Berit Knudsen
Oro a US$ 4,000 la onza: precio del desorden global
Récord refleja la desconfianza en el sistema financiero global.

El oro marcó un récord de US$ 4,000 la onza. Este fenómeno representa el síntoma de un sistema global tensionado, expansión monetaria sin precedentes y creciente pérdida de confianza. Este incremento se explica por la confluencia de desequilibrios fiscales, exceso de dinero, deuda insostenible, inflación crónica y desconfianza en las instituciones monetarias.
El punto de quiebre fueron las millonarias emisiones entre 2020 y 2021, evitando el derrumbe del sistema financiero durante la pandemia. En Estados Unidos, la masa monetaria creció 27 %, el más alto en la historia moderna. Pero el dinero sigue circulando, empuja precios de activos, distorsiona su valor real, con una economía aparentemente fuerte y una liquidez artificial. La Reserva Federal intenta reducir una masa por encima de los niveles de 2019 y el dólar pierde solidez, multiplicando billetes para evitar una crisis bancaria.
Las políticas de emergencia debilitaron al dólar, aunque representa el 58% de las reservas mundiales, el euro el 20%, el yen 5.3% y la libra esterlina 4.9%. El mundo sigue usando la divisa estadounidense, pero no como refugio.
Los gobiernos gastan más de lo que ingresa, creando dinero, deuda o impuestos para financiar el déficit. Esa combinación mantiene la maquinaria en movimiento, pero alimenta una inflación de 4,5 % a nivel mundial, según el FMI. La deuda es el nuevo lenguaje del poder: Estados Unidos con 118% sobre su PBI, destina 18 % de sus ingresos al pago de intereses. En Europa, la deuda italiana representa el 137% del PBI, 110% en Francia, 107% en España y 105% en Bruselas. El déficit del fondo de pensiones en España representa el 500% de su PBI. El país más endeudado es Japón con 240% pero una tasa de interés inferior al 1%. Cada punto multiplica el peso del endeudamiento, reduciendo el margen fiscal.
Los mercados se separan de la economía real. Las bolsas suben, los inmuebles se encarecen y el oro alcanza niveles récords, pero la productividad se estanca. Los precios aumentan por exceso de liquidez y el dinero busca refugio sin crear valor. Esta distorsión refleja desesperación por mantener el poder adquisitivo en un sistema inflado.
El oro es el refugio simbólico de un mundo que no confía en el dinero. Su uso industrial es marginal pero su valor psicológico es universal. China compró US$ 11,000 millones en oro en un año, y los fondos institucionales invirtieron US$ 60,000 millones en 2025. Polonia, Turquía, India y otros países emergentes acumulan reservas a un ritmo récord. Los bancos centrales hablan de estabilidad, pero apuestan al metal como garantía demostrando desconfianza en el sistema que administran.
La clase media, soporte de toda democracia, sufre las consecuencias. En países con inflación “moderada” el poder adquisitivo se redujo 32% entre 2020 y 2025. Los precios suben más que los ingresos, con impuestos visibles e invisibles multiplicándose. Los Estados, máquinas de deuda, recortan inversiones para pagar intereses y sostener una creciente burocracia ineficiente. Los gobiernos ofrecen Estados de bienestar con costos que no pueden cubrir, aumentando el déficit.
Los bancos centrales evalúan monedas digitales, evolución tecnológica del dinero, permitiendo una trazabilidad total. El yuan digital chino supera los siete billones transados; Rusia lanza su rublo digital; Europa avanza con el euro digital y Estados Unidos regula las stablecoins como paso previo. El argumento es la eficiencia, pero el riesgo es perder la privacidad financiera. Mientras el mundo se refugia en el oro por desconfianza, el dinero digital se impone por conveniencia y el precio es la libertad.
El oro en US$ 4,000 la onza no es accidental. Refleja un sistema agotado que no retira circulante del mercado para evadir la crisis. Demuestra que el crecimiento global descansa sobre deudas y promesas sin producción real. Los gobiernos imprimen billetes y algoritmos para vigilar transacciones, pero la clase media paga la factura: menos poder adquisitivo, más impuestos y menos libertad. El valor del oro expresa esa desconfianza.
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