Es inevitable que el mundo avance hacia una nueva Guerra Fr&ia...
En el Perú las posibilidades de la izquierda se han reducido significativamente luego de la devastación institucional y económica en que nos dejó el gobierno de Pedro Castillo y la violencia del golpe fallido del eje bolivariano. De allí que las izquierdas en todas sus versiones hayan perdido la movilización de masas –sobre todo en el sur del Perú– y sin actores en la calle solo se convierten en una opinión más, a veces marginal. De allí que las izquierdas y las corrientes progresistas, más allá de su estrategia obsesiva e irracional, no hayan podido adelantar las elecciones a pesar de los niveles mínimos de aprobación del Ejecutivo y el Congreso.
En el Perú algunas empresas encuestadoras hacen política hasta un mes antes de las elecciones, cuando empiezan a registrar las tendencias inevitables de las preferencias electorales. Hasta antes de esas fechas juegan a asustar a los actores de la vida pública por diferentes razones. Una tendencia que sucede en todo el planeta, peor aún en el Perú con la extrema fragmentación del sistema político. La explosión de las redes sociales ha convertido a las encuestadoras en un referente más.
Sin embargo, a pesar de cualquier estratagema, nadie puede ignorar ciertas tendencias. En las encuestas tempranas en el Perú es incuestionable que los llamados candidatos de la centro derecha encabezan las preferencias iniciales. Rafael López Aliaga, Keiko Fujimori y Carlos Álvarez aparecen en la foto. Phillip Butters se prepara a librar una gran batalla en las preferencias.
No obstante, ha surgido una tendencia de enfrentamiento fratricida entre Butters y López Aliaga, que incluye algunos dibujos animados. Una tendencia grave, peligrosa, irresponsable, en un escenario que es absolutamente favorable para las centro derechas, sobre todo porque Castillo es a las izquierdas lo que la hiperinflación fue para las políticas populistas en economía: crea distancias y dudas.
Si el enfrentamiento entre los actores principales de la centro derecha se acentúa, el escenario frágil y volátil –por la extrema fragmentación de la política peruana– podría cambiar. En todos los sondeos más de la mitad de electores no tiene ninguna idea por quién votar. Semejante escenario debería convertirse en un espacio a favor de las centro derechas porque las izquierdas no tienen alternativas y el trauma Castillo es muy poderoso en la sociedad.
Los candidatos de la centro derecha deberían entender algunas reglas de la política que no se pueden evitar: todos ellos están peleando el mismo espacio y, por lo tanto, ganará el postulante que mejor interprete la identidad de ese espacio. Es decir, la voluntad de evitar que avance una propuesta antisistema, la decisión de consolidar el Estado de derecho y enfrentar la ola criminal y afirmar la economía de mercado y la inversión privada en directa confrontación con el modelo de Venezuela y Bolivia. ¿Quién lo está haciendo en el espacio de la centro derecha?
Los politólogos y las viejas escuelas de la política suelen señalar que el momento en que las leyes de la guerra se mimetizan con las de la política es en el desarrollo de las campañas electorales, cuando los candidatos buscan eliminar al adversario. Así lo entendieron Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Belaunde y Alan García, por ejemplo. Todos ellos grandes políticos, gigantes de la vida pública nacional.
Si las leyes de la guerra dominan el curso de una campaña electoral, ¿qué candidato de la centro derecha debería ganar ese espacio? Aquel postulante que defina de mejor manera al enemigo principal o el problema principal a enfrentar, derrotar y demoler. ¿Cómo el enemigo principal va a estar entre los propios candidatos de la centro derecha? Es una locura, es falta de escuela política.
Si el enemigo o el problema principal no puede ser antropomorfizado en la campaña, entonces el político inventa una imagen o un sueño que busca movilizar al electorado. “La Vía Expresa” de Luis Bedoya Reyes, “El millón de empleos” de Belaunde, “El Perú de todas las sangres” de Alejandro Toledo y el “Mi compromiso es con el Perú y todos los peruanos” de García.
Por todas estas consideraciones, los candidatos de la centro derecha deberían desarrollar un pacto de no agresión y una estrategia común para enfrentar la amenaza del antisistema. No hay otra.
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