Jorge Varela
Una Democracia Cristiana hecha jirones
Un panorama desolador para el partido chileno

El sociólogo José Joaquín Brunner ha señalado que en Chile “no solo se acabó la Concertación hace una década, sino que ahora, además, va deshilachándose la Democracia Cristiana”, como organización partidista, “como un mundo cultural y político de múltiples significados, valores, inspiraciones, orientaciones y relatos”. Refiere la “despedida sin nostalgia por un mundo que se desvanece y de un centro político que todos invocan, pero ya nadie habita” (“El centro, la DC y los puzzles de la memoria”. El Líbero, 30 de julio de 2025)
La postura de un ex dirigente
Brunner no es el único que aborda esta temática de la declinación y el deshilachamiento. Ignacio Walker –quien fuera presidente del Partido Demócrata Cristiano– relata que el descenso tendría origen en la participación de esta colectividad, junto a la Nueva Mayoría y el Partido Comunista, durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018). En dicho período se inició un proceso de izquierdización que ha incidido en la sobrevivencia del PDC, hasta culminar en la reciente Junta Nacional del pasado 26 de julio.
Desde su posición, procura destacar que la declinación electoral de la DC y las dudas que algunos plantean sobre el futuro del proyecto político socialcristiano, -es decir, respecto de su identidad-, estaban presentes desde mucho antes del advenimiento del gobierno indicado. Aunque asume su porción de responsabilidad por la participación del PDC en el gobierno de la Nueva Mayoría, deja constancia que “esa decisión fue unánime al interior del partido”.
En su análisis expone que en los años siguientes “los resultados electorales para la DC fueron dramáticos”. La estocada final se produjo cuando el PDC llamó a votar por el irracional proyecto de Constitución impulsado por el Partido Comunista, el Frente Amplio y la Lista del Pueblo. “La gran mayoría del electorado democratacristiano votó por el rechazo… “¿de qué otra manera se explica el 62% de los votos (en contra) aquel 4 de septiembre de 2022? Cientos y miles de militantes renunciamos al PDC”.
Luego –como si orbitara en torno a un espacio de ingenuidad circundante– formula la pregunta ineludible: “¿tiene futuro la DC?” Y responde: “Sí, poniendo sus 80 años de historia y todo su bagaje cultural, político e histórico, sus valores y principios, los que están plenamente vigentes, al servicio de una convergencia que reúna, en una perspectiva de futuro, a las fuerzas de la socialdemocracia, el socialcristianismo y el social liberalismo, un proyecto que trascienda a la propia Democracia Cristiana”.
Un panorama desolador
Esta visión complaciente de Walker respecto del futuro demócrata-cristiano, ha sido replicada por un editorial del diario La Tercera, en el que se afirma: “al terminar plegándose a una candidatura del PC –algo que sin duda constituye una rareza en la experiencia internacional– el partido ha terminado diluyendo su propia identidad. Esta descansa sobre los principios del humanismo cristiano, y en sus bases fundantes se plantea la construcción de una sociedad distinta del liberalismo individualista y el socialismo marxista”.
“El paso que ha dado la DC es consecuencia de un sostenido proceso de declive”. “Resulta inevitable interrogarse por las causas que han llevado a este declive, y aunque seguramente es un fenómeno multicausal, parece claro que una de las razones hay que encontrarla en que la DC fue progresivamente perdiendo su carácter de fuerza más centrista o moderadora en nuestra política, para identificarse con un perfil cada vez más progresista, olvidando lo que ha sido su propia historia y principios orientadores. El haber integrado el gobierno de la Nueva Mayoría –donde el PC fue parte de dicha administración– ya marcó un primer quiebre, y luego, con su decisión institucional de apoyar la radicalizada propuesta de la Convención Constitucional, terminó produciendo una profunda escisión en sus filas. Este paso no solo generó la fuga de buena parte de sus militantes más emblemáticos… en tres años ha perdido del orden de 5,000 afiliados, lo que ha llevado a que el partido sin duda haya cambiado su morfología. No debería resultar sorprendente que su militancia tenga ahora un perfil más de izquierda, de modo que lo que queda de la DC ya no representa lo que fue su ala histórica”.
En síntesis, la actual dirigencia dominante a la que ya no le importa el genuino ideario demócrata y cristiano de sustentación, se ha quedado con la marca devaluada de un partido agónico, por resguardar cupos parlamentarios y cuotas de poder decreciente, ante lo cual resulta difícil imaginar que el sol brillará como antes en medio de tantos laberintos oscuros y contubernios obscenos. Lo acontecido presagia que su destino derivará en una mazamorra testimonial con sabor a neomarxismo ácido y picante.
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