Alicia Barco

El abismo del 1%: ¿Bicameralidad o fragmentación heredada?

La mayoría de partidos político tiene 1% de intención de voto

El abismo del 1%: ¿Bicameralidad o fragmentación heredada?
Alicia Barco
19 de diciembre del 2025

 

A las puertas de 2026, el Perú no solo estrena un nuevo diseño institucional con el retorno a la bicameralidad; estrena, sobre todo, una incertidumbre renovada. Tras la accidentada transición que nos llevó de la salida de Dina Boluarte a la gestión de José Jerí, el tablero electoral de diciembre nos devuelve un espejo incómodo: somos un país de minorías ruidosas y una mayoría silenciosa que aún no encuentra dónde depositar su confianza.

El dato es frío y revelador. Cuando observamos partidos o movimientos que hoy apenas rozan el 1.31% de intención de voto, no solo vemos una cifra estadística; vemos la atomización de nuestra democracia. En el nuevo diseño del Congreso, ese 1.31% es el símbolo de la irrelevancia política. Bajo la estricta valla electoral del 5%, esas agrupaciones están condenadas a la extinción antes de nacer, dejando a miles de ciudadanos sin voz en un Senado de 60 escaños que prometía ser el "filtro de la razón".

El espejismo de los punteros

Hoy, las encuestas de Datum e Ipsos sitúan a Rafael López Aliaga (13.7%) y a Keiko Fujimori (9.0%) en una cima de barro. Son líderes por defecto, no por entusiasmo. A ellos se suma la sombra del "vizcarrismo" a través de Mario Vizcarra (7.9%), quien capitaliza un sentimiento de nostalgia por una gestión que, aunque cuestionada, el Perú profundo percibe como más cercana que el asedio parlamentario de los últimos años. Sin embargo, el verdadero protagonista de este diciembre de 2025 no tiene rostro: es el 60% de peruanos que se refugia en el voto en blanco, el viciado o el "no sabe". Ese enorme bolsón de desafección es el que decidirá si el próximo presidente será un gestor o un nuevo "outsider" —como el fenómeno mediático de Carlos Álvarez (6.9%)— que logre canalizar el hartazgo generalizado.

La trampa del Senado

Para meter tres senadores, como muchos aspiran, se requiere algo más que una campaña de redes sociales; se necesita romper la barrera del 5% nacional. Esto es lo que impone el JNE para no perder la inscripción partidaria y tener representatividad. El sistema no perdona la debilidad. Los partidos que hoy orbitan el 1% están gastando sus cartuchos en una guerra de guerrillas que solo beneficiará a las maquinarias más aceitadas, aunque estas no representen el sentir nacional.

Estamos ante una bicameralidad que corre el riesgo de nacer muerta si los partidos no entienden que el 2026 no se gana con ataques, sino con coaliciones de supervivencia. La pregunta para el elector no es quién va primero hoy, sino quién será capaz de evitar que el Perú de julio de 2026 sea, una vez más, un rehén de la ingobernabilidad.

El 1.31% es una advertencia: en un país fragmentado, la representación es un privilegio de pocos y el olvido es el destino de la mayoría.

Alicia Barco
19 de diciembre del 2025

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