El Perú es un país que, en términos culturales, e...
El Ejecutivo acaba de anunciar que las exportaciones nacionales sumarían en el 2025 más de US$ 80,000 millones, una cantidad que posiciona al país como una potencia exportadora en la región. Para entender la magnitud de las cosas, vale señalar que Chile exporta anualmente más de US$ 100,000 millones, Argentina alrededor de US$ 80,000 millones y Colombia US$ 52,000 millones. Una noticia extraordinaria desde cualquier punto de vista, considerando la crisis política que el Perú enfrentó en el 2022 con el golpe fallido de Pedro Castillo y la ola violencia.
Una lección más que nos indica que un poco de estabilidad política y una renuncia a modificar las bases del modelo económico, simplemente, permiten al país volver a caminar. Como todos sabemos el Perú tiene un modelo económico basado en la desregulación de precios y mercados y cultiva el libre comercio.
La Constitución y las leyes nacionales y el tipo de cambio flotante que fomenta el BCR, así como la estabilidad de la moneda, son las claves de nuestro proyecto exportador. Asimismo, a la Constitución de 1993, a los 22 tratados de libre comercio y al Plan Estratégico Nacional Exportador, se han sumado –según ha informado la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Desilú León– la apertura de nuevos mercados y tratados de libre comercio. Por ejemplo, se ha mejorado los términos del TLC con China y se han suscrito nuevos acuerdos con Hong Kong e Indonesia, un mercado de más de 280 millones de consumidores.
Según el BCR, a inicios de este siglo, nuestras exportaciones apenas sumaban US$ 7,000 millones. Hacia el 2023 ya representaban US$ 67,500 millones y las proyecciones del 2025 son auspiciosas frente a estas cifras. En este escenario el Perú se ha convertido en una potencia minera mundial con el tercer lugar en producción de cobre en el planeta y el segundo en oro en la región, y nuestra oferta agroexportadora de frutas y legumbres se ha diversificado significativamente: arándanos, espárragos, uvas, mangos, paltas, cacao, cereales, entre otros.
La economía peruana se ha diversificado y ha incorporado valor agregado como nunca antes en la historia nacional. Sin embargo, nuestra sociedad sigue siendo una de ingreso medio, que tiene un PBI per cápita que apenas representa el 10% del PBI per cápita de los Estados Unidos.
Semejantes posibilidades y límites nos señalan que el Perú sigue atrapado en los problemas que atraviesan las sociedades de ingreso medio: la imposibilidad de desarrollar reformas que profundicen el modelo económico e incrementen la productividad de los llamados factores de producción.
Como todos sabemos, el Perú tiene un déficit de infraestructuras institucionales y legales que bloquean la inversión privada y prolongan el incremento del PBI y las exportaciones: Estado burocrático, sobrerregulación de la economía, falta de predictibilidad en el sistema de justicia y en el sistema político, y la urgencia de reformas tributaria y laboral para desarrollar un shock formalizador de la economía. Asimismo, el Perú tiene un enorme déficit de infraestructuras físicas: carreteras, puertos, aeropuertos, conectividad en general e infraestructuras básicas para las poblaciones.
Igualmente necesita con urgencia una reforma del sistema educativo y del sistema sanitario para desarrollar un capital social que desarrolle el capitalismo del futuro. El país necesita una fuerza laboral saludable, educada, capacitada y con una enorme capacidad de innovación. De esta manera, la diversificación actual de nuestras exportaciones llegará a niveles superlativos y la posibilidad del desarrollo estará muy cerca.
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