Manuel Gago
Rafael López Aliaga obligado a liderar el cambio
“Lima, potencia mundial” es una valla alta

En resumen, después del reciente proceso electoral, Perú Libre desaparece del mapa político. En un año se hizo polvo el partido que llevó a Castillo a la presidencia. Una muestra más del montaje bastante bien elaborado durante las elecciones del 2021.
En el interior, los partidos nacionales son vencidos por los movimientos regionales. Juntos por el Perú, la agrupación de Verónika Mendoza, solo logró el 6% de electores. Resulta fantasmal el partido Morado, pero con pretensiones de dirigir los destinos del país. Acción Popular sigue infiltrado por el comunismo. Sus “niños” eligen prebendas por encima del destino nacional. Por arrastre, algunos candidatos de Renovación Popular ganaron las alcaldías. Ya sabremos de qué fibra están hechos. Fuerza Popular “es un sentimiento”, dicen sus electores, la cara opuesta del socialismo. Y finalmente, el antivoto libró una contienda aparte. En Junín, los votos blancos y viciados alcanzaron una media de 25%. En Lima, resulta vergonzoso el visible ausentismo de las clases medias; sectores de la población convencidos de que los peores acceden a los cargos públicos.
La elección vecinal fue política, un plebiscito. Claramente perdió Castillo. No se consumó el intento burdo de torcer otra vez la voluntad popular. El buen ojo halló la “R” alterada por la ONPE. También perdió la gran prensa, que no pudo imponer su candidato con encuestas y titulares, como lo hizo antes con Jorge Muñoz en Lima. Pero no todos los vientos soplan favorablemente. En Palacio de Gobierno ya están tramando cómo revertir la situación adversa. Castillo seguirá con propuestas antidemocráticas, antimercado y antiempresariales.
En este contexto, así como Rafael López Aliaga estuvo obligado a ganar la alcaldía de Lima –para rearmar la oposición y establecer un equilibrio de poderes frente al Ejecutivo–, ahora está obligado a realizar una gestión impecable. Los limeños impacientes esperarán el cumplimento de la promesa: “Lima, potencia mundial”, una valla alta que se propuso el empresario. El tiempo no se detendrá esperando las correctas decisiones. Los ataques despiadados serán pan de cada día. Se avecina un boicot permanente a su gestión. La tarea, entonces, empezó ayer y no hoy. De los resultados dependerá en buena parte el destino del país.
Las alcaldías y gobiernos regionales tendrán que demostrar la enorme diferencia entre la promesa falsa de “por los pobres” y los hechos. El ornato de la ciudad de la mano de la seguridad, el transporte público, el reordenamiento comercial y más, deberán marcar la diferencia. En este nuevo escenario, López Aliaga señalará el cambio. Con lo que haga o deje de hacer se medirá su liderazgo.
Por su lado, la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, sería la última carta en defensa de la libertad y la democracia. En el Parlamento, el derrotado oficialismo verá la manera de recomponerse. El escenario alentador no es completo. El Ejecutivo, herido pero vivo, continúa en funciones, manejando presupuestos. Y hasta que la autoridad, las leyes y la Constitución no se restablezcan plenamente en el interior, los proyectos económicos continuarán paralizados, reduciendo las posibilidades del país.
Siguen pendientes la reconstrucción del norte y los proyectos de cobre Conga, Tía María, Michiquillay y otros. El litio de Macusani pondría a Perú en el mapa de los innovadores. Las aguas de Majes Siguas II, Paltiture y otros grandes proyectos destinados a incrementar las agroexportaciones y abrir nuevos mercados mundiales ¡esperan decisiones políticas y apoyo abierto de los gobiernos locales! Lo que hoy se ve es frontal oposición. Hora de cambiar, de ponerle freno finalmente a los planes estatistas, sinónimo de retraso, pobreza y muerte.
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