Carlos Adrianzén

Reflexiones sobre la gestión de Alan García Pérez

Las cifras económicas de sus dos gobiernos

Reflexiones sobre la gestión de Alan García Pérez
Carlos Adrianzén
22 de abril del 2019

 

Desde el punto de vista económico, el paso de García Pérez por el gobierno peruano se asoció a dos episodios de Política Económica: uno aciago y destructivo versus otro esperanzador. El primero de ellos se inicia en julio de 1985. García llegó al poder –arrasando electoralmente– como el candidato de izquierda contestataria que ofrecía un poco pensado programa económico, etiquetado como heterodoxo y vendido con el eslogan de “un futuro diferente”.

En su momento –y rodeado del febril apoyo de la intelectualidad y medios limeños (que eran mercantilistas y socialistas hasta la médula)– lideró la aplicación de las torpes ideas económicas de toda moda en la región. El llamado neoestructuralismo sudamericano, una mala copia de los errores del argentino Raúl Prebisch en los cincuenta y de la CEPAL auspiciado en ese momento por dos oscuros economistas, uno norteamericano (Lance Taylor) y otro argentino (Raúl Carbonetto), ambos ya fallecidos y entonces muy locuaces. Este programa se caracterizaba por afanes controlistas, mercantilistas, redistributivos y demagógicos irrespetuosos del más elemental aprendizaje de cómo gobernar un país y qué decir, de la teoría económica. Sus resultados fueron desastrosos, nos dejaron en medio de una estanflación –esa terrible mezcla de hiperinflación y depresión– pronunciada.

Pero sería no solo injusto, sino muy inapropiado, atribuir a Alan García el monopolio de la responsabilidad de este desastre económico. Su gestión y colaboradores destruyen la economía nacional con cierto consenso y petulancia, ubicándola bajo estándares económicos africanos y siendo financieramente arrasada por una longeva hiperinflación. Esto con la plena complicidad de sus socios electorales: ese oxímoron etiquetado como Izquierda Unida. Una agrupación de moda que agrupó a todos los bandos de izquierda locales, sin excepción. Cofradía que diseñó el grueso de los mayores errores de política económica (controles de precios, divisas, expropiaciones etc.) y que cogobernó solo hasta que la crisis se hizo evidente y el terrorismo tomaba protagonismo militar.

Resulta asimismo erróneo ignorar el depresivo derrotero de la economía peruana a lo largo de las gestiones precedentes. Desde 1963 a 1985 el nivel de desarrollo económico peruano (aproximado como el ratio del producto por habitante de un peruano y un gringo) se reduce en tremendos seis puntos porcentuales. Las cifras contrastan que García Pérez no fue el iniciador del declive 1963-1990. Este se inicia dos décadas antes y por la gradual inoculación del proceso de debilitamiento institucional y de políticas mercantilistas-socialistas desde los días de la hedionda dictadura militar de 1968. No lo olvidemos, la prostitución institucional que hoy llamamos corrupción burocrática peruana tiene orígenes políticos setenteros difíciles de esconder.

El segundo capítulo de su caso por el poder se da en un contexto diferente. Son los días de la expansión política del chavismo en toda la región. García Pérez se enfrenta esta vez al candidato chavista de la izquierda mercantilista limeña, el oscurísimo Ollanta Humala. Nunca conoceremos la escala de la intervención venezolana en ese proceso electoral, pero lo cierto es que el elector no quería la imposición financiera de la ideas de un régimen totalitario desastroso y –con ese bono– García aprovecha y gana. La izquierda limeña, dolorosamente despechada –diría yo, vestida y alborotada–, no olvidará la derrota dado que esta vez el difunto no parecía estar inclinado a hacer de tonto útil de sus ideas económicas y negocios.

La performance económica de esta nueva gestión (2006-2011) fue sustancialmente diferente. No profundizó reformas de mercado, no se atrevió a implementar masivas acciones de reestructuración institucional anticorrupción burocrática; pero hizo algo inteligente: descubrir al “perro del hortelano”. Estas fuerzas políticas y burocráticas enemigas de la inversión y la propiedad privada cuando no es a de sus patrones. Los resultados, esta vez y lógicamente fueron sustantivamente diferentes.

