Hugo Neira

Una visita inesperada: Nikolái Kondrátiev

Una visita inesperada: Nikolái Kondrátiev
Hugo Neira
14 de noviembre del 2016

Conversación sobre las inevitables fases económicas

Venimos de dar una vuelta para estirar las piernas y en el salón nos espera un visitante inesperado. No es la primera vez que ocurre. “Las grandes sombras”, como son “grandes”, no piden permiso y, como los nobles de otras épocas, entran nomás. Y como son “sombras”, descienden desde una escalera en caracol que se materializa al interior de mi casa. Ya me ha pasado con la visita de Hobbes. Y lo he contado en esta misma columna (14.09.2015). Ahora es el ruso Nikolái Kondrátiev. Propuso en vida los ciclos largos en la economía. Estos presentan dos fases distintas. La fase A, que es ascendente, trae prosperidad. Y la fase B, lo contrario, descendente. Veinte años en cada caso. Era ruso de los años treinta y murió en un Gulag. Lo eliminaron los dogmáticos. Lo rescató para la ciencia el norteamericano Shumpeter.

 

—Dobry vecher! —¿Buenas noches? Diablos, este ruso no se da cuenta de que no hablo su idioma. Pero, pronto funciona una magia y le entiendo todo. Y él lo mismo.

—Buenas. ¿A qué debemos este honor? —Kondrátiev me mira y arranca con energía.

—Me han dicho que da usted clases. Y le pregunto ¿por qué no explica mi teoría de los ciclos económicos que se repiten cada 40 o 60 años?

—Bueno, no sé, yo no hago cursos de economía, preguntéselo a Carranza, o al ministro Zavala, a Castilla o a Segura. ¿Por qué me lo pregunta a mí? —El ruso ni me ha escuchado. Se ha puesto a mirar la estantería y, entre mis libros, encuentra uno.

—Conoce usted a Braudel, el francés. Ya está en donde estoy yo. Y no me puede decir que no conoce lo de la longue durée. ¿Entonces?

Me oigo responderle.

—Claro, pero es la versión de los ciclos para historiadores y sociólogos.

El ruso prosigue con un tono entre profesoral e irónico.

—“Los intelectuales socialistas latinoamericanos se creen autónomos y aplican políticas sociales y económicas sin tomar en cuenta el sistema financiero mundial” (Wallerstein). Lo interrumpo.

—Puede ser, pero ¿tendría la amabilidad de decirme un caso concreto? —El ruso pega un salto.

—¿No sabe usted que el ciclo A de alza arranca en 1945 y se detiene en los años sesenta? Lo principal fue que Estados Unidos, después de la guerra, reconstruye la Europa occidental y el Japón, y deja a los soviéticos a su suerte. Y ustedes en América Latina, no hacen nada grande y se vuelven subjetivos e ideológicos.

—Le repito, doctor Kondrátiev, ejemplos, nombres propios, spasibo. Por favor.

—¿Ejemplos? Raúl Prebisch, la CEPAL, los dependentistas, Dos Santos, Cardoso, Frank, Samir Amin, ¡revolucionarios del tercer mundo!

—Diablos, ¿qué nos reprocha usted?

—Están siempre descolocados —dice casi a gritos Kondrátiev.

— ¿Y qué es lo que nos recomienda?

—Pero ¿es que no saben que están todavía en un ciclo A, de alza? ¿Y que va pronto a terminar? Hacia el 2020. ¿Y qué hacen? Se pelean entre sí. Por minucias, quién es o no miembro del BCR. Y hacen todo al revés, tienen urbanización antes que industrialización. Dejan irse sus mejores cerebros a universidades extranjeras. Y ahora están en la pequeñez del “costo/beneficio”.

—Insisto, ¿qué nos falta?

—Grandes obras, señor peruano. Y reeducar los recursos humanos para que, como en India y China, absorban la ciencia mundial que no tiene dueño propio. Su país, que puede ser fuerte en el biopoder que se avecina, debe dar el salto a la cuarta revolución industrial desde la ciencia y la química, los medicamentos, experimentando en laboratorios y con la ciencia de la vida —me grita Kondrátiev, con toda la energía que tienen los rusos, y sobre todo cuando son genios incomprendidos.

—Para eso se necesita otra clase dirigente —le digo.

—En eso le doy razón. Pero puede haber un cambio de mentalidad. Se entusiasman cuando viven la fase B. ¡O sea tarde! Solo sueñan en las inversiones extranjeras y no admiten que la reestructuración capitalista del mundo ocurre fuera, en América, China.

—Bueno, cuando viene el FMI y nos dice…

Kondrátiev se pone histérico.

—¡Pero si todo lo que hacen es introducir los dispositivos imperialistas! ¿No se dan cuenta de que los provincianizan? No son ustedes centros de producción, todo lo que les interesa a los de afuera es el bajo costo del trabajo. ¿Cómo le dicen a sus mujiks? ¿Cholo barato?.

—Kondrátiev, usted exagera —me atrevo a decirle.

—No señor. ¿No se da cuenta de que la ideología liberal está agonizando tanto como su vieja izquierda? ¿No se da cuenta de que sus socialistas son conservadores? En Perú, se les viene una fase B, con Trump.

—¿Una revolución, entonces? Tengo entendido que a usted… (Iba a decir, lo mataron, pero me callo).

— No, claro que no. Eduquen a su pueblo. Los que llegan allá —y señala el cielo— nos cuentan que sus paisanos son capaces, pero el sistema exterior los divide y desintegra. No viene el socialismo. Viene un mundo poscapitalista. La historia no garantiza nada. La fase B puede durar decenios de decenios.

 

En fin, se despide: “¡Vsego nailuchshego! Te deseo lo mejor”. Claro está, con entrevistas a los muertos van a creer en Lima que estoy mal de la azotea.

 

Hugo Neira

 
Hugo Neira
14 de noviembre del 2016

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