David Auris Villegas
Educar mentes triunfadoras en memoria de la batalla de Ayacucho
Reafirmando nuestro compromiso de construir un país desarrollado
Hace unos años, un estudiante universitario, justamente un 9 de diciembre, me preguntó para qué servía recordar la batalla de Ayacucho, si ocurrió en el pasado y él vivía obsesionado por el futuro. Luego de reflexionar, le dije: si nuestros antepasados no hubieran triunfado, tal vez tú y yo no estaríamos dialogando. Entonces coincidimos en que el futuro exitoso se construye desde la memoria y logros de nuestros ancestros.
El triunfo patriota de la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 rubricó la independencia peruana e hispanoamericana. Esa hazaña nos regaló la libertad. Por tanto, este patrimonio común necesita cultivarse y practicarlo siempre desde la escuela y la sociedad, apelando a nuestra democracia responsable.
Dado que vivimos la época más competitiva de la historia, nuestro mundo requiere personas con mente triunfadora para vivir de manera exitosa, refiere Bryan Tracy; por ello, es imprescindible que esta herencia se convierta en un acicate que nos permita desarrollar nuestro capital humano y aportar al desarrollo de nuestros países.
También la batalla de Ayacucho nos transmitió nuestra identidad común y nuestra cultura, fortaleciendo la identidad de ser triunfador, resiliente y capaz de convivir armoniosamente en la diversidad, abrazando el pensamiento responsable desde las aulas y proyectándolo hacia una ciudadanía respetuosa.
Por otra parte, resaltamos el liderazgo social que plantea Jhon Maxwell; ese liderazgo se percibió en la batalla de Ayacucho. Hoy es un imperativo ejercerlo para inspirar a otras personas, especialmente en la familia y la sociedad, demostrando liderazgo en un momento difícil como el que estamos atravesando, donde el Perú enfrenta una batalla contra la atroz delincuencia.
El triunfo de los patriotas contra los realistas en la batalla de Ayacucho se logró gracias al trabajo colectivo y multicultural; por ello es necesario que las escuelas eduquen en grupo y armonía y asegurar el triunfo social basado en el trabajo solidario. Bajo este paradigma, promovamos la paz, la justicia social y la sostenibilidad; como señala la científica Esther Wojcicki, eduquemos personas capaces de solucionar problemas.
Rememorar la batalla de Ayacucho en las aulas es reafirmar nuestro compromiso de construir un país desarrollado. Ese espíritu colectivo del aula debe inspirar hoy una mente científica e innovadora capaz de vencer definitivamente la pobreza y la corrupción, tal como nuestros antepasados derrotaron la tiranía y la opresión.
















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