Guillermo Vidalón
¿Por qué hacemos minería en el Perú?
Recursos económicos que permiten cerrar brechas sociales

Para cumplir con el precepto constitucional: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Los gobiernos deben organizar sus planes de acción en concordancia con lo antes señalado, porque ese es el norte que debe guiar todas las decisiones del Estado.
¿Qué pasa en el Perú? Requerimos que nuestros ciudadanos tengan un desarrollo pleno. Pero para que se cumpla esta plenitud es indispensable cumplir con algunas condiciones previas, como que las madres gestantes se encuentren convenientemente alimentadas, y que los recién nacidos (y niños hasta los cinco años de edad), cuenten con una nutrición de calidad que les proporcione la capacidad física neuronal para aprender.
De lo contrario, la inversión que pudiese hacerse con posterioridad al primer grupo etario no permitirá obtener el resultado esperado. En consecuencia, la acción de las familias —en primer lugar— y luego la de los gobiernos tienen que estar orientadas a obtener los recursos necesarios para garantizar que el niño, en sus primeros años de vida, sea alimentado de manera conveniente.
El Perú, como cualquier otro país, basa su desarrollo en sus principales fortalezas. Y es a partir de ellas que diseña una estrategia. Nuestro capital está dado por los recursos naturales que hay en nuestro espacio geográfico, desde la riqueza pesquera del mar de Grau,hasta las cumbres más altas de la cordillera de los Andes y la sabana amazónica.
La singularidad del territorio ha hecho que contemos con 28 de los 32 climas registrados en el mundo hasta la actualidad. Asimismo, contamos con 84 microclimas de los 104 existentes. Esta variabilidad climatológica nos convierte en un país megadiverso. Esa es la razón por la que en el Perú hay una gran variedad de productos nativos, así como una gran complejidad y riqueza social, 47 lenguas originarias, un mayor número de hablas y una lengua como el castellano que —por razones históricas— nos internacionaliza.
Emplear la riqueza pesquera es una de las opciones con que contamos. Ello abarca desde el consumo humano directo hasta su transformación en harina de pescado, o las diferentes presentaciones con las que se ofrece al consumidor.
En la costa, el reto es cómo convertimos un campo eriazo en un terreno productivo. En este caso, las opciones son múltiples y todo dependerá de cuán pronto y rentable es el retorno de la inversión a ejecutarse.
En la sierra, por lo escarpado del escenario físico, la opción más relevante —hasta ahora— ha sido la minería. Precisamente esta actividad ha permitido que importantes recursos económicos sean derivados hacia las regiones más pobres del país para dotarlas de agua, saneamiento, energía eléctrica, vías y sistemas de comunicaciones, empleando el financiamiento que les otorga el canon y las regalías mineras, u otras similares. Cierto es que aún queda mucho por hacer, pero sin los recursos aportados por la minería el resultado hubiese sido aún peor.
La selva, numéricamente, es poco poblada. Subsisten en ella poblaciones nativas originarias que recrean sus propias tradiciones culturales. Conviven con colonos, comercializadores de frutas diversas; pero también con quienes extraen madera en forma ilegal o con quienes cultivan la hoja de coca para satisfacer la demanda del narcotráfico. En la selva también hay pesca y actividad extractiva vinculada al gas y al petróleo.
Estos recursos naturales, a los cuales debo adicionar los paisajísticos, son los que tenemos que emplear, así como la herencia cultural de nuestros antepasados, para transformarlos en riqueza económica.
Son los recursos económicos los que permitirán financiar el cierre de brechas sociales, así como las de infraestructura, que dinamizan las actividades productivas. Un niño con una nutrición adecuada contará con una estructura cerebral capaz de procesar aquello que se le enseñe. Una escuela que proporciona un ambiente adecuado influye en 15% en el rendimiento escolar. Pero la escuela, el instituto tecnológico, la universidad y los estudios de postgrado requieren de escenarios que representan un costo para quien decide seguirlos.
Un joven con suficientes aptitudes y competencias para el aprendizaje se cultiva para la investigación, y es esta última la que genera conocimiento. Sin conocimiento no hay innovación, y menos generación de propuestas creativas que hagan girar el círculo virtuoso y nos conduzcan hacia el desarrollo.
Todavía, en muchas provincias la actividad económica casi exclusiva es la agricultura tradicional, que por diversos motivos ha perdido competitividad y, por lo tanto, rentabilidad. Los campos pueden ser más productivos, ¡sí!, pero requieren garantizar el abastecimiento de agua de manera regular para satisfacer la demanda de las plantaciones, según el ciclo de vida de cada una de ellas. De igual forma, requieren adoptar nuevas técnicas de cultivo, incorporar semillas mejoradas y maquinaria, modernizar la infraestructura hídrica existente, trasvasar aguas de una cuenca a otra, etc. Solo así se podrá generar empleo productivo y acabar con la desesperanza de un gran sector de la juventud.
En el valle de Tambo, en la provincia de Islay (Arequipa), se presentan problemas sociales como los descritos líneas arriba: anemia infantil y desempleo, a pesar del gran potencial para su desarrollo agropecuario, turístico y pesquero. Pero aún falta acabar con el círculo vicioso para transformarlo en círculo virtuoso.
El proyecto de cobre Tía María está al norte del valle de Tambo, en el desierto, con una diferencia de altura de más de 250 metros, y el punto más próximo del yacimiento La Tapada está a 3 kilómetros en línea recta al valle. Así que el proyecto cumple con todos los estándares ambientales y, sobre todo, es capaz de echar a andar el círculo virtuoso que el país demanda.
Para acabar con la pobreza intergeneracional en Islay es relevante que en el menor plazo posible se cuente con la autorización de construcción de Tía María. La inversión de US$ 1,400 millones constituye, además, una señal clara para la comunidad de inversionistas internacionales. Más allá de los problemas judiciales en los que se ha visto envuelta gran parte de la clase política, hay un país que cree y respeta la inversión nacional o extranjera, y que valora el fortalecimiento de la estructura productiva del Perú.
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