Angel Alvarado

Mi vida, mis reglas

El progresismo es una fuerza que erosiona los cimientos de una sociedad saludable

Mi vida, mis reglas
Angel Alvarado
14 de enero del 2025


“Los principios morales no dependen del voto de la mayoría. El mal es mal, aún si todo
están equivocados. El bien es bien, aún si nadie está en lo correcto” (Fulton J. Sheen).

 

En plena génesis del 2025, el debate acalorado sobre las bondades que posee el progresismo sigue en pie, y los argumentos a favor del mismo se caen cuando se enfrentan a la realidad en la que se vive cada día. Según la RAE, el progresista es alguien partidario del progreso político y social, y del desarrollo de las libertades públicas. Sin embargo, en este ensayo se expondrá por qué el progresismo erosiona los valores de una sociedad que verdaderamente aspira al progreso social.

En primer lugar, si el progresismo valorara el progreso social, no sería promotor de una hipersexualización en niños y mujeres en nombre del empoderamiento femenino. Esto lo observamos en el caso de Lilly Phillips, quien, con su polémico reto, se convirtió en un reflejo del deterioro moral de la cultura socioliberal y de la sociedad del mundo posmoderno. Una sociedad sin ética y sin valores claros, donde el ser humano es reducido a un simple ente sin esencia ni propósito trascendente, arrojado a un mundo donde todo depende de cada uno. En este escenario, las decisiones personales, aunque consensuadas, se interpretan como actos de empoderamiento mientras, en realidad, perpetúan una visión muy superficial y vacía del propósito de las personas.

En segundo lugar, si los “progres” valorarán el orden político ¿Por qué son tan intolerantes contra su oposición? Tenemos el caso de Alejandro Muñante y la Facultad de Derecho y Ciencia Política (FDCP) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), en el que mostró una clara intolerancia ideológica. O el caso de las mujeres que intentaron replicar el movimiento 4B, que consiste en negar la naturaleza humana bajo el eslogan: “No matrimonio, no parto, no citas y no sexo con hombres”. O el movimiento Matga, en el que algunas mujeres están creando videos que imaginan escenarios de fantasía donde envenenan las bebidas de los hombres en Estados Unidos ante la reciente victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos.

Por último, el progresismo defiende los derechos de una minoría "oprimida políticamente" a costa de desvirtuar valores fundamentales como la familia y el cristianismo occidental. El caso de los Juegos Olímpicos de París 2024, donde se promovió una narrativa contraria a los principios tradicionales, y la canción navideña de Kim Kardashian, que satirizó al cristianismo, son solo dos ejemplos de cómo esta ideología menosprecia aquello que ha sido el pilar en nuestra historia. La ridiculización y blasfemia de símbolos espirituales y familiares no solo insulta a millones de creyentes, sino que también demuestra una falta de respeto hacia los fundamentos culturales que han dado forma al mundo occidental.

Estos son algunos ejemplos que ponen en evidencia la realidad del progresismo: no es sinónimo de progreso. En lugar de construir una sociedad más virtuosa y armónica, fomenta divisiones, debilita valores esenciales y promueve un relativismo moral que socava las bases mismas de la convivencia humana.

En suma, el progresismo, lejos de ser un camino hacia un futuro mejor, se ha convertido en una fuerza que, bajo la apariencia de libertad y progreso, erosiona los cimientos de una sociedad saludable. Como bien señala Fulton J. Sheen, los principios morales no dependen del voto de la mayoría. Es por ello, la responsabilidad de cada individuo y de las sociedades defender lo que es bueno y verdadero, incluso cuando esto signifique ir en contra de las corrientes predominantes. No se trata de resistir al cambio, sino de discernir entre un cambio que construye y uno que destruye. Solo recuperando valores universales como el respeto, la verdad y la dignidad humana se puede aspirar a un auténtico progreso social.

Angel Alvarado
14 de enero del 2025

COMENTARIOS