Guillermo Vidalón

Señores, ¡esa no es Keiko!

La izquierda quiere convertirla en una política sin capacidad de decisión

Señores, ¡esa no es Keiko!
Guillermo Vidalón
13 de junio del 2018

 

El discurso de la autodenominada “intelligentsia de la izquierda” con relación al fujimorismo, encabezado por Keiko Fujimori, es ciertamente oportunista y risible. El mejor análisis que se hace de Fuerza Popular es el que alude a la renuncia voluntaria de convertirse en una fuerza reformadora de corte liberal, tal como la que encabezara su padre Alberto en los años noventa.

Que en política no hay que ser ingenuos es una verdad que atraviesa todo el devenir de esta actividad. Desde el primer momento en que una persona quiso persuadir a varias apelando al bien común se hizo política. El líder es quien conduce el debate, procesa los aportes y, en caso de contradicciones al interior de su organización, toma decisiones y asume el costo político de ellas.

Keiko ha demostrado audacia, sagacidad y capacidad para tomar decisiones, finalmente ella es la lideresa de una organización política que tiene mayoría en el Poder Legislativo. En cambio Kenji, el menor de los Fujimori, puso en cuestión el liderazgo de su hermana, complotó para acabar con la mayoría absoluta de Fuerza Popular en el Congreso (organización con la que podemos tener o no simpatía). Además Kenji insinuó que Keiko no estaría a favor del indulto de su padre.

Le guste o no a la intelligentsia de la izquierda, Keiko demuestra que sabe separar las responsabilidades políticas de su propio entorno familiar, como en su momento lo hizo su propio padre Alberto respecto de su esposa, la ex primera dama y ex congresista Susana Higushi. Es obvio que hubo una crisis familiar por las disputas de poder —santas o no— en la pareja conformada por Alberto y Susana. Pero, ¿se puede responsabilizar a Keiko por las disputas de sus padres? ¿Se puede condenar a un hijo porque optó por seguir a su madre o a su padre en un proceso de separación del cual no se es responsable? Se pretende presentar a Keiko como una especie de ser inhumano e insensible porque, según la intelligentsia de izquierda, debió identificarse públicamente con su madre y distanciarse de su padre. ¿Alguien puede afirmar fehacientemente que Keiko nunca increpó a su padre lo que acontecía con su madre?

Por otro lado, la “intelligentsia de la izquierda” cuestiona que Keiko no haya utilizado su mayoría parlamentaria para presionar a favor del indulto de su padre. En consecuencia, la intelligentsia hubiese afirmado que Keiko rompió su promesa electoral de no emplear su mayoría legislativa para buscar la liberación de Alberto Fujimori.

Ciertamente, a dicha intelligentsia de la izquierda poco o nada le interesaba la integridad y la salud de Susana Higushi. Se “identificaban” con ella porque sabían que era la mejor manera de mellar la imagen pública del entonces presidente de la República. Así que juzgar negativamente a los hermanos Fujimori porque siguieron los pasos de su padre, y no los de su madre, responde estrictamente a una estrategia comunicativa dirigida principalmente en contra de Keiko.

Para la intelligentsia” de la izquierda el “afecto fraternal” que debió mostrar Keiko era solidarizarse con su madre en los años noventa, liberar a su padre en el 2016 y perdonar a Kenji en el 2018. Es decir, convertirla en una política sin capacidad de decisión y dubitativa, a la cual acercarse y manejar a su antojo.

Bueno, señores, esa no es Keiko.

 

Guillermo Vidalón
13 de junio del 2018

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