¿Por qué las corrientes comunistas y progresista...
Luego de que los Llamados Tigres de Asia (Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, entre otros) abreviaran el camino al desarrollo a apenas cuatro décadas, no obstante que el mismo proceso les demandó dos siglos a las sociedades occidentales, los estudiosos del desarrollo subrayan la importancia de uno de los pilares del capitalismo: el capital social. Es decir, resaltaron la trascendencia de nuevas generaciones de trabajadores saludables, con una excelente educación y capaces de innovar y competir en los exigentes mercados de la IV Revolución Industrial.
Corea del Sur es un ejemplo del papel transformador de la reforma de educación y de la inversión en ciencia y tecnología. En los años sesenta del siglo pasado el Perú duplicaba el PBI per cápita de Corea del Sur; hoy el PBI per cápita peruano solo representa la quinta parte del de ese país, que ahora es uno desarrollado y con más de US$ 30,000 de producto por habitante.
La educación, pues, es el puente que abrevia el camino al desarrollo. Algo más. Es lo único que garantiza la prosperidad en el mediano y largo plazo. Imaginemos, por ejemplo, que el Perú cancela el Estado burocrático y construye un Estado promotor y amigable, preserva la libertad económica y promueve inversiones y un crecimiento vertiginoso. Tarde o temprano, sin un adecuado capital social, sin nuevas generaciones de peruanos bien educados, inversiones como Chancay y el nuevo aeropuerto Jorge Chávez, con alta intensidad de capitales y tecnologías, quedarían como islas de prosperidad y desarrollo. ¿Por qué? Porque Chancay y el nuevo aeropuerto no solo necesitan conectarse con buenas infraestructuras físicas, sino a través de una red empresarial de servicios e, incluso, manufacturas que solo puede existir con emprendedores e innovadores con buena educación.
En otras palabras, si el Perú no acomete la reforma integral y radical de su sistema educativo el desarrollo siempre será un bien esquivo. Sin embargo, algunas cosas se han mejorado al respecto. Por ejemplo, el país ha avanzado en la Carrera Pública Magisterial que ha posibilitado que la mayoría de los docentes de la escuela pública sean nombrados y promovidos mediante concurso de méritos. En la actualidad, el 80% de los 420,000 docentes ya pertenece a la CPMP organizada en base a la meritocracia. Es decir, el 80% de los maestros del Perú ha sido nombrado o promovido en las ocho categorías que establece la CPM por concursos, evaluación de méritos y capacitaciones.
Se trata de un logro gigantesco, considerando que la educación nacional se derrumbó por la politización en el nombramiento de los maestros que impulsaron las corrientes marxistas en el país. Sin embargo, la meritocracia docente solo es un peldaño en el camino hacia una educación de talla mundial. ¿Cómo entonces se sigue capacitando a los profesores en matemáticas, ciencias y humanidades para que los estudiantes peruanos destaquen en el mundo? Una interrogante clave que definirá el futuro de la educación.
La reforma de la universidad peruana también ha avanzado cierto trecho. De un total de 144 universidades que existían 98 alcanzaron el licenciamiento en las condiciones básicas de calidad y 46 se cerraron por no tener los requisitos mínimos. Sin embargo, el licenciamiento de los claustros solo debe considerarse el primer peldaño de una serie de transformaciones que lleven a la universidad peruana a un lugar privilegiado del mundo académico y científico del planeta. En ese sentido la acreditación de las facultades, carreras y universidades a través del Sistema Nacional de Acreditación Universitaria (Sineace) se convierte en un factor central.
La educación peruana en los últimos años, pues, ha comenzado a moverse en el sentido positivo. Sin embargo, frente a los retos que demanda la educación de cualquier sociedad que pretende ser un actor del mundo, como se dice, las cosas ni siquiera han empezado.
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