Arturo Valverde
Habló Barata
Reafirmó la inocencia del expresidente Alan García

La larga telenovela, a la que nos tenían acostumbrados algunos de los llamados líderes de opinión y oenegistas, está acabando. Y el final no les ha gustado para nada porque no es el que planearon por meses. Ellos querían ver a Alan García detenido y exhibido durante los feriados de Semana Santa. Querían presentarlo junto a otros a quienes se ha impuesto la medida de detención, como una banda de criminales, con Alan García a la cabeza de todos.
¿Cuántos de los enemigos de Alan García que apostaron dinero para verlo preso se han quedado con los crespos hechos? Querían verlo encadenado, esposado, atravesando las puertas de la prisión. Alan García prefirió meterse un balazo. Les hizo un maracanazo, como los brasileros cuando se preparaban para celebrar la final del Mundial de Fútbol de 1950. Los dejó sin carnaval. Les ganó estando muerto. Querían fiesta, les dio funeral.
Nicolás Lúcar, Rosa María Palacios, Claudia Cisneros, Pedro Cateriano, Fernando Olivera y tantos otros han vivido del hombre que lideró la revolución en infraestructura en el país. Ahora todos ellos, y muchos más, tendrán que vivir con Alan García en su conciencia. Lúcar ya no tendrá que cargar a Hugo Blanco sobre sus hombros, sino que tendrá que cargar en su conciencia a Alan García.
Alan García entra a las filas de las leyendas. Pero, ellos, ¿qué son? Los comunistas, desde Eudocio Ravines, ¿qué han hecho por el Perú? ¿Qué dirán? No aprendieron esa frase aprista que dice “a más calumnias, más aprismo”.
El Perú del siglo XXI es en gran parte la consecuencia de la puesta en práctica de muchas ideas apristas. Cuando pasen los años, al igual que con Augusto B. Leguía, se reconocerá la obra que hizo el APRA por el Perú. Yo no puedo encontrar un mejor título para Alan García, que ser el hombre que lideró la gran revolución en infraestructura nacional. Hizo el Estadio Nacional, el Gran Teatro Nacional, el Ministerio de Cultura, Chavimochic, Gallito Ciego, Charcani V, Lagunillas, el Hospital de Neoplásicas; hizo tanta obra que será imposible que borren la huella de ese hombre en la historia de nuestro país.
Barata ya habló. Dijo: “Odebrecht nunca dio dinero a Alan García. Él tampoco lo pidió y jamás hablaron de nada irregular”. Y de manera contundente, en un audio difundido en Canal N, Jorge Barata afirma: “Él (Alan García) nunca me pidió ningún favor, nunca me pidió ningún favor. Él es una víctima de esto”. Con esta declaración, se reafirma la inocencia del expresidente Alan García.
¿Por qué se adelantaron las diligencias contra Alan García el último día laboral previo al feriado por Semana Santa? ¿Por qué no se esperó que Barata hablara el martes 23 de abril? ¿Por qué? Porque sabían que Alan García era inocente, pero necesitaban la foto de él enmarrocado. Creo que los peruanos, que no son tontos, empiezan a darse cuenta de que se actuó con maldad contra él. Los peruanos empiezan a darse cuenta de que por mucho tiempo les repitieron que debían odiar a Alan García y al APRA, cuando debían hacer lo contrario. Pero se acabaron los supuestos. Se acabaron los podría, habría, sería. Se acabó. Lo dicho por Barata es un hecho. No hay lugar para más suposiciones contra Alan García.
¡Qué tragedia para el Perú! Se pierde la voz de un hombre que hasta sus últimos días se dedicaba a estudiar el país y proponer soluciones. La intervención contra la anemia infantil en Amancaes es una muestra de que se puede hacer mucho sin necesidad de llegar al poder.
Yo conocí a Alan García cuando apenas tenía 16 años. Había escrito unos cuentos y le había pedido a algunos escritores que escribieran el prólogo a mi obra. Un día les cuento quiénes. Cuando les decía que Alan García escribiría la introducción, nadie me creía. Alan sí creyó en ese joven, y hoy me siento honrado de cargar con una obra de cuentos prologada por un expresidente de la República. Y qué honrado me sentí, cuando un día me dijeron que mi libro estaba en la cabecera de Alan García.
Lo recuerdo bajando raudo las escaleras, quitándole un chocolate a Gonzáles Posada. Me parece que también estaba Mauricio Mulder esa mañana, y Alan me decía que comiera más, porque por mi delgadez parecía que “le falta papa, compañero. Coma”. Alan solía decir que podían existir grandes oradores, pero que al final un discurso se daba una noche y podía perderse con el paso de los años. Por eso, nos animaba a escribir, a publicar, porque quien lo hacía ocupaba un lugar en las páginas de la historia, de la literatura. Ese era Alan García. Un hombre a quien siempre admiraré.
Cierta vez, me cedió sus entradas para asistir a la ópera. Llevé a mi familia. Recuerdo haberle escrito después acerca de mis apreciaciones sobre Beethoven, Chopin; el Va, pensiero de Verdi: “Ve, pensamiento, sobre alas doradas”.
En una de las últimas oportunidades en que lo vi, a raíz de la campaña de censura en mi contra por parte de quienes quieren imponer la dictadura del pensamiento único en el país, me dijo que jamás me dejara callar por nadie. “No se deje”. Podría contar más, porque, al fin y al cabo, eso soy; un narrador. Aprendí mucho de este gran hombre. Quizás ahora toca compartir lo aprendido. Se acabó el hombre, empieza la leyenda. Alan era y es inocente. Duela a quien le duela.
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