Alejandro Arestegui

Economía e idiosincrasia van de la mano; la política, no tanto

Dos países en crisis política, dos realidades económicas distintas

Economía e idiosincrasia van de la mano; la política, no tanto
Alejandro Arestegui
10 de octubre del 2025

 

Esta columna es una reflexión personal acerca de un fenómeno cotidiano, diario y espontáneo, pero a la vez tan complejo como lo es el proceso económico. Es de conocimiento general que nuestro país vive periodos de inestabilidad política y de conmoción social producidas por la inseguridad. Sin embargo, en el extranjero nuestro país es alabado por ser un baluarte de la estabilidad económica en la región. En estas líneas quiero reflexionar sobre por qué el Perú sigue siendo un país con gran potencial y de por qué es lo contrario a países con una mentalidad distinta como Francia, los cuales están en la senda contraria. En otras palabras, camino al decrecimiento.

Comencemos primero por Francia. El señor Sébastien Lecornu (recién nombrado primer ministro en el país galo) sólo ha durado 26 días en el cargo. De hecho, Lecornu ha pasado tan sólo un tercio del tiempo de su predecesor Michel Barnier. Para encontrar un gobierno tan endeble que dure un tiempo tan efímero tendríamos que remontarnos hasta 1924. A pesar de que se ha visto en el mundo numerosas “muertes políticas” bastante rápidas, este quizás sea uno de los que rompan récords. Tras Michel Barnier y François Bayrou, Lecornu renunció como un mártir, seguramente tratando de ser recordado como alguien que prefirió sacrificar su carrera política a cambio de decirle una verdad incómoda a la gente. 

Esto sólo significa una cosa, Francia está atravesando otra grave crisis política e institucional. Prácticamente hace imposible la gobernabilidad a corto y mediano plazo; y esto puede ser bastante perjudicial en un sistema de país unitario como lo es Francia. Pero lo peor no termina aquí, esta sólo es la punta del iceberg de una crisis mucho más grave que erosiona la confianza y credibilidad del gobierno francés en todas sus esferas y que se remonta a décadas atrás. Como ya lo indiqué en columnas anteriores, Francia está a punto de convertirse en un estado insolvente y financieramente inviable. La que es la segunda economía más grande de la unión europea ya se encuentra en crisis, pero los únicos que se niegan a verlo son los propios políticos franceses. 

Tal como lo indiqué en una columna hace dos meses, la clave para la recuperación económica francesa pasa por numerosa inversión privada y un tajante recorte del gasto público. Ninguna de estas dos medidas se han implementado aún; y el tiempo sigue corriendo. Toda esta severa crisis hace tambalear a la presidencia de Emmanuel Macron. Sin embargo, este elige mantenerse a toda costa en el poder, para lo cual le queda muy estrecho margen para negociar para tratar de salvar lo que ha sido una nefasta administración.

Ahora pasemos a nuestro país. El pasado 9 de octubre se presentaron en el Congreso casi simultáneamente cuatro mociones de vacancia contra la presidente Dina Boluarte. Los motivos que sustentan una moción de vacancia contra Dina podrían ser muchos, desde incompetencia a resolver los asuntos públicos, nepotismo, tráfico de influencias…. incapacidad moral plena. Sin embargo, los últimos pedidos de vacancia se sustentan en su incapacidad para contener la terrible ola de violencia e inseguridad que atraviesa el país y sobre todo la capital. Recordemos que el Perú es un ejemplo de inestabilidad política no sólo en la región sino también en el mundo. En caso de ser vacada Dina, tendríamos el récord Guinness de haber pasado en el cargo 8 presidentes en menos de 10 años. Aunque este significaría quizás también otro galardón para nuestro país luego del tan afamado premio a mejor desayuno del mundo.

Sin embargo, no todos son noticias negativas. El hecho que tengamos políticos tan corruptos, incompetentes, ineficientes y carentes de cualquier ideología no han frenado el desarrollo económico del país. A la vez que Perú es un caso paradigmático de inestabilidad en el poder ejecutivo, es a su vez el paradigma de un banco central independiente y sano, que a la vez posee la moneda más estable de toda la región. En internet se puede encontrar innumerables análisis de la crisis política a todos los niveles, sumado al asombro de muchos por el trágico destino que generalmente atraviesan nuestros ex mandatarios. Sin embargo, también navegando en las redes podemos hallar numerosos halagos y comentarios muy positivos acerca de la resistencia y competitividad de la economía peruana.

