentes ni a dialogar para construir una agenda común, más allá de intereses propios. Estos intereses suelen estar ligados a posiciones ideológicas o a grupos de poder que financian campañas, así como a sectores sociales que buscan derechos que, para ellos, no son tomados en cuenta.

¿Pero realmente esa es la agenda que deben presentar los candidatos en esta nueva campaña electoral? En principio, existen temas de primer orden que todos los candidatos abordarán: seguridad ciudadana, crecimiento económico y empleo para todos los peruanos. Esto es especialmente urgente para la juventud, un sector importante que hoy no trabaja ni estudia y termina en la informalidad.

¿Qué otros temas deberían incorporarse y en qué orden? En segundo lugar, considero que deben figurar la educación, la salud y la tecnología. No basta con proponer qué hacer, sino cómo hacerlo. Muchos candidatos no cuentan con equipos técnicos capaces de elaborar propuestas serias y acertadas.

La educación debe entenderse como la piedra fundamental de nuestro desarrollo. Los candidatos deberían explicar cómo enfrentarán la gran deserción escolar, que afecta a cerca de un millón de estudiantes. Muchos dejan las aulas por diversas razones y terminan involucrados en actividades delictivas o en la informalidad. Este es solo uno de los problemas. También existe un exceso de profesionales sin oportunidades debido a un enfoque educativo demasiado industrialista.

En salud se necesita una política pública que incluya prevención, salud digital e investigación. Además, hace falta mejorar la infraestructura, el capital humano y el abastecimiento de medicinas de calidad. Todo ello debe estar al alcance de todos los peruanos.

En tecnología, aunque el Estado ha legislado para promover la inteligencia artificial, aún faltan parques tecnológicos y productos terminados. Una vía inicial podría ser el offshoring con empresas asiáticas dispuestas a compartir parte de su producción. Si a esto se suman zonas económicas especiales privadas, el Perú podría reducir brechas de pobreza, fortalecer el capital humano y generar más empleo.

En tercer lugar, las organizaciones políticas que aspiran a gobernar deben entender que sin un adecuado equipamiento en defensa, infraestructura moderna y reformas institucionales, el país no podrá consolidarse. La disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica deben mantenerse, pero no son suficientes.

Nuestras Fuerzas Armadas requieren nuevas capacidades. Es necesario adquirir aviones, armamento de primer nivel y equipos para enfrentar el narcotráfico y mejorar el control de fronteras. La disuasión garantiza la paz.

También necesitamos un boom de infraestructura, pero eso exige como condición básica desregular el Estado. Según investigaciones del Banco Mundial, crear una Mype demora tres días en Brasil. Mientras que en el Perú toma 234 días. Esto desincentiva la inversión nacional y extranjera. Urge una reforma que permita construir puentes, carreteras y puertos, conectividad que dará frutos si se mira hacia el futuro. Un país desconectado no puede aspirar a un progreso sostenido.

Las reformas institucionales también son indispensables. El Poder Judicial, el Ministerio Público, varios ministerios sin capacidad para la ejecución de sus presupuestos y gobiernos regionales anacrónicos ideologizados y carentes de personas preparadas para los cargos públicos también frenan el desarrollo. Hoy más que nunca se necesita unidad y diálogo entre todas las fuerzas políticas. El enfoque debe dejar de ser ideológico y orientarse a crear círculos virtuosos en la administración pública, con una dosis de pragmatismo. 

Esperemos que la próxima administración entienda que gobernar no consiste solo en colocarse la banda el 28 de julio de 2026. Se trata de asumir un trabajo que permita reducir las brechas que los peruanos anhelamos cerrar. Después de todo, nos lo merecemos.