Guillermo Vidalón

Tía María: ¿qué está en juego?

El proyecto Tía María es una necesidad

Tía María: ¿qué está en juego?
Guillermo Vidalón
21 de octubre del 2019


Cuando se dan a conocer las protestas de cierto número de pobladores del valle de Tambo, en oposición al desarrollo del proyecto cuprífero Tía María, usualmente se obvia mencionar que el proyecto se ubica en una zona desértica al norte del valle. Tampoco se menciona que el proyecto no afectará a ningún poblador o agricultor porque Tía María es propietaria o cuenta con derechos de servidumbre firmes sobre el área superficial de la concesión minera.

En la zona de Tía María no hay que trasladar poblado alguno, nadie perderá su casa ni su zona de trabajo. El proyecto está al norte del valle y las operaciones de lixiviación se desarrollarán a 11 km de distancia; por lo tanto, el pregonado impacto negativo por la presencia de polvo es una mentira más que se repite una y otra vez, pero que carece de asidero y razonabilidad. Si los vientos soplan de sur a norte y, además, la minera Southern Peru cuenta con altos estándares operativos para evitar o mitigar el impacto ambiental ¿cómo se puede afirmar lo contrario?

En adición, cabe señalar que el proceso de lixiviación se lleva a cabo en muchas minas en el Perú y en el mundo, y es considerado el método de obtención de cobre más amigable con el ambiente. En la mina Toquepala (Tacna) se recupera cobre del material de baja ley desde 1995 —es decir, desde hace casi 25 años— y no se han presentado daños al ambiente.

¿Qué está en juego? La credibilidad del país como un destino serio para atraer inversiones y generar puestos de trabajo sostenibles. Sí, sostenibles. La gran ventaja de realizar operaciones mineras en un país que cuenta entre sus activos con la cordillera de los Andes, es que esta representa un gran potencial geológico que debe ser empleado como palanca de desarrollo para otras actividades económicas que también son importantes; pero que, a la fecha, no han generado excedentes suficientes como para garantizar su expansión y modernización.

La agricultura, para generar más empleo, requiere contar con infraestructura hídrica moderna que garantice la disponibilidad de agua a lo largo del año, y no solo cuando la naturaleza la provee. A través de los excedentes generados por la actividad minera se puede reorientar parte de los beneficios para la construcción de represas y pozos, modernizar los sistemas de riego y sembrar aquello que demanda el consumidor nacional o extranjero.

La discusión acerca de si Tía María va o no va resulta absurda si de la mano no hay una propuesta técnica adecuada para garantizar la disponibilidad de agua para el valle de Tambo. Si Tía María se hubiese desarrollado hace 10 años, en la actualidad se habrían acumulado recursos suficientes como para cubrir el costo de la ansiada represa, infraestructura que fue ofrecida a los agricultores por 15 gobiernos diferentes desde 1958. No es un tema ideológico, porque pasaron por Palacio de Gobierno mandatarios de todos los colores o matices políticos; es un tema de disposición de recursos económicos. La historia nos demuestra que la carencia de recursos económicos hizo imposible concretar la represa desde hace 61 años, como también nos indica que la agricultura por sí misma no lo ha logrado. Entonces, ¿por qué no establecer alianzas productivas? ¿Por qué no aprovechar el potencial del desierto y hacer sostenible la agricultura y ganadería local?

En Tía María se juegan muchas cosas: 1) La credibilidad e independencia del equipo técnico que integra el Consejo de Minería. 2) La responsabilidad del Estado respecto de un administrado que ha cumplido con lo que establecen las normas para poner en operación una concesión minera. 3) La confianza para seguir invirtiendo en el Perú y desarrollar otros proyectos que, por su magnitud, contribuirán a la generación de empleo directo e indirecto en zonas donde las fuentes de trabajo suelen ser escasas. 4) El fortalecimiento de las competencias del recurso humano nacional. 5) La concreción de un complejo metalúrgico adicional al existente, que hará que las exportaciones de concentrados de cobre sean transformadas en cátodos (99.999% de pureza), lo que agrega valor a nuestra producción.

Lo lamentable de la oposición al desarrollo del proyecto Tía María es que tiene por único objetivo alcanzar el poder. Por eso pretenden convertirlo en una herramienta para sus fines políticos, y no de la generación de fuentes de trabajo y bienestar para la población del valle de Tambo, de la provincia de Islay, de la región Arequipa y del Perú. Todos los peruanos merecen vivir en paz, con calidad de vida y con legítimas ansias de superación.

Guillermo Vidalón
21 de octubre del 2019

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