Raúl Mendoza Cánepa

Ese otro en ti

El político verdadero no es aquel que busca enriquecerse

Ese otro en ti
Raúl Mendoza Cánepa
20 de enero del 2025


La política, decía Aristóteles, es la más alta de las ciencias prácticas, aquella que guía la vida común hacia el bienestar. Sin embargo, para que el ejercicio político trascienda la retórica vacía y la búsqueda egoísta de poder, necesita de una virtud esencial: la empatía. No el sentimentalismo efímero y superficial, sino la capacidad profunda de identificarse con el otro, de trasladar a su experiencia el dolor ajeno.

Adam Smith, conocido por defender los beneficios del egoísmo capitalista en La riqueza de las naciones, también escribió sobre la empatía en La teoría de los sentimientos morales. Allí observa cómo el hombre, por naturaleza egoísta, encuentra en el dolor del otro un espejo de su propio dolor. Incluso en el sufrimiento de la madre, lo que conmueve no es el llanto en sí, sino el desgarro interno que nos despierta. Schopenhauer lo expresó de manera cruda: "El hombre es voluntad pura", y esa voluntad, nacida del egoísmo, puede transformarse en compasión cuando se vincula al dolor del otro.

El político verdadero no es aquel que busca enriquecerse, manipular o convertir la política en una orgía, sino quien transforma su sufrimiento en brújula moral. Todo se forja. Una madre que no puede comprar alimentos para sus hijos y ralea su monedero; un padre que pedalea en la lluvia nocturna para encontrar la medicina que salve a su hijo de ocho años, ahogado por el asma; una muchacha que abandona sus estudios para pasarse a una universidad pública por que la privada ya no se la pueden pagar, el esposo sin empleo que llega a casa con malas noticias: son imágenes que cualquiera puede reconocer en su historia. Esa identificación deshace la "otredad" y fecunda el amor.

El egoísmo cerrado, incapaz de generar empatía, es una anomalía que traiciona la naturaleza humana. Como afirmaba Víctor Hugo: “Morir de amor es vivir.” Algunos partidos en el Congreso (en mi radar) parecen carecer de métodos para medir el grado de amor; por tal, terminan infestados de mercaderes y lobistas. Sin embargo, el sufrimiento que humaniza puede ser la más sólida preparación para la política.

Quizás el desafío más grande no sea encontrar políticos capaces de sentir, difícil; sino lograr que quienes verdaderamente “sienten” se animen a entrar en política. Porque, como decía Simone Weil, “servir es la forma más pura de generosidad.” Y la política es la disciplina de servir a los demás.

Raúl Mendoza Cánepa
20 de enero del 2025

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