El agro sigue diversificándose

El boom de la agroexportación y sus encadenamientos productivos

En medio del frenazo económico que vivimos, nos llegan dos buenas noticias: Comexperu ha informado que pronto el Perú exportará arándanos frescos a Estados Unidos y Canadá, y Adex ha reportado que la exportación de ajíes y pimientos (capsicum) creció 21% en el norte del país durante el primer semestre, respecto al mismo período del 2014. Ambos anuncios confirman que la nueva agroindustria avanza y que la producción nacional se diversifica con el libre comercio.

El acceso del arándano peruano a esos mercados se logró -según Comex- tras cuatro años de gestiones realizadas por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). Canadá y EEUU son los mayores importadores de arándanos en el mundo, por lo que se abre una gran oportunidad para los productores peruanos de esa fruta, que hoy exportan a Bélgica, Holanda, Reino Unido y Hong Kong.

A su vez, Adex precisa que la exportación total de ajíes y pimientos ascendió en los primeros siete meses a US$129.6 millones, siendo la macroregión norte la que más contribuyó, con US$75.9 millones, cifra que significó un aumento de 21% en la producción. La Libertad, Lambayeque y Piura son las principales zonas productoras, en especial la segunda.

La agroexportación se ha convertido en uno de los pilares que sostienen la economía en el contexto de la desaceleración actual. El crecimiento del PBI en un 3.2% en Julio, según el INEI, se explica en buena medida por el aporte del sector agrícola (4%), gracias a la mayor producción de productos no tradicionales como palta (22,4%), espárrago (5,2%), cacao (11,6%), papa (6,5%), entre otros.

 

El nuevo agro exportador es fruto de la inversión privada y del mercado libre de tierras. Gracias a ellos el Perú tiene hoy una agroindustria pujante que exporta cada vez más. La papa, por ejemplo, era antes solo para el consumo interno; hoy se exporta congelada o procesada en snacks.

 

Esta realidad ha cambiado radicalmente el perfil del Perú como país exportador. Los principales productos agrícolas que exportábamos hasta hace dos décadas representan hoy menos del 10% del total de nuestras agroexportaciones. Según Comex, de los US$2,477 millones que el país exportó de enero a julio en productos agrícolas, US$2,281 fueron no tradicionales y US$195.7 tradicionales.

La inversión privada ha sido cuantiosa en el agro porque éste cuenta con un régimen laboral moderno y los inversionistas tiene plena libertad  para adquirir tierras. Gracias a ello, Ica, La Libertad y Piura se han convertido en emporios agrícolas y tienen hoy las mayores tasas de empleo formal de calidad. Según la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), el sector agrícola generó en la última década 400,000 puestos de trabajo directos y 900,000 indirectos.

 

Además, nuestras exportaciones agrarias pasaron de US$ 269 millones en 1993 a US$ 4,238 millones en el 2014, impulsando el desarrollo de sus zonas de influencia. El mayor empleo ha dinamizado el consumo y el crédito, mejorando así la calidad de vida de las familias.

De manera inexplicable, algunos congresistas pretenden liquidar el libre  mercado de tierras con el pretexto de que la propiedad se está concentrando en pocas manos. Aprobar semejante propuesta espantaría la inversión privada en ese sector y el agro regresaría tal vez a los tiempos en que el estatismo lo hundió en la miseria y el atraso.

Tal argumento denota además un claro desconocimiento de la realidad pues, como señala Comexperú, según el Censo Agropecuario (2012) el 81.8% del total de hectáreas agrícolas que hay en el país son minifundios de hasta cinco Ha, por lo tanto es absurdo hablar de una concentración de la tierra.

De otro lado, el boom de la agroindustria confirma que la explotación de nuestros recursos naturales, en este caso de las tierras agrícolas, impulsa el desarrollo de otras actividades productivas. Adex acaba de informar, por ejemplo, que solo en Piura hay actualmente 444 empresas que exportan productos diversos a los mercados del mundo.

La diversificación productiva, entonces, es ya una realidad en curso, que avanza al ritmo de la dinámica del mercado y que tiene como motores al libre mercado y el libre comercio, sin necesidad de que el estado intervenga y decida qué sectores deben ser favorecidos.