Si han llegado hasta aquí podrán ver que hay dos paradigmas y concepciones totalmente distintas. Por un lado, tenemos a Francia, que además de estar atravesando por una severa crisis política también ve su economía mermada e incluso, peligrando hacia el abismo de la insostenibilidad. Por el otro lado tenemos al Perú, que, aunque atraviese crisis políticas igual de graves que Francia, sigue teniendo una economía robusta y una divisa envidiable por todos sus vecinos. Muchos dirán que esta comparación es engañosa ya que estamos comparando a una economía del primer mundo (y de las mayores en PBI) frente a una economía emergente pero más pequeña como la peruana. Sin embargo, dichas comparaciones son válidas desde el momento en que la Unión Europea existe y encontramos tanta igualdad de ingresos entre sus propios estados miembros como Alemania frente a Grecia.

Lo interesante aquí es analizar las mentalidades, dos idiosincrasias diametralmente distintas una de la otra. Mientras el peruano, en reglas generales, es trabajador, ahorrativo y posee el espíritu emprendedor y de progreso, el francés es totalmente distinto. Décadas de socialismo y de concertación socialdemócrata en Francia han provocado una ciudadanía aletargada, la cual espera que el estado resuelva la mayoría de sus necesidades. Francia (así como la mayoría del viejo continente) han perdido cualquier espíritu de progreso e innovación empresarial; y a pesar de que poseen mucho más capital y recursos que Latinoamérica, no saben aprovechar sus ventajas y caen en el despilfarro y la ineficiencia. Noticias engañosas nos vendían estados de bienestar gigantescos que iban a durar para siempre y que no hacían otra cosa que mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de clase media. Sólo dos décadas después podemos observar cómo este espejismo se desvanece y hace que el supuesto estado de bienestar francés sea inviable y totalmente deficitario, como un colador que deja escapar todo el líquido por cualquier lado.

Por otro lado, no pensemos que Francia se salva en materia monetaria por el hecho de usar el euro. Por el contrario, el hecho de estar supeditado a las reglas del banco central europeo hace que el estado francés nada más pueda financiarse subiendo los impuestos o emitiendo deuda. El problema es que esta deuda cada vez es menos valiosa debido a que el riesgo de impago a mediano y largo plazo de Francia crece como la espuma. Por otro lado, el gobierno francés se ve acorralado porque aumentar los impuestos destruiría lo poco que queda del tejido industrial y empresarial francés, pero a su vez tampoco puede reducirlos porque se quedaría sin ingresos. Ante cualquier mínima reducción de gasto, la calle se viene encima y Francia arde en días e incluso semanas de protestas. Pareciera que existen partidas presupuestarias que son totalmente intocables, casi sagradas para la mayoría en Francia ¿Cuál es lo peor de todo? Que, durante todos esos días de conmoción social, la economía se paraliza y millones de euros se pierden por falta de actividad económica.

Como conclusión, el hecho de tener crisis políticas continuas no impide que un país enfrente la adversidad y luche para progresar. Tal como lo dijo Agustín Laje algún tiempo atrás: el Perú podría bien ser una nación anarcocapitalista, crece al margen de los políticos y de su sistema estatal. Simplemente no los necesitamos, el aparato burocrático peruano termina siendo un lastre por su ineficiencia e ineptitud. Sin embargo, el gobierno tampoco nos da las herramientas y mecanismos para podernos defender ante amenazas mucho mayores: hablo de la incapacidad del estado para hacer su función más básica y razón primaria por la cual fue creado en tiempos de Hobbes: brindar seguridad a sus ciudadanos. Mientras este problema no se resuelva, lamentablemente tenemos que seguir siendo obedientes del estado y de la tímida protección que nos ofrece. Sin embargo, espera que algún día esto cambie y podamos prescindir de ellos incluso para defender lo más básico: nuestra vida, integridad, propiedad privada y libertad individual.

Alejandro Arestegui
10 de octubre del 2025

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