Javier Agreda

Friedrich Nietzsche: vida y obra

El filósofo que anunció la muerte de Dios

Friedrich Nietzsche: vida y obra
Javier Agreda
07 de julio del 2022


El filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) se definía a sí mismo como un hombre “póstumo”, y la historia se encargó de comprobar esta afirmación. Su libro más importante,
Así habló Zarathustra (1885), solo vendió en el momento de su publicación 60 ejemplares, pero ya en los años de la primera guerra mundial se había convertido en todo un best-seller en Europa. Y algunas décadas después, los nazis buscarían infructuosamente en sus páginas una justificación “ideológica” para las atrocidades que cometían. 

¡Dios ha muerto!

La muerte de Dios es una de las ideas recurrentes en los libros de Nietzsche, y que manifiesta la importancia que la religión tuvo en su vida. No solo fue hijo de un pastor anglicano (quien murió cuando Friedrich aún era un niño), ya a los seis años leía en Rocken, su aldea natal, capítulos completos de la Biblia en voz alta, lo que le ganó el sobrenombre de “el pequeño predicador”. Era un niño solitario y triste cuyas únicas compañías eran sus lecturas y la música que él mismo interpretaba en el piano. A los catorce años, y a manera de poner fin a su infancia, escribió su primer libro, una autobiografía titulada De mi vida. Poco después recibió una beca que le permitió ingresar al célebre internado de Pforta, una de las instituciones educativas más prestigiosas de la Alemania de entonces.

 ¿Se me ha entendido? ¡Dionisos contra el Crucificado!

Estas palabras con las que concluye Ecce Homo (1888), su último libro, muestran el constante interés del filósofo en la antigüedad clásica. Después de completar sus estudios en Pforta, Nietzsche ingresó en 1864 a la Universidad de Bonn, en la que se destacó por sus trabajos filológicos sobre la cultura griega, que le valieron para ser nombrado, con apenas 23 años, catedrático de Filología en la Universidad de Basilea. De esta labor surgiría El nacimiento de la tragedia (1872), su primer libro académico, en el que enfatiza la importancia de lo dionisíaco: “­Yo soy un discípulo del filósofo Dioniso, preferiría ser un sátiro antes que un santo”. Por aquellos años conoce al músico Richard Wagner, con quien establece una muy estrecha amistad, incorporándose a su círculo de artistas e intelectuales, quienes siguiendo a Schopenhauer estaban desarrollando una especie de “metafísica del artista”.

Amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre

En octubre de 1876, una grave enfermedad lo aleja de su cómodo mundo académico y de sus amigos, obligándolo a viajar por el sur de Europa en pos de mejores climas. La búsqueda de la salud física lo llevó también a la búsqueda de la salud espiritual y mental, a reflexionar acerca de los males de la cultura. Estas reflexiones darían lugar a una serie de libros como Humano, demasiado humano (1880), Aurora (1881) y  La Gaya ciencia (1882), cuyos títulos ya son bastante expresivos del proceso de crisis y renacimiento intelectual de su autor, en los que las principales críticas están dirigidas contra la religión, los excesos del racionalismo y la moral reinante. En estos libros el pensamiento se presenta a través de aforismos y poemas, lo que les da un carácter fragmentario y asistemático, a la vez que los enriquece con valores literarios.

Yo os anuncio el superhombre

Pero sería recién en Así habló Zarathustra (1885) que estas críticas encontrarían su lugar dentro de una propuesta mayor: la búsqueda del superhombre. Una  vez que el hombre ha perdido la fe en la inmortalidad, lo único que le queda es vivir lo más intensamente posible, y crecer por encima de sí mismo hasta convertirse en un “superhombre”, un ser que está libre de religiones, no porque las haya perdido sino porque las ha replegado en sí mismo. A esta idea se suma la del “eterno retorno”, que hace que nuestras vidas se conviertan en un juego de repeticiones. El “superhombre” debe recuperar el espíritu de la infancia, el placer del “juego divino de crear”, para lograr trascender hasta el fundamento del ser. Estos planteamientos se seguirían desarrollando en los libros Más allá del bien y el mal (1886) y La genealogía de la moral (1887).

 ¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!

Ese período creativo de Nietzsche llegó a su cumbre en el año 1888, en el que escribió hasta seis libros, desde El caso Wagner (en el que toma distancia con su antiguo amigo) hasta Ecce Homo. Pero en 1889 se produce otra gran crisis en su salud y, como consecuencia, grandes desequilibrios mentales que lo llevan hasta el manicomio. De ahí sería rescatado por su madre y su hermana Elizabeth (tal vez las personas que motivaron su acendrada misoginia), quienes desde entonces y por diez años se convirtieron casi en sus carceleras. Fue Elizabeth, esposa de un conocido antisemita, quien manipuló los escritos inéditos de su hermano para formar el libro La voluntad de poder (1901), el que sirvió de inspiración a los teóricos del nazismo. Finalmente Nietzsche murió en Weimar, el 25 de agosto de 1900.

­Solo el pasado mañana me pertenece. Algunos nacen de manera póstuma

La recuperación del verdadero pensamiento de Nietzsche comenzó con el filósofo Martín Heidegger (aunque algunas de sus ideas aparecen ya en la obra de Sigmund Freud) y después siguió con los más importantes pensadores del siglo XX: Bataille, Deleuze, Foucault, Habermas. Este último llegó a dedicarle uno de los capítulos centrales de su libro El discurso filosófico de la modernidad, en el que describía la obra de Nietzsche como “la puerta de entrada a la posmodernidad”. En otras palabras, a más de cien años de su muerte, Nietzsche sigue vigente y es considerado como el padre del pensamiento de nuestro tiempo.

Javier Agreda
07 de julio del 2022

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