A partir de este quiebre los invito a ponderar siete gráficos que descubren –léase: ordenan o ranquean–  la evolución economía del país a lo largo de la última docena de administraciones, incluyendo a dictadores, presidentes democráticamente elegidos y mandatarios  accidentales, presidentes por destitución o renuncia del elegido.

En este ejercicio voy a establecer un sesgo. No ranquearemos la acumulación de reservas internacionales y la inflación o devaluación. Estos siempre son fenómenos monetarios; es decir, responsabilidades del directorio del Banco Central de Reserva del Perú. Si uno de estos fue obsecuente o inepto –y de estos tuvimos varios– esto no es responsabilidad del presidente de turno. Ni aunque los medios o el presidente crean lo contrario.

Dicho esto iniciaremos este ejercicio comparativo enfocando –y ordenando de mayor a menor– cuánto creció en promedio el producto por persona de un peruano bajo cada gobierno o administración. E iniciamos el ejercicio de esta manera porque la aludida variable (al enfocar cuánto es el producto, gasto o ingreso por persona) es el indicador más importante del éxito económico de una gestión presidencial

El primer gráfico de esta secuencia (ver figura 1) resulta meridiano. En los últimos 55 años de la historia la mejor y la peor administración en gobierno han tenido como presidente al difunto Alan García Pérez. La primera gestión registra una tasa de crecimiento del producto por persona en dólares constantes de 5.3% y de -3.7%. Tanto lo más cerca y lo más lejos que hemos estado del cielo e infierno económico.

Crecimiento promedio anual PBI

Agreguemos a esta regularidad un detalle. La gran diferencia la hacen las ideas económicas, de corte mercantilista y socialista de los años ochenta. Sí, el estrepitoso fracaso económico de Alan I es en realidad el fracaso de la Alianza Izquierda Unida-Apra que encapsuló a García Pérez. Por otro lado, las tendencias y rankeos dibujadas en las figuras 3 y 4, presentadas más adelante, explican por qué Alan II configura el periodo presidencial más exitoso de la historia peruana. Pero antes de enfocar esto, deseo dejar fuera de juego a una vieja creencia inoculada por generaciones por la prédica izquierdista limeñísima.

Sí, la creencia de que somos solo una pequeña economía sudamericana vulnerable, sino esclava, de los vaivenes de la economía global y de los precios internacionales que nos pagan, resulta sólo eso, una creencia difundida aunque no observada. La Figura 2 de este ejercicio no implica correspondencia temporal entre éxito económico de una gestión y los términos de intercambio comercial que la acompañaron (ver Figura 2).

Evolucion de los terminos

La hedionda dictadura militar de 1968 y el primer gobierno del arquitecto Belaunde registraron los mejores precios internacionales deflactados de nuestra historia, y los desperdiciaron. De hecho, cuando les cuenten que a García II le fue económicamente bien porque registró precios internacionales muy favorables, lo engañaron. La segunda gestión aprista no tuvo precios promedio tan altos como los que recibieron Velasco, Belaunde, Morales Bermúdez y Humala; pero los que tuvo –incluyendo la caída asociada a la crisis de Lehman Brothers incluida- los habría aprovechado. ¿Cómo? (ver figuras 3 y 4)

García Pérez, esta vez mejor asesorado por ministros como Ismael Benavides y otros, había aprendido la relevancia de uno de los desarrollos empíricos más sólidos de la historia económica reciente: la conexión entre la inversión y el crecimiento económico de un país. Aquí nuevamente obtiene el primer lugar del ranking de todos nuestros gobiernos recientes tanto cuando usamos tanto la tasa de crecimiento de inversión privada por persona y los flujos de capitales privados que ingresan al País.

Tasa de crecimiento Anual de la inversion bruta anual

Sí, estimado lector, acuérdese de los tiempos en los que el difunto presidente usaba la metáfora del perro de hortelano para expresar el accionar de bandas de activistas –y burócratas– que se oponían a inversiones mineras y afines. Aquí nuevamente, el aludido obtiene el primer lugar, con un ratio de captación de recursos externos apenas cercanos a 13% del PBI.

