Berit Knudsen

Estrategia de seguridad de Estados Unidos reordena el tablero

América Latina deja de ser un espacio periférico para la política exterior estadounidense

Estrategia de seguridad de Estados Unidos reordena el tablero
Berit Knudsen
11 de diciembre del 2025

 

La Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés) presentada por la administración Trump marca un importante giro para Latinoamérica. Revela la visión de Washington sobre nuestro hemisferio, la competencia de China y Rusia por lograr influencia y la polarización entre proyectos democráticos contra autoritarismos soberanistas en la región. América Latina deja de ser un espacio periférico para la política exterior estadounidense, y se convierte en un eje estratégico.

Así, se busca reorganizar las prioridades geopolíticas de Estados Unidos y colocar a las Américas por encima del Indo-Pacífico, Europa, Medio Oriente y África. Se reconoce que la disputa global por poder, tecnología y recursos se jugará en nuestro continente. Para la administración Trump, la presencia económica, tecnológica y militar de China y Rusia en la región deja de ser un asunto comercial, convertido en amenaza directa a la seguridad nacional. Ese diagnóstico sitúa a Latinoamérica como centro entre grandes potencias, en una región que enfrenta gobiernos híbridos, aparatos de seguridad capturados, redes criminales transnacionales y pulsiones autoritarias que intentan reordenar el tablero regional.

El documento habla de “restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio” negando a potencias extrahemisféricas el control de activos estratégicos. La prensa lo bautizó como “Corolario Trump”, evocando la Doctrina Monroe. Pero conviene aclarar que el texto no es una doctrina, marco jurídico o principio permanente del Estado. Es una estrategia presidencial, una hoja de ruta política del actual gobierno que señala prioridades. La retórica, más enfática que versiones anteriores, crea confusión al apuntar a rediseñar la lógica de alianzas, seguridad y comercio regional. Pero el mensaje estratégico muestra que, para Washington, nuestro hemisferio vuelve a ser un espacio geopolítico en disputa.

La estrategia se articula en torno a dos verbos: “reclutar” y “expandir”. Reclutar significa sumar a los países con afinidad política o estratégica con Estados Unidos para reforzar fronteras, frenar la migración irregular, combatir carteles y asegurar cadenas de suministro que reduzcan la dependencia de China. Expandir implica consolidar nuevas alianzas, asegurar minerales críticos, telecomunicaciones, energía e infraestructura vital, reequilibrando el poder global. Combinar seguridad, economía y tecnología, responde al diagnóstico compartido por el establishment estadounidense: la competencia con China no se juega solo en el Indo-Pacífico; se juega en puertos, redes 5G, concesiones mineras y sistemas de vigilancia que operan en nuestro continente.

La reconfiguración militar modificaría la arquitectura de seguridad regional: mayor presencia de la Marina y Guardia Costera, acuerdos de acceso a instalaciones estratégicas y disposiciones explícitas sobre fuerza letal contra organizaciones criminales de ser necesario. Sin ser una doctrina de intervención, advierte que Estados Unidos busca reposicionarse.

Washington reconoce que Latinoamérica atraviesa tensiones, instrumentalizadas por potencias externas: crisis institucionales, erosión democrática, redes criminales transnacionales, gobiernos soberanistas, dependencia tecnológica de China y Estados debilitados por la captura institucional, vulnerabilidades que permiten la entrada de adversarios estratégicos. La competencia con China y Rusia se libra a nivel infraestructura, pero también por la legitimidad política regional.

La estrategia insiste en que “los términos de toda alianza dependerán del grado en que cada país reduzca la influencia externa adversaria”. Advertencia diplomática para quienes quieran acceder a inversiones, tecnología y cooperación en seguridad, invitando a alinearse con una visión estadounidense que recuerda una Guerra Fría con nuevos instrumentos: aranceles, contratos, cadenas de suministro, vigilancia tecnológica y presión sobre nodos estratégicos.

Esta visión inaugura un importante momento geopolítico para el continente. América Latina, marginada por dos décadas, vuelve a ocupar el centro en la competencia global. En un escenario donde conviven democracias frágiles, autoritarismos y tensiones entre bloques ideológicos, Latinoamérica como prioridad implica que las decisiones de nuestros gobiernos no serán leídas en clave doméstica, sino estratégica.

La pregunta para Washington, Pekín y para nosotros mismos es si la región podrá enfrentar esta nueva competencia sin quedar atrapada entre presiones externas y proyectos autoritarios internos que buscan reescribir las reglas del juego democrático. La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos muestra un nuevo tablero geopolítico, con América Latina en el centro del mapa.

Berit Knudsen
11 de diciembre del 2025

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