Cesar Peñaranda
Evolución del dólar
Clarificar y precisar conceptos
A raíz de la apreciación del sol o depreciación del dólar, como se quiera ver, han surgido múltiples y diversos comentarios de todo tipo, desde los supuestamente más técnicos hasta los más simples, pues como en el país cualquiera, sea un ciudadano de a pie o una empresa u organismo, puede realizar operaciones de compra y venta en diversas escalas, desde cantidades muy pequeñas hasta montos altos, a través de entidades financieras e incluso en la vía pública con los llamados “cambistas”, todos creen conocer las razones por las cuales sube o baja la divisa, todos opinan a favor o en contra, todos son expertos en política cambiaria.
Empero, el tema es mucho más complejo, al punto que es uno de los aspectos más complicados de la política económica, más concretamente de la política cambiaria, que tiene según su evolución diversos impactos positivos y negativos en la economía, relacionados tanto a factores de carácter nacional como internacional. Una explicación detallada puede encontrarse en mi libro “Agenda Económica para el Cambio, crecer con menos pobreza e inequidad” (2008).
Empecemos aclarando conceptos, dado que existe mucha confusión. Lo primero que hay que precisar es que la variable relevante en política económica en general y cambiaria en particular es el tipo de cambio real (TCR) y no el nominal (TCN) que es al que todos se refieren cuando hablan del tema. El TCN se define como las unidades de la moneda doméstica, en nuestro caso el sol (S/), que se requiere por unidad de la divisa externa, en este caso el dólar ($). El TCR es la relación entre el TCN (numerador) y un índice de precios de bienes y servicios no transables (denominador), tales como pueden ser la mano de obra, salud, educación, la energía y el transporte, entre otros, llamados así porque no pueden ser transportados o exportados a otros países por su naturaleza física o por los altos costos de transacción involucrados.
La complejidad del tema no se limita a lo señalado, pues además hay que distinguir entre TCR de corto y de largo plazo. El primero determinado en gran medida por la política fiscal y monetaria, cuán expansiva o contractiva son; mientras el segundo, que es el más relevante, depende en lo sustantivo de tres factores: el flujo de capitales, la apertura de la economía (aranceles) y los términos de intercambio (precios de las exportaciones en relación a los de las importaciones).
Dicho esto, y sin desconocer la relevancia de la inflación y por tanto el efecto del tipo de cambio sobre el precio de los bienes importados, es de suma trascendencia tener presente que uno de los objetivos centrales de nuestra política económica es elevar la competitividad de la producción nacional, tanto en el mercado interno como en el internacional, por lo que corresponde propender a subir o al menos mantener estable el TCR, para lo cual debemos precisar cómo actuar tanto sobre el numerador (el TNC) como el denominador (el índice de precios aludido).
Respecto del numerador, sabemos que el precio del $ responde al libre juego de la oferta y la demanda; baja si la primera es mayor que la segunda y sube si se produce lo contrario. En el caso peruano la oferta está compuesta en lo fundamental por los dólares provenientes de las exportaciones (que están batiendo récord) y de la inversión extranjera directa, más las remesas de los peruanos residentes en el exterior, a los que se suman los dólares especulativos, los llamados “golondrinos”, atraídos por la rentabilidad que ofrece nuestra economía en determinados mercados y, por cierto, los que provienen de las diversas actividades ilegales, que se han incrementado de manera significativa, me refiero en particular a la minería ilegal y el narcotráfico, que inyectan montos absurdamente altos de dólares a la economía nacional.
Por su parte la demanda en gran medida responde a las divisas que se requiere para importar todo tipo de bienes, tanto los referidos a los de consumo como los de insumos, bienes intermedios y de capital asociados a la actividad productiva e inversiones, que han caído de manera importante. A ello se suma las divisas necesarias para atender los pagos por concepto de la deuda pública y privada, las remesas para residentes en el exterior, como los estudiantes, y las que requieren los que viajan por diversos motivos.
Actualmente en el país la oferta excede por mucho a la demanda y se produce por tanto una caída en el valor del dólar, una depreciación, lo que determina que baje el numerador del TCR, es decir el TCN. Esta situación lleva varios meses en evolución y explica la tendencia al alza, la apreciación del sol, a niveles de hace por lo menos cinco años atrás. Contribuye además la compleja coyuntura política y económica interna y la posición a nivel internacional de USA, que debilita su moneda. Por otro lado, se registran alzas, aunque menores, en el precio de algunos bienes y servicios no transables, lo que determina una subida del índice de precios correspondiente, es decir, del denominador del TCR. En consecuencia la combinación de la bajada del numerador y la subida del denominador del TCR determinan su caída, restando competitividad tanto a las exportaciones como a la producción para el mercado interno.
Frente a este escenario y de considerar que puede continuar, al margen de la situación política nacional, corresponde examinar qué acciones tomar para al menos contener o, mejor aún, revertir la caída del TCR, dado que es una de las variables económicas más importantes para fomentar las exportaciones, tanto para ampliar la cartera de las mismas como para incrementar su producción. El Perú debe propender en el mediano-largo plazo a un TCR más alto. En ese contexto corresponde analizar qué medidas realizar para atenuar la caída del TCN (numerador) y cuáles para reducir los costos reales de la actividad productiva nacional (denominador).
En el primer caso, el numerador, propender a un balance de oferta y demanda de la divisa, reduciendo la primera y/o subiendo la segunda. En cuanto a la oferta, acciones como combatir de manera eficaz las actividades ilegales mencionadas, a la par con potenciar la unidad de inteligencia financiera para reducir el lavado de activos; para subir la demanda, en particular es relevante dinamizar las inversiones por cuanto uno de sus efectos, por cierto no el más importante, es incrementar los requerimientos de importaciones de maquinaria, equipos e insumos asociados a las mismas. Particular mención merece el BCR pues puede afectar tanto la demanda como la oferta, cuando por ejemplo interviene vía la compra o venta de dólares, variando el límite operativo que fija a las AFP a invertir en el extranjero o modificando el encaje en dólares.
Respecto del segundo, el denominador del TCR, corresponde resaltar que es el de mayor relevancia por sus efectos a mediano-largo plazo. En concreto debe buscarse el incremento permanente de la productividad de los agentes económicos, es decir, bajar los costos reales de la actividad productiva nacional, que compense e incluso supere la apreciación del TCN, lo cual conlleva al aumento de la competitividad de nuestros productos tanto en el mercado nacional como en el mundial. Las acciones que en este caso se requieren son de carácter estructural, pues se trata de ejecutar las reformas estructurales pendientes, que tantas veces hemos mencionado en este mismo portal a través de entrevistas y artículos, destacando siempre que lo más trascendente para crecer de manera dinámica y sostenida es vía el incremento de la productividad. Me refiero en especial a la reforma de los poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial; a la laboral, tributaria-fiscal y las pro capital humano: salud y educación. A ello debe sumarse la inversión en infraestructura, que tiene una brecha significativa tanto en nuevos proyectos como en lo pertinente a mantenimiento, dado que tiene impacto significativo sobre la productividad.
En definitiva, detrás del movimiento del tipo de cambio hay elementos y aspectos de política económica de los más relevantes y complejos. El MEF y el BCR deben coordinar acciones no sólo para manejar el corto plazo si no, en especial, con visión de mediano-largo plazo.
















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