Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Es incuestionable que el indulto humanitario otorgado al ex presidente Alberto Fujimori organizará un nuevo escenario político nacional, recomponiendo la situación de los partidos y actores políticos. Si desde el inicio del Gobierno, la administración pepekausa hubiese apostado a expresar los resultados electorales de las elecciones del 2016 y, como parte de esa apuesta, otorgado el indulto al ex jefe de Estado, es evidente que hoy el Perú habría alcanzado niveles de gobernabilidad muy superiores. Ese no fue el camino y el presidente Kuczynski fue debilitándose hasta verse obligado a conceder la gracia presidencial, tal como acaba de suceder.
Sin embargo el nuevo yihadismo antifujimorista —de incuestionable, naturaleza antidemocrática— que considera posible organizar una democracia con la exclusión y veto del fujimorismo, utilizará el error pepekausa para intentar, una vez más, polarizar a la sociedad.
Desde la caída del fujimorato y luego de la formación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), a inicios del nuevo siglo, en el Perú venimos hablando de reconciliación, no obstante que la polaridad fujimoristas versus antifujimoristas ha crecido con increíble intensidad en los últimos quince años y hoy empieza a devorarse las instituciones y la democracia. Así lo contemplamos en el reciente proceso de vacancia presidencial, que no prosperó por la abstención de diez congresistas de Fuerza Popular.
En este contexto, vale preguntarse, ¿por qué el informe final de la CVR del 28 de agosto del 2003 solo ha alentado la polaridad fujimoristas versus antifujimoristas? La respuesta es simple: porque, al margen de los aspectos positivos del informe, el documento expresa la visión ideológica de la izquierda, que pretende demonizar al fujimorismo como el origen de todos los males. La famosa tesis de que durante el fujimorato hubo “una violación sistemática de derechos humanos” no obstante que, en esos años, hubo la movilización campesina más impresionante de nuestra historia contra el terror, es la base teórica del artificio jurídico que se utilizó para condenar a Fujimori por “autoría mediata”.
La izquierda logró que este mensaje pasara, sobre todo, a las nuevas generaciones e impregnara los sentidos comunes de los medios. El resultado: esta especie de guerra de religiones laicas entre antifujimoristas y fujimoristas que empieza a fagocitarse a las instituciones democráticas.
El informe y la conducta de la CVR en Perú es absolutamente contraria, por ejemplo, al espíritu con que La Comisión para la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (Truth and Reconciliation Commission) abordó la reconciliación nacional luego de décadas de apartheid y miles de muertos y desaparecidos. La grandeza de Nelson Mandela para perdonar y reconciliarse con sus adversarios hoy explica la grandeza política, económica y social de Sudáfrica, convertida la locomotora del continente africano. Más cerca de nosotros, la Guerra Civil Española fue una de las guerras más cruentas del siglo XX y causó alrededor de 200,000 muertos, enfrentando partidos, familias y amigos. Sin embargo, los españoles fueron capaces de reconciliarse, desarrollar pactos políticos y construir la democracia española que permanece incólume frente a todas las crisis. Sin ir demasiado lejos, los hermanos chilenos superaron los enfrentamientos causados por la dictadura de Pinochet, se reconciliaron y hoy sostienen una de las democracias más avanzadas en la región.
El indulto al ex presidente Alberto Fujimori, entonces, representa una enorme posibilidad de apostar por la reconciliación y la superación de la polaridad política que ahoga a la democracia. Luego de la caída del fujimorato la transición política sancionó a un grupo vencedores y a otro de vencidos; pero el electorado y la sociedad, de una u otra manera, se han pronunciado por voltear la página de los vencedores y escribir otra en la que no hayan triunfadores, en la que todos sean protagonistas de una misma comunidad política. El indulto a Alberto Fujimori, pues, es un enorme paso en ese sentido. Los únicos que se oponen a esta camino son los yihadistas antifujimoristas que promueven la polaridad política y la guerra, porque es la única manera que hoy tiene el colectivismo de intentar llegar al poder para ahogar las libertades.
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