LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La primera semana de León XIV
Diálogo con la tradición y unidad de la Iglesia

La primera semana de León XIV en el pontificado de la Iglesia Católica Romana, la mayor construcción institucional de la actualidad, nos deja en claro que en la iglesia existen cosas y hechos difíciles de comprender desde el universo de lo profano o desde el punto de vista racional. Las primeras medidas de León XIV rompen con la continuidad del pontificado del papa Francisco por decirlo de alguna manera.
Los primeros hechos, los primeros gestos, de León XIV, más allá de los disfuerzos del progresismo mundial, lo vinculan con un diálogo directo con la tradición. Cuando apareció por primera vez luego de su designación usaba la vestimenta y los adornos que han empleado todos los papas en los últimos siglos, indumentarias resaltadas por Benedicto XVI y Juan Pablo II, los papas que enfrentaron el modelo soviético y comunista, ya sea a través de la acción o del intenso trabajo filosófico. Asimismo, León XIV habló en latín, la lengua madre de la Iglesia y de todas las culturas occidentales a través de las lenguas romances. Los pronunciamientos de León XIV sobre los temas de la familia y los asuntos de género, igualmente, lo ubican en diálogo con la tradición.
¿Qué significan estos gestos? Que León XIV ha iniciado su pontificado diferenciándose radicalmente de la gestión de Francisco, quien se había declarado distante y hasta hostil con las tradiciones. Francisco, por ejemplo, nunca usó la vestimenta tradicional de los pontífices, por ejemplo. Y por aquí un Cardenal nacional denigró al latín.
Considerando que durante el pontificado de Francisco la burocracia progresista emprendió una de las purgas más feroces contra los sectores conservadores de la Iglesia, interviniendo 14 congregaciones tradicionalistas, y difamando a pastores intachables como el Cardenal Juan Luis Cipriani, además de nombrar cardenales como nunca –por decir lo menos–, la elección de León XIV, un sacerdote que parece empeñado en salvar la unidad de la iglesia, no se puede comprender desde los predios profanos. Hay una lógica que solo parecen cultivar los creyentes.
Ahora bien, las noticias sobre la elección de León XIV han dejado en claro la enorme trascendencia que tiene la Iglesia en el mundo y, sobre todo, en la continuidad de Occidente. Hoy que China avanza y desafía el poder de los Estados Unidos, la soberbia del cristianismo protestante de unos siglos y décadas atrás parece replegarse y todos recordamos que el protestantismo en Occidente es un epifenómeno del catolicismo. Por ejemplo, los evangelios protestantes pertenecen al nuevo testamento designado por los concilios católicos.
Los temas de la Iglesia mundial no solo son asuntos teológicos. El progresismo y el wokismo simplones nos ha hecho creer, por ejemplo, que el secularismo y la laicidad, la independencia del Estado, la separación entre razón y fe, se han conquistado en contra de la influencia cristiana. Gravísimo y terrible error que desarma a Occidente y las luchas por las libertades. En China, en los países islámicos e, incluso, en el lado ortodoxo de Europa del Este, no existe la secularidad, el universo laico y ateo que se cultiva en Occidente. ¿Por qué? Porque la secularidad es un vástago natural del cristianismo católico. Es hora de volver al debate, a la filosofía y alejarse del oscurantismo progresista.
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