Respaldo total al jefe de la Dircote

El 28 de Julio del año pasado asistimos los peruanos a la proclamación de Pedro Castillo y su partido Perú Libre como presidente del Perú. En medio de serias dudas sobre la imparcialidad de los organismos electorales y la legitimidad del resultado electoral vimos a un desconocido sujeto jurar como presidente, con un plan de gobierno que había sido previamente presentado por el Movadef y rechazado por antidemocrático. Luego el mismo plan totalitario fue usado por el partido de gobierno, Peru Libre. Esa fue la consecuencia que el JNE esté presidido por un comunista que tenía doble voto.

Luego aparecieron sujetos como Guillermo Bermejo hablando  de las “pelotudeces democráticas”, una vicepresidenta amenazando la propiedad privada, y un Castillo     alentando la lucha de clases. El sistema democrático había sido usado para tomar el poder ante la derrota militar sufrida por el comunismo.

Nueve meses después se acabó el beneficio de la duda. Ya no conmueve escuchar  la victimización del presidente,con su discurso indigenista y reivindicativo. Perdió Castillo todo su capital político: sus evidentes actos de corrupción, nepotismo e ignorancia solo benefician a su argolla y a su familia. Preside su gabinete el nefasto Anibal Torres y su odio a quien logre triunfar y hacerse de un capital. Resulta inadmisible escuchar a un primer ministro calificar de miserable al cardenal, o decir que “no quiere que los que tienen plata viajen”. O declarar que “los ricos son los enemigos del Perú” (¿se refiere a su familia?).

Pero si aún quedaran dudas sobre el golpe antidemocrático que estamos sufriendo los peruanos  basta escuchar lo declarado por el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón: “Hoy la izquierda tiene el Gobierno pero no tenemos el poder. Nos falta controlar el ejército, la policía nacional, la magistratura, la burocracia estatal y el clero”.

No podemos ser ingenuos. ¿Cómo evitar que un presidente que tiene una desaprobación del 80%, y que está destruyendo al Perú, termine copando todo el poder? El  Congreso era el contrapeso, el llamado a velar por la independencia de los poderes, y los líderes de sus agrupaciones son los encargados de hacer respetar el orden democrático. Pero eso no sucedió. El afán mercantilista, o una cuota de poder, bastó para que el Congreso le diera la confianza a los cuatro gabinetes de impresentables y blindarlos contra la vacancia.

Ni las marchas ni las infracciones constitucionales les importan. El cinismo y las mentiras sobrepasan cualquier límite. Me siento como un rehén en el Perú, y mis esperanzas de ser representado por el Congreso y ser defendido en mis derechos democráticos  se esfuman al ver lo poco honestos que resultaron algunos de  los congresistas electos, aquellos que vendieron su honor y sus principios.

Sin embargo hay dos hechos relevantes que merecen todo mi respeto y admiración ; el primero es la actitud de los mineros de Cuajone, que ante la inacción cómplice del Estado han recuperado la línea férrea que transporta el mineral de la mina y la bocatoma del reservorio Viña Blanca, que los abastecía de agua. Esta movilización espontánea contra las minorías radicales es el despertar de millones de trabajadores que van a defender su trabajo, su empresa y el modelo económico que ha reducido la pobreza y que les procuró un trabajo.

Finalmente dice el Artículo 169 de la Constitución que las Fuerzas Armadas no son deliberantes; es decir que son esencialmente obedientes; entonces ¿no puede deliberar? Dice Andres Acosta, en un artículo publicado en La Mula: “Todo ser humano delibera, y además los integrantes de los institutos armados lo hacen por formación, pues las decisiones que toman involucran vidas humanas. Lo contrario, es decir dar por sentado que individual o colectivamente los miembros de las FF.AA. no son deliberantes, sería asumir que ningún uniformado es responsable de las órdenes que emanan del poder político, ya que se les ha negado su capacidad de pensar y decidir sobre sus actos”. 

El general Óscar Arriola, jefe de la Dircote, no ha tomado una posición partidista, pero sí ha reclamado valientemente el respeto a los héroes en la lucha antisubversiva, respeto que empieza no premiando a terroristas con la banda ministerial, ni desmantelando las bases militares del VRAEM ni cediendo territorios al narcotráfico. Las Fuerzas Armadas viven un momento histórico, su lealtad no la deben al poder de turno sino al respeto irrestricto a la Constitución. Óscar Arriola es un ejemplo a seguir; defender la constitución no es ser golpista. Las FF.AA. apoyaron el golpe de Vizcarra y permitieron la destrucción de los partidos políticos. ¡Nunca más!