Hugo Neira

Tecnocracia y antipolítica

Tecnocracia y antipolítica
Hugo Neira
29 de febrero del 2016

Una mirada diferente del escenario electoral

En política, lo que se ve existe. Pero en la visibilidad de nuestro país cuentan los viejos fracasos, los consensos perdidos y los poderes invisibles. De estos últimos, no me  refiero a corporaciones financieras externas ni al departamento de Estado. Todo eso es real, pero no hace nuestra peculiaridad. También las sufren en México o en la Argentina. Aquí somos más hábiles, más solapas. Hay por un lado una ávida tecnocracia dispuesta a ser Maquiavelo sin Príncipe alguno. Y por el otro, una clase política —acorralada, desacreditada— que puede ser derrotada, en este 2016 que no es sino la primera vuelta del 2021.

Una elección, por mi parte, no creo que sea una ocasión para los agravios. Por eso, comienzo por las definiciones. Hemos necesitado una buena burocracia. Y la hemos obtenido. Ella ha estado detrás de todas las administraciones, del 2001 hasta el 2015. Romperé la costumbre criolla de no poner nombres propios. El MEF, el BCR y otras. Burocracia no es una mala palabra. Está en el lenguaje de la economía y la política desde Max Weber, quiere decir una forma de poder administrativo legal e impersonal. «El funcionario moderno es reclutado. El Estado es el empleador. Le garantiza una vida decente y honorable» (Diccionario, Bourricaud). Los americanos lo llaman el Establishment. Y les va muy bien. Y los franceses lo llaman appareil. Tampoco les va mal. Gobiernen en Washington republicanos o demócratas, ahí están. En París, gobiernen gaullistas o socialistas, ahí están. Siempre a la disposición de dirigentes políticos. Es lo normal, pero ya sabemos: 2 por 2 es 4, pero nos da rabia.

En Perú se han cansado. La tecnocracia centralizadora ha decidido gobernar el Perú. Mejor dicho, seguir mandando. El gobierno de Ollanta Humala los mal acostumbró. Fue el de los superministros, recordemos al ministro Castilla, con su MEF bajo el brazo, pidió Vivienda, «luego le echa mano a Transportes, y desplaza a Kurt Burneo e incorpora al novísimo de Inclusión». Lo cuenta Raúl Wiener (Desco, 2012). Ahora se habrán dicho ¿por qué no la presidencia?

En el difícil tránsito hacia la modernidad también nos fallan los tecnócratas. Han caído en uno de los más viejos mitos. Desde Platón a Santos, el cajamarquino, librarse del político. A nuestros tecnócratas los confunde, me parece, qué es lo político y qué es la política. En lengua que conocen y acaso mejor que el castellano, en inglés, se dice policy y politics. Este último es propio a los regímenes pluralistas, los conflictos entre grupos de interés, y de enfrentamiento de las pasiones públicas. Para eso está el político¡! Lo otro, la policy, es lo que traducimos por «políticas», las que se pueden tener para el tema laboral, minero, seguridad, etc. La distinción entre las dos nociones es capital. Ustedes, señores, son para la policy. Para las aplicaciones.

El político es eso que es contrario a los tecnócratas. Es el intuitivo, el que siente lo que el técnico no puede preveer, el del humor popular, el que tiene calle, el que sabe lo que el pueblo quiere y que no está en las encuestas que fabrican los amigotes. El político es otra cosa. Cuando es grande, es De Gaulle, Lincoln, Kennedy, Gorbachov. En el Perú, Piérola, Leguía, Haya, Belaunde, Fujimori, García, Keiko. Y Verónica Mendoza, Barnechea. En ningún país del planeta los tecnócratas ganan elecciones. Tal vez en algún exoplaneta, no hay señales todavía de la NASA.

El tema es simple. No hay Estado sin políticos en el poder. Lo siento. No vienen de bancos, por muy interamericanos que sean. Conocen la profesión política desde la juventud. Los políticos son un poco como los curas, nadie se vuelve cura a los cuarenta años. El gran partido de la antipolítica, incluyendo algunas ONGs y medios, viene improvisando su outsider para este 2016. Que no solo se parezca a los tecnócratas sino que sea uno de ellos. ¿Los «tecnos al poder»? Son modalidades de captura del Estado que acaban mal, muy mal.

 

Por Hugo Neira

 

Hugo Neira
29 de febrero del 2016

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