La indecisión posterga el bienestar

Las decisiones políticas adecuadas son las que sostienen el crecimiento y la generación de bienestar, y esta última se sostiene en la favorable evolución de la economía. Si los agentes económicos perciben indecisión en quienes tienen la responsabilidad de administrar la cosa pública, su respuesta esperada será la inhibición.

¿Cuáles son las consecuencias de la inhibición? Que un inversionista global decida desarrollar algún proyecto en otro país, donde sus autoridades tomen decisiones. Ese país se beneficiará por la generación de empleo productivo, reduciendo la pobreza de las familias o incrementando los salarios por efecto de la competencia entre los agentes económicos para conseguir al mejor recurso humano disponible. También se beneficiará porque recaudará más impuestos y dispondrá de mayores recursos para hacer obras públicas que generan sinergias y, a su vez, hacen más atractivo al país.

En el Perú, lamentablemente, un sector de la administración del Estado ha limitado su actuación a enfrentar problemas cuya solución competen principalmente a la esfera pública. Es el caso del combate a los rivales políticos, desentrañando los actos de corrupción en los que estarían envueltos; o proponiendo reformas en el sistema de administración de justicia que, siendo necesarias, resultan insuficientes para atender las demandas de la población.

El norte del país sigue esperando la Reconstrucción con Cambios y el Senamhi ya está anunciando temperaturas de 36 grados centígrados en la costa norte, lo que ocasionará lluvias intensas y eventuales desbordes. ¿La dilación en la ejecución de las obras, que llevan casi dos años de retraso, va a sostener el respaldo político con que cuenta actualmente el Gobierno? Creemos que no.

Limitarse a afirmar que creceremos 4% en el 2019, más que algunos otros países, teniendo un potencial enorme para atraer inversiones productivas, y no solo financieras, para incrementar el ritmo de crecimiento, significa que hemos caído en el solaz tantas veces criticado durante la pasada campaña presidencial. Imaginar que el respaldo ciudadano se mantendrá, pese al incremento de las cifras de pobreza, constituye un craso error.

El Perú, por la conformación de su territorio, tiene un potencial minero enorme, y las inversiones en este sector garantizan un ingreso sostenido de rentas y divisas en el largo plazo. El valor agregado producido en el país se incrementa por la expansión de la minería, porque se fortalece la estructura productiva de bienes que abastecen al sector. Además, los recursos recaudados permiten construir infraestructura pública que beneficia a todos, como escuelas, hospitales, puertos, aeropuertos, caminos, carreteras, plantas de generación de energía. En adición, la generación de conocimiento local mejora porque el volumen de los dineros entregados a las universidades públicas aumenta por concepto de canon y regalías mineras.

Los responsables de la expansión del sector minero deben tener la convicción de lo que este representa como oportunidad para el país. De lo contrario, darse por satisfechos es reconocer que ya han aportado lo suficiente y que, por consiguiente, ya no impulsarán otro proyecto. De ser así, miles de jóvenes desempleados verán frustradas sus expectativas de una vida digna. No cabe duda de que su malestar se manifestará en el 2021.