Editorial Política

Vizcarra y Castillo: Dos caras de la misma moneda

La indisoluble relación de ambos en la reciente crisis nacional

Vizcarra y Castillo: Dos caras de la misma moneda
  • 01 de diciembre del 2025

 

Martín Vizcarra y Pedro Castillo acaban de ser condenados y, al margen de las consideraciones penales y la acumulación de hechos en contra, nos gustaría señalar una relación de causa y efecto en el ejercicio del poder de ambos ex jefes de Estado. A nuestro entender, sin el gobierno de Martín Vizcarra sería imposible explicar la llegada al poder de Pedro Castillo. Y si las cosas sucedieron de esa manera, entonces, es fundamental analizar a profundidad.

Al margen de los yerros del fujimorismo en la oposición al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, es incuestionable que la administración de Vizcarra tuvo un resultado capital: destruir el sistema político realmente existente y a los supérstites políticos que contenían el avance del antisistema en el Perú. ¿Cómo era posible que el régimen vizcarrista apostará a fortalecer las propuestas antisistema? Quizá no se trataba de una apuesta consciente, pero en el afán de atornillarse en el poder en el mediano y largo plazo se tenía que destruir el liderazgo de Alan García y el protagonismo de Keiko Fujimori y Fuerza Popular en las elecciones nacionales de entonces.

Como todos sabemos, en la judicialización política de García y Keiko se escribieron las páginas más oscuras de la polarización política y la eliminación de los rivales políticos. Algo muy grave se quebró en las formas y tradiciones políticas desde entonces hasta hoy, que ha convertido el diálogo y los intercambios casi en imposibles.

Para implementar el objetivo de neutralizar a los adversarios Vizcarra convocó al referendo en el que –al margen de las estrategias del control del sistema de justicia– se buscó en extremo debilitar el papel de los partidos políticos. Y en base a ese mismo impulso, se desencadenó el cierre inconstitucional del Congreso. Se invocó “la denegación fáctica de confianza”, una figura que no existe en la Constitución Política, y se procedió a disolver el Legislativo.

Una de las cosas más llamativas de este proceso es que Vizcarra llegó a controlar políticamente el Ministerio Público, el sistema de justicia, el Tribunal Constitucional, las fuerzas armadas y la policía nacional. Sin embargo, sus acciones tuvieron un gran respaldo popular.

La llamada izquierda progresista o caviar se subió al carro vizcarrista y los intelectuales y políticos del señalado sector se convirtieron “en los pensadores” del proceso político en curso. Siempre será difícil dilucidar si Vizcarra fue únicamente el autor de estos despropósitos o si la izquierda progresista lo convirtió en instrumento de una estratagema. Al margen de cualquier especulación, entre el moqueguano y la izquierda caviar hubo una simbiosis que ha durado hasta la reciente condena penal.

El llamado vizcarrismo entonces materializó el arrinconamiento de los políticos y movimientos –bastante debilitados entonces- que habían contenido al antisistema hasta ese momento. García le ganó al Ollanta Humala del polo rojo directamente vinculado con Hugo Chávez y, en la siguiente elección, el protagonismo de Keiko en la segunda ronda posibilitó que el segundo Humala virara hacia la llamada Hoja de Ruta promovida por Mario Vargas Llosa.

Si se eliminan a los políticos y organizaciones anticomunistas, ¿qué puede suceder en una sociedad? Es evidente que si el colectivismo y el antisistema no encuentra férrea resistencia, entonces, resulta absolutamente posible y lógico que Castillo llegue al poder, a pesar de ser el menos preparado y de anunciar barbaridades que luego perpetró.

En este contexto, ¿es posible imaginar el triunfo de Castillo sin Vizcarra o la movilización del antivoto de la izquierda caviar? No parece posible. Entre Vizcarra y Castillo, pues, existen relaciones indisolubles y forman parte de un mismo proceso político: la destrucción de la política y de cualquier elenco estable de políticos que aparecían en las últimas elecciones nacionales.

Igualmente, la fragmentación y la terrible representación actual en el Legislativo –al lado de las reformas promovidas por el progresismo– no se pueden explicar si la devastadora judicialización de la política y la destrucción del sistema político que promovió Vizcarra.

No es exagerado entonces sostener que Vizcarra y Castillo son las dos caras de una misma moneda. ¿O no?

  • 01 de diciembre del 2025

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