Dante Bobadilla
¡Exprópiese!
Las clínicas privadas en la mira del Ejecutivo

Vizcarra es un experto sorteando problemas con cortinas de humo. Su especialidad es cargarles la culpa a otros, señalar a los malos, a los enemigos del pueblo, a quienes va a combatir con firmeza. Desde que se puso la banda presidencial solo se ha dedicado a este show para regocijo de las tribunas, los medios y el progresismo. Ahora es el turno de las clínicas privadas, como ayer fueron las AFP y, antes, el Congreso.
Hace tres meses Vizcarra nos decía muy orondo: “confíen en su sistema público de salud”. Convocó a ideólogos de izquierda, pero nunca se le cruzó por la mente convocar al sector privado para trazar una estrategia conjunta de lucha contra la pandemia. Menos a la Iglesia católica, tan extendida en todo el territorio nacional. En su arrogancia, Vizcarra creyó que era fácil poner a todos en cuarentena total, paralizar la economía a lo bruto, sin restricciones, y usar mano dura contra la gente, acusándolos de irresponsables. Incluso estaba convencido de que era fácil regalar dinero público. Pero ni eso pudo hacer.
Cien días después la pandemia está en plena expansión y la economía destrozada. Los pacientes del SIS y Essalud tuvieron que acudir a clínicas privadas por la saturación de los hospitales, pero Vizcarra ahora no quiere pagar la cuenta. Ha salido amenazando con expropiarlas si no le hacen una rebaja. Nunca quiso incorporarlas en la lucha contra la pandemia porque le apesta la empresa privada. Ni siquiera un convenio firmó. Nada. Y ahora se queja porque la cuenta le salió elevada. Si pues, esto es lo que pasa cuando no se toman buenas decisiones por problemas ideológicos. Pero la solución de Vizcarra es aún peor: quiere expropiarlas para no pagar. Si esto no es un acto delincuencial se parece mucho.
Como ya es su costumbre, Vizcarra invoca cínicamente la Constitución cada vez que quiere perpetrar sus zarpazos dictatoriales. Ha tratado de atarantarnos con la equivocada tesis de que puede expropiar las clínicas por “necesidad pública”. Primero tendría que argumentar en el Congreso cuál es esa necesidad pública irremediable que justifica las expropiaciones. No la hay. El Estado puede construir hospitales de campaña en una semana, como ha hecho Chile para ampliar su cobertura. Y pueden recurrir a muchas otras estrategias sin afectar la propiedad de privados. No estamos frente un caso como el de los terrenos que dificultaban la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez. Acá el lío se resuelve pagando la cuenta y punto. Luego con un convenio que debió firmarse desde el principio. Pero de Vizcarra y sus comunistas en el Gobierno podemos esperar cualquier cosa. Esto y más.
De expropiarse las clínicas, no pasará mucho para verlas en el mismo estado deplorable de los hospitales del Minsa, infestadas de pillos y corruptos que se roban las medicinas para abastecer farmacias aledañas, que sabotean los equipos para contratar con amigos de la calle a cambio de una tajada. Veremos las colas desde la madrugada para alcanzar un cupo de atención en las pocas horas del horario privilegiado de seis horas de trabajo, con solo cuatro de atención efectiva, con médicos que desaparecen para irse a su práctica privada, privilegios defendidos por sindicatos mafiosos que bloquean todas las reformas. Y veremos cómo se llenan de burocracia inepta y cómo la atención decae rápidamente.
Lo curioso es que ante la constatación diaria del colapso del sistema público de salud nadie pronuncie la palabra “reforma”. En cambio bastó que bajara la rentabilidad de los fondos de pensiones privados –por una coyuntura de carácter mundial– para que Vizcarra salga ofreciendo una “reforma integral de las AFP”. ¿Qué más tiene que pasar en este país para hablar de una reforma del sistema público de salud y de la seguridad social? Ya es hora de privatizar la gestión de los hospitales para superar la mediocridad, ineficiencia y corrupción que reina en todos ellos. Hay que liberalizar la seguridad para que cada trabajador sea libre de decidir adónde aportar para cubrir su salud. No podemos seguir condenándolos a la estafa de Essalud. ¿Cuándo empezaremos a hablar de estas reformas?
Lo más triste es ver gente que aplaude los arrebatos dictatoriales de Vizcarra. Como el júbilo que provocaba Hugo Chávez al señalar “¡Exprópiese!”. O la algarabía en los días de Velasco cuando las noticias anunciaban “El gobierno revolucionario de las FF.AA. ha tomado el control de…”, cada vez que el dictador engullía una empresa privada. Los resultados fueron fatales para Venezuela y el Perú. Pero los tontos nunca aprenden.
En lo personal ya nada me extraña de este Gobierno. Y no espero nada bueno de él. Está repleto de mediocridad y de comunistas, que es lo mismo. Como dije antes, la realidad es que estamos gobernados por el Foro de Sao Paulo a través del Frente Amplio. Desde que Ollanta Humala asumió el poder con la financiación de Lula y el PT, la izquierda es dueña del Perú. Nada ha cambiado. Siguen en el poder. Solo han contratado a un tonto útil.
COMENTARIOS