Dardo López-Dolz
Lecciones tras la tragedia de Kerrville
Cuatro recomendaciones para evitar situaciones similares

Las capacidades de detección oportuna del riesgo antes de la trágica inundación en Texas, basadas en la información disponible al momento de escribir este artículo, difieren del intento de uso político deliberado de la tragedia por cierto sector de la prensa. No voy a detenerme en la ausencia de humanidad de ese intento de manipulación, pero no quería dejar de mencionarla. Nunca dejará de escandalizarme la bajeza de la que es capaz alguna gente, que antepone sus consignas ideológicas a la verdad y a la natural solidaridad humana.
La tragedia vivida en Texas este 4 de julio trae a mi memoria la desaparición del pueblo andino de Yungay, el 31 de mayo de 1970, y las tragedias que se repiten cada temporada de lluvias en mi Perú natal. Dicho eso quiero llamar la atención acerca de cuatro conclusiones preliminares aplicables a cualquier caso similar.
1. La detección oportuna del riego pierde eficacia si el mecanismo de alerta no llega a las personas expuestas
La data comprobable publicada parece evidenciar que existió la detección del riesgo y que las alertas telefónicas y radiales fueron emitidas con antelación suficiente. Pero estas alertas no fueron recibidas oportunamente por los destinatarios debido a que a la hora en que se produjo el desborde (entre 4 y 5 de la mañana) los dispositivos llamados a recibirlos estaban apagados o en silencio, lo que impidió que los destinatarios pudieran ponerse a salvo. La implementación de sirenas y altoparlantes activados remotamente, como los que se usan ante el riesgo de huracán o tornado, es un upgrade que ahora sabemos que es importante, incluso ante amenazas inusuales en un área específica.
2. Es imprescindible que la población pueda discernir claramente los distintos grados de alerta, de lo contrario se corre el riesgo de que las ignoren
En Texas los anuncios de riesgo de inundación son frecuentes, pero la variabilidad del clima, en buena medida por los cambios de intensidad y rumbo de los vientos, hace que a menudo,la amenaza no pase más allá de pistas mojadas o intransitables por unas pocas horas para vehículos bajos, o depresiones inundadas en algunas rutas. Esta necesaria frecuencia de alarma puede producir el efecto de “Pedro y el lobo”, y la población acaba por seguir con sus actividades, ignorando la gravedad de la amenaza. Por eso es necesaria la implementación de grados escalonados inconfundibles del nivel de riesgo (aplicando la lógica militar del código de colores explicada por Jeff Cooper), con mensajes claramente discernibles, que ayudarían a que muchos se pongan a salvo oportunamente.
3. El conocimiento de qué hacer y el entrenamiento previo salvan vidas humanas
Con el paso de las horas, vamos conociendo episodios heróicos de personas que pudieron aprovechar el escaso tiempo disponible (en los casos en que lo hubo) para salvar muchas vidas humanas, gracias a la anticipación mental y, mejor aun, el entrenamiento de lo que se debe hacer ante ese tipo de fenómenos climatológicos.
4. Cuando se produce una inundación de esas características, resulta crucial el inmediato despliegue de drones y botes SAR (Search and rescue)
Este equipo es muy útil para el rescate de los sobrevivientes antes de que las fuerzas los abandonen. Las camionetas con doble tracción de las fuerzas del orden y los rescatistas poco pueden hacer cuando el agua cubre todo y la visión y capacidad de acceso de los heroicos pilotos de helicóptero de rescate es necesariamente limitada por la geografía y la vegetación.
Al momento de escribir este artículo, el riesgo sigue latente. Se esperan más lluvias en el área. Dios quiera que no haya más víctimas humanas, y que las lecciones sean aprendidas.
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