Manuel Gago

¿Dónde está el orgullo nacional?

Castillo avanza y la oposición se detiene

¿Dónde está el orgullo nacional?
Manuel Gago
03 de agosto del 2022


El orgullo nacional, el que la población siente como suyo, no logró sobrevivir el pasado 28 de julio. Que Pedro Castillo –con ese talante que caracteriza al caciquismo nacional– haya salido airoso después de los protocolos por las Fiestas Patrias es una muestra. Claro, contra el deseo de cierta oposición, Castillo como gobernante merece las consideraciones que el cargo otorga; pero, ¿cuáles son los límites? ¿Hasta cuándo durarán las adulaciones de su entorno y muestras públicas de prepotencia y altanería?

Resultan demoledoras las cinco acusaciones que se investiga en el Ministerio Público, el cargo pendiente por traición a la patria y las otras investigaciones fiscales contra sus parientes y allegados. Pero, ¿cuánto más de desgobierno puede soportar la población? ¿Qué tendría que hacer Castillo para rebasar esa extraña y alarmante indiferencia nacional? 

Apoderarse del país parece ser fácil; lo sabe la inteligencia cubana que rodea a Castillo. El Gobierno avanza en su propósito de acumular poder, mientras que la oposición se estanca y hasta comienza a perder credibilidad. El conformismo nacional va tomando cuerpo. Los ataques al Congreso de la República y a la prensa surten efecto. La potente arma de confusión entroniza a Castillo. Ciertos medios y sus protagonistas no plantan banderas democráticas y libertarias como se esperaba. La ambivalencia es también ¿parte del orgullo nacional?     

La mayoría poco entiende que el Parlamento es un foro político en donde se debaten posiciones, establecen alianzas y promueven acuerdos. Las opiniones de los congresistas son políticas, condicionadas a sus ideas y creencias, libres de cualquier mandato. En el hemiciclo, el pasado 28, con todo derecho, haciendo uso de su libertad, abandonaron sus curules y le dieron la espalda y espetaron agravios contra Castillo. Así funcionan los parlamentos. Las delicadezas del té de tías no existen en los foros políticos, convertidos hasta en mataderos. El sarcasmo fino –para romper tensiones y aliviar enfrentamientos–, la ilustración y la docencia no existe en sociedades con bajos niveles democráticos. La furia del opositor es la respuesta al cinismo del gobernante. Así estamos. Y el orgullo nacional sigue hacia adelante 

Además, los errores de Castillo no son tales; son parte de un libreto y plan de distracción, del paso atrás para tomar impulso, para tantear la reacción de la oposición, para validar el talante de las mayorías frente a la posibilidad de un gobierno totalitario, sometido a un poder extranjero. La acumulación de fuerzas, pocas pero suficientes en posiciones estratégicas para dominar, está en camino. Las Fuerzas Armadas y Policía Nacional son rendidas, acorraladas, secuestradas. El orden constitucional, la soberanía e independencia que deberían proteger, están en peligro. Los ascensos realizados previo pago –según reveló Bruno Pacheco en la Fiscalía– servirán para que las armas sean usadas contra la disidencia, cuando el marxismo extremista se consolide sin dar un paso atrás. Por la coartada de la inseguridad ciudadana, los Comités de Autodefensa serán parte de la primera línea de ataque y defensa del totalitarismo, la fuerza que impulsará en las calles la asamblea constituyente que no es olvidada, todo lo contrario: es la piedra angular del totalitarismo comunista. Con Castillo o Dina Boluarte peligran las elecciones municipales y regionales. Ya veremos si la mayoría reacciona y lo impide.    

El descrédito contra la oposición continuará. Y para invalidar las investigaciones contra Castillo, la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, será el blanco de ataques despiadados. A la progresía –la también responsable de la presidencia de Castillo, la que espera su oportunidad con su caída– no le importa la falsedad de sus dichos. Importa el impacto en la población. Y en un país, en donde la irresponsabilidad es también parte del orgullo nacional, lo dichos se transmiten con enorme desvergüenza.

Manuel Gago
03 de agosto del 2022

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