Evolucion de la cuenta financiera del sector privado

Si usted quisiese hacer un ordenamiento sobre qué gobernante redujo más pobreza en las últimas doce administraciones temo indicarle que no existe estadística oficial que pueda aclararle esta interrogante con precisión validada. Las cifras de incidencia de la pobreza existen solamente desde el 2001. No sería apropiado por tanto omitir a los gobiernos previos a dicho año. Sin embargo vale la pena destacar que desde el 2001, el lapso quinquenal con mayor reducción anual implica el lapso 2006-2010 (3.6% por año).

A pesar de ello, el que el régimen de Alan García Pérez ocupe el primer lugar en el ritmo de crecimiento del Consumo Privado por persona (ver Figura 5) permite inferir que el mayor salto histórico en el nivel de vida de los peruanos se dió bajo su administración.

Evolucion del Crecimiento promedio anual del consumo privado por habitante

Más de un observador acucioso puede destacar lo obvio: que García tuvo precios externos de exportación favorables (ver figura 6) que le permitieron captar inversiones que beneficiaron al Consumo Popular. Pero recordémoslo también, en los tiempos de la Ecuación (OH=PPK=MV) los precios promedio fueran más altos, se desperdiciaron in crescendo y –como diría el visionario prófugo Toledo Manrique- no le “llovió” tanto al pueblo.

Evolucion de los precios promedio de las exportaciones peruanas

Para cerrar este ejercicio nos referiremos a un índice de desarrollo económico relativo de Illarianov. Así, construyéndolo para los últimos doce gobiernos (ver Figura 7), encontramos que los masivos errores de Política Económica del gobierno de la Alianza Izquierda Unida-APRA nos costaron 1.8% del PBI por persona norteamericano en el promedio anual de su gestión. Este mismo gráfico, cuando queremos enfocar el impacto en términos de Desarrollo Económico de las dos administraciones de García, descubrimos que durante su segundo gobierno, dado el significativo ritmo de crecimiento registrado permitió recuperar 2.1% anual promedio del PBI per cápita gringo cada año. Estadísticamente tuvo la capacidad de enmendar sus estropicios ochenteros.

Impacto de los dos gobiernos de vizcarra

Revisando la historia y las cifras emergen ideas sugestivas derivables de las dos gestiones de Alan García Pérez. La primera nos recuerda -por enésima vez- lo costoso de aplicar la receta mercantilista socialista en nuestro país. También nos recuerda que es una excelente idea priorizar la captación de inversiones extranjeras y locales, justamente para –crecer y- reducir la pobreza. Aquí la conexión sostenida entre el mayor crecimiento económico posible, el dinamismo de la inversión privada extranjera, la elevación del consumo popular y la reducción de la pobreza resulta directa. Cuando sus sucesores –con mejores precios externos- juegan a inflar la burocracia e imponer trabas a la inversión para priorizar la llamada búsqueda de la equidad, el proceso de reducción de la pobreza mengua.

La segunda nos invita a ponderar que las alianzas políticas con agrupaciones de clara intencionalidad totalitaria tienden a ser no solo contraproducentes sino muy frágiles. Ni bien la torpeza de sus ideas se evidencia… ellos desaparecen y se convierten en enemigos implacables.

Como tercera idea a tener en muy cuenta vale enfocar que el principal error de la segunda gestión presidencial de Alan García Pérez –y del grueso de los gobiernos que nos han gobernado en el Perú pos Velasquista– implica no enfrentar con agresividad las reformas institucionales requeridas para consolidar una economía económicamente libre y dinámica. Estas reformas –nótese- han sido sistemáticamente obviadas por sucesivas administraciones por una buena razón. Resultan tan impopulares como complejas. Requieren completamente nuevas policía, judicatura y fiscalía. Y muchos presos, a continuación.

La última idea a enfocar no es la menos importante. Las cifras contrastan que, más allá de toda duda razonable, la gestión económica más exitosa de los últimos 55 años la presidió el difunto Alan García Pérez. Es probable que su segundo gobierno hubiera sido mucho más exitoso si depuraba la abultada y deteriorada institucionalidad estatal peruana.

Lamentablemente, la racionalidad de su accidentado final, hoy en manos de una institucionalidad turbia, difícilmente conoceremos la verdad por un tiempo. Simplemente, no tenemos hoy instituciones confiables. Y eso –más nos vale entenderlo– es una carga lapidaria que para el Perú. Y los peruanos no queremos cambios drásticos.

 

Carlos Adrianzén
22 de abril del 2019

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