David Auris Villegas
La literatura como instrumento de desarrollo humano en el siglo XXI
Una herramienta para desarrollar el capital humano

En el siglo XXI, invadido por la revolución de la inteligencia artificial, la literatura se mantiene como un instrumento de extraordinario poder, capaz de potenciar vidas. Frente a los cambios sociales, tecnológicos y culturales vertiginosos, también surgen crisis profundas: desigualdad, violencia, conflictos, deterioro ambiental y un sistema educativo que no siempre se adapta con agilidad a los retos globales, sostienen los expertos.
La crisis educativa y la brecha lectora se erigen en barreras concretas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), definidos por la ONU en 2015, para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar paz, educación de calidad y prosperidad al 2030.
Frente a los desafíos de esta época, la literatura es un faro educativo, aseguran los expertos. Leer no es solo un acto académico, sino una herramienta para desarrollar el capital humano, formar mentes críticas y corazones conscientes. Como señala el autor chileno Antonio Skármeta, la literatura es esencial en la educación porque desarrolla pensamiento crítico, conciencia ética y compromiso con la paz.
En cada etapa educativa, desde la infancia hasta la universidad, los relatos, novelas, ensayos, poesía y teatro fortalecen habilidades lingüísticas y siembran valores como paz, respeto, ética global, empatía, solidaridad y convivencia democrática.
La lectura es un derecho humano. Audrey Azoulay, directora de la Unesco, afirma: La lectura, como derecho y bien cultural, fortalece la autonomía, la solidaridad y la sostenibilidad al nutrir la imaginación y la identidad colectiva. Pues leer nos ayuda a ver el mundo repleto de oportunidades y ese beneficio deberá llegar a todos los ciudadanos del globo.
Además, producir literatura convierte a los estudiantes en creadores de contenidos, emprendedores e innovadores claves para el logro del manejo de las habilidades del siglo XXI. La OCDE resalta que, para lograr esta habilidad, se requiere una educación a lo largo de la vida, integrando lo formal e informal, y centrado en pensamiento crítico, creatividad, cooperación, alfabetización digital y un enfoque ético y cívico que permita prosperar en un mundo disruptivo.
En definitiva, la literatura en las escuelas impulsa el desarrollo humano educando a ciudadanos críticos, empáticos, responsables y emprendedores. Como sostiene Mario Vargas Llosa, “La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen la ignorancia, las ideologías y las religiones”. Leer, escribir y publicar es sembrar un ramillete de oportunidades en la vida de las personas.
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