Arturo Valverde
¿Podemos vivir mejor?
Los primeros cien días de los nuevos alcaldes

Esta semana los nuevos alcaldes cumplirán sus primeros cien días al frente de sus municipios. ¿Qué ha cambiado? ¿En qué ha mejorado la vida de los peruanos en estos últimos meses? A nivel de Lima Metropolitana hemos visto algunos esfuerzos solitarios por erradicar de las calles el comercio ambulatorio o informal. Los rostros más visibles han sido los de los alcaldes de La Victoria y de Lima.
Al interior del país, en Huancayo, un alcalde ha salido a decir que quiere liberar a su ciudad de lo que considera un desmedido crecimiento de la población venezolana. Por ahí también, se ha hablado del incremento de sueldo de un alcalde en uno de los tantos distritos que tiene la región Arequipa. Unos más o menos diferentes que los otros, pero al final, las necesidades de los peruanos no dejan de tener algo en común. Todos quieren y se merecen vivir dignamente: calles limpias, pistas, veredas, puentes, seguridad y ornato.
Todos tienen un enemigo en común: la ignorancia. Y para luchar contra ese enemigo hace falta la promoción de la lectura, cada vez más necesaria, tanto en Lima como en el último distrito del país. Precisamos mejores ciudadanos para tener mejores ciudades, y eso pasa necesariamente por elevar el nivel intelectual de nuestra gente. Miramos con ilusión las ciudades de otros países del mundo, y no reparamos que muchas de ellas lograron que su gente lea más. Allí está la semilla del cambio.
Así pues, no me parece descabellado reconsiderar lo que fue una propuesta aprista durante el proceso electoral presidencial de 2016. En dicha ocasión, el APRA planteó un programa: pistas y veredas (Pives), orientado a la construcción y pavimentación de las pistas y veredas, pues es sabido que las pistas pedregosas y polvorientas traen enfermedades a los niños. La gente puede tener un televisor y muebles, pero la polvareda de las calles ingresa a los hogares y afecta a los más débiles.
De igual manera, los alcaldes deben considerar destinar parte de su presupuesto (10%) a la creación de bibliotecas y campañas de lectura en sus localidades. Presupuesto que, muchas veces, termina sin ejecutarse y que bien podría destinarse a la implementación de bibliotecas y de una gran cruzada por la lectura.
Lo he dicho en otras ocasiones, y bastaría con revisar la Internet para darnos cuenta cómo únicamente en España diversos ayuntamientos promueven concursos literarios a lo largo de todo el año. El Perú, heredero de la lengua española, y país de grandes cuentistas y narradores, como Julio Ramón Ribeyro, debería dar empuje a una nueva avanzada cultural.
Impulsando la lectura en la gente, también estaremos atacando el problema del pandillaje juvenil, y la pésima costumbre de algunos, que confunden las calles con letrinas o basureros públicos. El que lee, aprende a querer más su ciudad.
Los núcleos ejecutores, como modelo de organización ciudadana, bien podrían servir para la construcción de muchas obras de impacto social. Por ejemplo, un grupo de jóvenes puede constituir un Núcleo Ejecutor Juvenil, y poner en marcha una biblioteca, una losa deportiva, tribunas, entre otras posibilidades.
Lo mismo se aplica para la construcción de muros de contención, canales de riego y cobertizos para ganado en distintos distritos del país. Es una alternativa frente a lo que muchos consideran un Estado lento y burocrático; y además, hace que la comunidad supervise el buen uso de sus propios recursos. Los peruanos no deben permanecer en un rol expectante, cuando bien podrían participar del desarrollo de sus propias comunidades y distritos.
Limpiar las calles y erradicar el comercio ambulatorio,puede que esté bien para muchos. Pero si apuntamos a elevar el nivel intelectual de nuestra gente y, al mismo tiempo, generamos empleo haciendo partícipes a los mismos vecinos, ¿acaso no lograríamos mejorar significativamente la vida de los peruanos?
Puede sonar a locura o sueño, pero ya es hora de que los peruanos recuperemos ese sueño: sí, podemos vivir mejor.
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