Herberth Cuba
La destruccción de la conducción sanitaria
El presidente Humala ha perdido la oportunidad de construir una visión compartida con el Legislativo para lo que resta del gobierno. El premier Pedro Cateriano y el presidente del Congreso, Luis Iberico, se han reunido para tratar de subsanar esa omisión. Una reunión de oficina, entre pocos, no puede sustituir al Pleno del Congreso y, con justa razón, algunos congresistas han solicitado la filmación o el audio de la reunión.
En materia de salud hay más de 12 Proyectos de Ley en la agenda del Congreso que esperan a ser debatidos y votados en el Pleno, de acuerdo a una priorización. Pero es imposible establecer los criterios para la prioridad sino existe una visión compartida.
La implementación de los 23 Decretos Legislativos promulgados el 2013, que forman parte de la llamada reforma de salud, muestran una desconexión con la realidad. Autoridades regionales y nacionales piden modificaciones y hasta derogatorias. La realidad nos enfrenta a la caída de los indicadores sanitarios y a la ineficacia de esas normas para evitar la caída. Es imprescindible corregir, llenar vacíos y derogar las normas que entorpecen la capacidad de respuesta del sistema de salud frente a las necesidades y preferencias del ciudadano.
El propio Ministerio de Salud abrigaba la esperanza de obtener facultades legislativas para iniciar la tarea. Es indispensable reformar la improvisada reforma de salud.
Por ejemplo, el presidente Humala señaló como un logro de su gestión la nueva política remunerativa que ha permitido “que más de 102 mil trabajadores de salud del sector público tengan una mejor remuneración”, sin embargo, esta política remunerativa ha ocasionado un caos en la conducción sanitaria del país. Las buenas intenciones de la norma han chocado con la cruda realidad y el propio Minsa se ha visto obligado a plantear la modificación del Decreto Legislativo 1153 que regula la política remunerativa.
La norma ha obviado a los profesionales de la salud que laboran precisamente en el área de salud pública, es decir, a los que laboran en la sede central del Minsa, en las gerencias y direcciones regionales, en las redes y microredes de salud, es decir, en las instituciones que tienen a su cargo la conducción sanitaria. Esta omisión significa una menor remuneración para estos profesionales frente a los que trabajan directamente con pacientes. En consecuencia los salubristas migran hacia la medicina recuperativa. ¿Es lógico? No. Es necesario fortalecer la medicina preventiva, la salud pública, la lucha contra las epidemias y los desastres. Sin profesionales altamente especializados esto es imposible.
El Minsa ha propuesto la creación de una “bonificación por puesto especializado o de dedicación exclusiva en los servicios de salud pública” que haría justicia a 1997 profesionales, de los que 221 pertenecen al nivel central del Minsa. Para cubrir esa necesidad se requiere 4 millones anuales y el Minsa ya tiene 2 millones, monto suficiente para cubrir el gasto de julio a diciembre. Debido a la incomprensión de las prioridades nacionales en salud no se promulga la propuesta de ley que modifica el DL 1153, que autoriza y cubre esos fondos. A pesar que la Comisión de Coordinación Viceministerial de la Presidencia del Consejo de Ministros ya tiene la iniciativa del Ejecutivo ésta no es enviada al Congreso, que bien podría complementarse con la iniciativa congresal y que permitiría resolver este grave error de la llamada reforma de salud.
Si a esta grave anomalía de la política remunerativa le agregamos la falta de rectoría y capacidad sancionadora del Minsa, hemos configurado el cóctel regresivo de la respuesta sanitaria de este gobierno. Las funciones de salud públicas fueron transferidas equivocadamente a las regiones, sin tomar en cuenta que la Ley de Bases de la Descentralización señala que son funciones compartidas. Este equívoco ha sido reforzado con el DL 1161. Ha autonomizado a las regiones sin ningún control ni responsabilidad. También el Minsa ha trabajado una iniciativa legislativa para corregir esa anomalía.
La oportunidad perdida por el presidente de la República para el sistema de salud ha sido enorme. Sin embargo, existe la esperanza de que el acercamiento entre el Premier y el presidente del Congreso sirva para construir lo más pronto posible una visión compartida en salud y, al menos, sacar del congelador los proyectos de Ley pendientes desde el 2012 y reformar la reforma de salud.
Por Herberth Cuba García
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