La subversión avanza en la lucha informativa

Los participantes en las últimas marchas, como consecuencia del indulto otorgado al ex presidente Alberto Fujimori Fujimori, demuestran que tras 25 años de la derrota militar de los movimientos subversivos, estos últimos han logrado posicionar en las mentes de los jóvenes una percepción distinta de lo realmente acontecido. Nada de lo que hoy gozan los jóvenes se hubiese podido alcanzar sin la derrota de la subversión. Los pocos centros comerciales eran lugares desiertos o en proceso de quiebra, un ejemplo de ello es el Centro Comercial Camino de Real de San Isidro, que en la actualidad ha empezado un proceso de franca recuperación gracias a la inyección de nuevos capitales.

Muchas de las entonces salas de cine habían cerrado y se convirtieron en templos religiosos. Quienes teníamos uso de razón en la época del terror o fuimos víctimas de su insania, les hemos enseñado a los jóvenes el porqué de lo sucedido. Ocurría que muchas de esas salas recibían llamadas de amenazas de bombas y tenían que suspender sus funciones para ser evacuadas raudamente. Varias sedes de bancos fueron dinamitadas y los cortes de energía eran constantes, tanto por falta de inversión en generación eléctrica como por las torres de alta tensión que era dinamitadas por los subversivos.

A la crisis económica, que generó una inflación de 7,650% en el año 1990, se sumaba la escasez de alimentos, porque la subversión amenazaba a los conductores de transporte público con dinamitar sus vehículo si no acataban lo que denominaban “paro armado”. La “guerra popular” —ese pretencioso eslogan subversivo— significó muerte, destrucción, extorsión y pobreza, tanto de militares, policías y civiles. Unos perdieron la vida en cumplimiento de su función, encargados de hacerles frente, y otros porque se encontraron en el lugar menos indicados, sin opción alguna para fugar del fuego cruzado.

Ciertamente, la violencia protagonizada por la subversión propició una respuesta del Estado, que se construyó en el proceso y que no estuvo exenta de desconocimiento estratégico en su primera etapa; y a la que se sumaron problemas pre existentes, como el racismo, la marginación y la discriminación que padecieron y, lamentablemente aún padecen, muchas de las personas que proceden de los Andes principalmente. La guerra contra la subversión estuvo teñida de la indignación que produce constatar que el cuerpo de alguien había sido dinamitado. Quienes integran las fuerzas del Estado son personas como cualquier otra, en determinadas circunstancias se sienten invadidas de sentimientos de odio, de rencor, de venganza y dolor; situaciones extremas generan conductas inimaginables en las personas.

Quienes vivimos la etapa más violenta de la historia republicana tenemos la obligación moral de informar y educar a los jóvenes para que nunca más se repita lo sucedido. Se manifiestan en contra de acciones de lesa humanidad, cuando en los años noventa el número de víctimas como consecuencia de la acción subversiva y de las políticas antiterroristas implementadas por quienes dirigían el Estado disminuyó significativamente. A los años noventa se le atribuyen 1,200 pérdidas de vidas humanas, entre asesinatos y desapariciones, forzadas o no. A los años ochenta se le atribuyen aproximadamente 73,800 víctimas.

¿Dónde dejamos nuestra capacidad de análisis, de información, de ponderación, de proporcionalidad y razonabilidad para entender lo sucedido y mirar hacia adelante?