Giancarlo Peralta

No más tontos en un país rico

El populismo de izquierda hunde las economías

No más tontos en un país rico
Giancarlo Peralta
08 de octubre del 2025

 

Los actos delictivos se incrementan constantemente con un significativo saldo de pérdida de vidas humanas en el país. Los delincuentes actúan con ferocidad y sin miramiento alguno. ¿Por qué el gobierno se muestra incapaz de repeler esta avanzada de la criminalidad?

Surgen muchas interrogantes acerca de la poca efectividad de las medidas implementadas por el gobierno para hacer frente a la criminalidad, inclusive, se especula de que habría cierta complicidad para generar un clima de incertidumbre y desazón en la ciudadanía con la finalidad de que ésta emita un voto emocional de rechazo a todas las instituciones. 

El quiebre de la confianza de la ciudadanía en el aparato del estado lo hace prescindible. Las personas naturales y jurídicas se preguntan para qué pagamos impuestos si ni siquiera son capaces de brindarnos protección frente al delito. Ergo, se acrecienta la insatisfacción y la indignación, por consiguiente, cualquier opción política que refleje –aunque sea discursivamente– una opción de ruptura podría terminar siendo aceptada y ocupar el sillón de Francisco Pizarro, por más que la población se arrepienta al poco tiempo de que asuma el poder. Ya sucedió con Pedro Castillo, un escenario indeseable que podría volver a repetirse en el 2026.

La mejor manera de inmunizar –sobre todo a los jóvenes– ante propuestas populistas y demagógicas que terminan ofreciendo “el oro y el moro” al elector. Es contarles un poco de la historia de lo acontecido en el país. Mejor todavía si les pide que corroboren en sus celulares la información que se les alcanza.

El Perú ha tenido momentos de auge y también de crisis profunda. Los períodos de auge coinciden con las etapas en que se produjo una gran demanda de nuestros principales productos de exportación –como en la actualidad, metales como el cobre y el oro–. Pero también, si en simultáneo se registró estabilidad política y una visión de hacia dónde deben conducirse los destinos del país.

Cuando se careció de visión el país creció, pero se despilfarraron los ingresos. Como durante el gobierno del Gral. Juan Velasco Alvarado, el sueño revolucionario fracasó luego de siete años de expropiaciones que generaron un estado elefantiásico donde los privilegiados eran quienes accedían a un puesto de trabajo estable que generalmente eran improductivos. O como en la actualidad sucede con Petroperú, ese engendro creado el 24 de julio de 1969 que sólo genera pérdidas cuando mucho más rentable es invertir en educación o salud pública de calidad. Primero fue la construcción del oleoducto nor–peruano, por entonces, hicieron creer a la población que seríamos algo así como la nueva Arabia Saudita de Sudamérica, que sobrepasaríamos en producción a Venezuela (si sigue el gobierno mafioso de Maduro quizás en unos años más los sobrepasemos por la caída constante de su producción y no por el aumento de la nuestra). Publicidad estatal hizo que obreros se bañen en petróleo para un spot televisivo en el pozo Trompeteros en la selva de Loreto, todo fue un vil engaño, porque la temperatura con que emana el petróleo suele superar los 80 grados de temperatura. Fue otra mentira del populismo de izquierda.

Décadas después, el “Capitán Carlos” de la base “Los Cabitos en Ayacucho, Ollanta Humala, gana las elecciones del 2011, llamando a la población de Cajamarca a elegir entre el oro o el agua, y ofreciendo un gas a S/ 12 en el sur del país. No cumplió con ninguna de esas promesas electorales. El último gran demagogo fue Pedro Castillo, con su eslogan de campaña “No más pobres en un país rico”, profecía que sólo cumplió para su entorno amical y familiar.

El populismo de izquierda ha hundido las economías de países como Venezuela que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, ha hecho retroceder a Colombia y casi quebró a la Argentina, se coludió con la corrupción proveniente del Brasil y ralentiza la economía enarbolando la defensa de los derechos de la criminalidad y abandonando al ciudadano de a pie. El 2026, la izquierda debe ser expulsada del gobierno por los votos de la ciudadanía que tendrá que vigilar su decisión para hacerla respetar. Lamentablemente, los organismos electorales no son confiables por lo que se debe estar alerta.

Giancarlo Peralta
08 de octubre del 2025

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