Derecha sin lastres

El Perú se encuentra atrapado en un ciclo político en el que la ambición y las alianzas pragmáticas amenazan con perpetuar la ineficacia parlamentaria. Fuerza Popular se ha convertido en el epicentro de este problema. Por demás, la insistencia de Keiko Fujimori en alcanzar la presidencia ha hecho reaparecer el fantasma del castillismo –con la cara de Antauro Humala, Guido Bellido u otro– que nos rondará en 2026. Sin certidumbre, ¿cómo acelerar el crecimiento?

Rafael López Aliaga ya marcó distancia del fujimorismo y lo mismo hace Rafael Belaunde Llosa, que señala el destino de la herencia de Fuerza Popular: “En sus quiebres, en ese pragmatismo maléfico que lo lleva a jugársela con la izquierda congresal radical, ahí donde sus agendas subalternas confluyen a mostrarnos la naturaleza de la política criolla”. Esta posición no es hacerle concesiones al centro progre-caviar y a la izquierda, tan o más peligrosos que cualquier opción.

Desde su primera candidatura presidencial en 2011, Keiko Fujimori ha sido derrotada en tres elecciones consecutivas. En 2016, su bancada mayoritaria en el Congreso se dedicó a bloquear al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, una estrategia que culminó en la crisis institucional más profunda desde el retorno a la democracia. Este comportamiento, lejos de fortalecer a su partido, lo debilitó y lo hizo sinónimo de obstrucción.

La sociedad de Fuerza Popular con Alianza para el Progreso de César Acuña ha consolidado un modelo político basado en el clientelismo y el control burocrático del Congreso. Jugar en pared con Perú Libre nos lleva a un diagnóstico más sombrío. El Congreso actual, dominado por estas fuerzas, se ha convertido en un instrumento para perpetuar intereses particulares.

La derecha conservadora y la liberal enfrentan un dilema histórico. El deslinde es necesario. El Perú necesita, sobre todo, más de una opción que defienda la libertad económica, la democracia y el estado de derecho, no una que perpetúe el “sagaz” cálculo que odiamos de los políticos tradicionales. La persistencia de Keiko Fujimori en el escenario político puede frenar el proceso democrático si se le pone al frente un radical antisistema. Es, así, un empeño terco amenaza con hundirlo todo.