Eduardo Zapata

La esperanza es lo último que se pierde

Para enrumbar a la libertad a punto de ser perdida

La esperanza es lo último que se pierde
Eduardo Zapata
11 de agosto del 2021


No es nada común que los hablantes nos vayamos preocupando sobre el origen y dimensionamiento de una serie de locuciones que empleamos habitualmente. Sean refranes, máximas o frases hechas. Nos contentamos con que ellas satisfagan nuestras necesidades expresivas. Y ello ocurre con la expresión “La esperanza es lo último que se pierde”.

Respecto a esta expresión solemos –por ejemplo– vincularla simplemente a una suerte de fe irracional. A propósito del amado fútbol y los puntos clasificatorios solemos hacer malabares matemáticos e imaginar escenarios casi inverosímiles para no perder esa fe ciega: “La esperanza es lo último que se pierde”. Si A le gana a B y C empata con X y nuestro equipo gana, ante una escuadra tradicionalmente ´invencible´, la habremos de emplear. Esperanza que sabe más de onanismo mental que de realidad. 

Pues bien. Resulta que es altamente probable que la expresión aludida nos remita al mundo mediterráneo y la mitología griega en particular. Siglos, siglos atrás. Que nos remita a otra famosa expresión: “La caja de Pandora”. Esta última usada en el sentido de lo ´no esperado´. Del pequeño hallazgo que nos remitirá a alguno o algunos más grandes y significativos.

Y es que efectivamente la Caja de Pandora está asociada –desde su origen– a la sorpresa. Al recipiente del cual brotará una narrativa casi sin fin, teñida –en nuestro imaginario– de lo desconocido y acaso escandaloso. “¡Se ha detectado una caja de Pandora con esta revelación!” es expresión más que común entre nosotros. Pero no hay en la locución originaria nada taxativo de fe desesperada o irracional. Hay sí una suerte de misterio o sorpresa, pero previsibles al fin y al cabo.

Ocurre que la mitología griega nos habla de un regalo del rey de todos los dioses, Zeus, a Pandora (hermosa mujer creada por Hefesto, dios de la forja y del fuego, así como de los herreros, los artesanos, los escultores, los metales y la metalurgia). Pandora es presentada a un hermano del enemigo de la lucha por el poder en los cielos –Prometeo– y al cual Zeus odiaba por haber dado a los hombres el fuego. Ellos se casan y a Pandora Zeus le obsequia un ánfora (que devino después en ser nominada como ´caja´). ¿Qué contenía el recipiente? ¡Todos los males de la humanidad! Y al fondo de la caja –sin necesaria marca positiva– la esperanza, según muchos bajo la forma de un ave.

Sabedor Zeus de la curiosidad humana no dudó de que la caja –a pesar de sus ´advertencias engañosas´ de no ser abierta–, habría de serlo, se desatarían los males y con ello castigaba a su enemigo, que se había atrevido a robarle el fuego y dárselo a los comunes humanos. Con ello –es lógico– esos humanos adquirían una herramienta esencial para su supervivencia sin acudir al auxilio divino. Ante tal menoscabo de Poder, Zeus –aparte del castigo directo a Prometeo– urdió el engañoso regalo para castigar no solo a Prometeo sino a la humanidad toda.

De allí que Nietzsche o el mismo Shakespeare asociaran la palabra esperanza a lo negativo. “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre” nos advertía Nietzsche. 

La caja (el ánfora) contenía males  (la vejez, la fatiga, la enfermedad, la locura, el vicio y la pasión), pero también –en el fondo– la esperanza.

Si reparásemos en el origen de la expresión la vincularíamos de inmediato con la política, el Poder y las dictaduras. Y con la libertad. Pues a pesar de todos los males que se vayan revelando, habrá siempre al fondo de la Caja de Pandora –impedida de volar– un ave que una vez liberada nos podrá devolver la verdadera esperanza. Aquella que –sin matemáticas alquímicas de por medio– pueda garantizarnos una supervivencia ciudadana y una vida libre de tiranía.

Toca a todos una revolución interior para ser esa ave. Capaz de desprenderse de la vejez, la fatiga, la enfermedad, la locura, el vicio y la pasión y liderar en conjunto y con prontitud el rumbo a la libertad a punto de ser perdida. Esta esperanza no es, entonces, fe ciega: es racionalidad urgente.

Eduardo Zapata
11 de agosto del 2021

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