Alejandro Arestegui
Un propuesta difícil de aceptar
El plan de paz estadounidense para Ucrania
Dentro de un par de meses la guerra de Ucrania va entrar al quinto año de desarrollo. Ambas partes están desgastadas y las potencias involucradas llevan meses negociando el fin de la guerra. Estados Unidos bajo la administración Trump se está caracterizando por elaborar masivos planes para el cese de numerosas guerras y conflictos alrededor del mundo. Ucrania no es la excepción y durante las últimas semanas se está hablando sobre un plan de paz con Rusia. Sin embargo, rondan los cuestionamientos acerca de este, algunos incluso llegan a decir que este plan podría ser perjudicial para Ucrania. Veamos el porqué.
La administración Trump en las últimas semanas ha presentado su plan que consta de 28 puntos para poner fin a la sangrienta guerra ruso-ucraniana que comenzó con la invasión de las huestes de Putin en febrero de 2022. Hay que hacer la aclaración de que el plan de paz no es uno consensuado, sino que proviene directamente de la propia iniciativa estadounidense. Comencemos entonces por desglosar este plan el cual ha sido bastante cuestionado en los medios occidentales. El plan comienza “confirmando” la soberanía ucraniana. Sin embargo, los primeros puntos del plan no concuerdan con dicha declaración, pues Ucrania tendría que renunciar de forma irremediable a las regiones de Crimea, Lugansk y Donetsk en favor de Rusia. La anexión de estas regiones significa que todo el Donbass pasaría a control ruso, lo que incluye territorios que aún no han sido capturados por el ejército invasor. La región de Kherson pasaría a ser la frontera entre ambos países.
Ciudades importantes que fueron invadidas en 2022 como Mariupol, Melitopol o Berdyansk pasarían a control ruso sin ninguna prerrogativa a favor de Ucrania. Gran parte de este nuevo territorio ruso tampoco sería administrado totalmente por ellos, ya que esto significaría la conformación de una zona de amortiguamiento. Geopolíticamente Ucrania sería muy perjudicada, no sólo por la pérdida de 3 de sus regiones, sino también por consecuencias geográficas como la pérdida de acceso al mar de Azov. Otra consecuencia nefasta para Ucrania vendría del lado energético, pues tendrían que ceder permanentemente la central nuclear de Zaporiyia.
Dentro del primer borrador también se contemplaba restricciones a nivel de orden internacional. Una reforma constitucional para que Ucrania no pueda ingresar a la OTAN, consumándose así otro de los grandes anhelos de Putin. Esta prohibición no solamente implicaría que no se pueda unir a la alianza, sino que también no se podrían desplegar equipo ni tropas de la OTAN en suelo ucraniano. Esto obviamente, es un ataque directo a la soberanía ucraniana y un impedimento para que los propios ciudadanos puedan decidir qué alianzas estratégicas establece su gobierno. Esta garantía, por otra parte, no garantiza una nueva invasión rusa a futuro. Tenemos un precedente negativo, ya que con la invasión de 2022 Rusia vulneró la firma del memorándum de Budapest de 1994.
Por otro lado, Rusia saldría bien librada de los cuestionables actos que ha realizado desde 2022. Estados Unidos le estaría garantizando una reintegración casi completa a la comunidad internacional, no sólo en el plano diplomático, sino también en lo económico. Eso claramente implicaría el levantamiento de la mayoría de sanciones y embargos; pero también consecuencias como dificultades para perseguir los crímenes de guerra rusos. La única exigencia que se le estaría haciendo a Rusia sería la inversión de unos US$ 100,000 millones en el fondo de reconstrucción de Ucrania. Pero el acuerdo habla de inversión, no de compensación.
¿Y dónde entraría a tallar Europa en todo esto? Pues prácticamente ningún lado, al menos en el primer borrador que se había presentado. De alguna forma el gobierno estadounidense quiere demostrar que Bruselas no tiene capacidad de negociación y que si hemos llegado hasta este punto es en gran parte por su inoperancia y falta de decisión. Aunque esto sea cierto, no tendría por qué dar una lección a los europeos perjudicando a terceros como a Ucrania.
Este tratado y forma de negociar de la administración Trump ha generado también descontento en ciertos funcionarios estadounidenses. El general Keith Kellogg, el que hasta ahora era el enviado especial de la Casa Blanca para Ucrania y un funcionario cercano a Trump, no volverá a su puesto tras las vacaciones de Navidad. Ahora quién está tomando las riendas en la negociación es Steve Whitkoff, que durante esta semana se ha reunido con funcionarios rusos, y ahora hará lo propio con los ucranianos en la próxima semana.
Muchos se preguntarán entonces qué es lo que queda para poder salvar la dignidad y el bienestar de un país tan dañado por una invasión injustificada. Esto es una llamada de atención para los líderes europeos, los cuales deben de intervenir en favor de Ucrania y de sus propios intereses. Por otra parte, bregar por una resistencia ucraniana y esperar ataques más certeros que dañen la llama armada infraestructura rusa podrían dañar a la economía de Moscú. A pesar de lo que muchos propagandistas informan, Rusia no está atravesando por un momento positivo, ellos también están interesados en negociar ya que recién las sanciones económicas están surtiendo efecto. Este año el banco central ruso pronostica un crecimiento anual de 0.9%, casi 3 puntos por debajo de lo que creció en 2024. Esto significa que Rusia puede ya no sólo contraer su economía, sino que puede incluso empezar a decrecer. La guerra no favorece a nadie, esperemos que las negociaciones lleguen a buen puerto y podamos ver en este próximo 2026 el cese de otro conflicto.
















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