Darío Enríquez
Prioridades urbanas y carencias básicas en una Lima fragmentada
Estética, contrastes y asimetría en el acceso a servicios fundamentales
Lima Metropolitana crece de forma desequilibrada, profundizando una alarmante asimetría interna en el acceso a servicios urbanos. La ciudad parece priorizar proyectos de alto impacto visual y estético sobre la calidad de vida. No es casual que hace poco se haya debatido con intensidad la frustrada remodelación de la Plaza de Armas, mientras amplios sectores de la población tienen severas limitaciones para acceder a servicios básicos como agua y saneamiento.
“Urbanización trunca” en la periferia
El crecimiento desordenado marca la periferia urbana y alrededores con una urbanización inconclusa. En distritos como Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho, Lurigancho-Chosica, Comas o Puente Piedra, muchos sectores siguen sin pistas ni veredas y con espacios públicos deteriorados o inexistentes. La brecha más crítica es el acceso al agua y al alcantarillado: más de 635,000 personas no cuentan con conexión a la red pública de agua y cerca de 900,000 carecen de alcantarillado; solo el 57% de la población dispone de servicio continuo en agua potable. Esta intermitencia precariza la vida diaria y obliga al almacenamiento doméstico, aumentando los riesgos sanitarios.
Aunque Lima ha logrado avances e inversiones significativas en la última década, su despliegue efectivo sigue frenado por disputas de competencias entre el gobierno central y las municipalidades. El esfuerzo de la MML por llevar agua a sectores marginales es loable, pero insuficiente ante la gran magnitud del problema.
El centro y los distritos intermedios: densificación incontrolada
En el corazón de la ciudad viven otra realidad. Distritos centrales e intermedios como Jesús María, Breña, La Victoria, Surquillo o Cercado experimentan una intensa densificación vertical (multiplicación de torres residenciales). Sin embargo, la infraestructura urbana esencial (agua, desagüe, movilidad, espacios públicos) no sigue el mismo ritmo. Esto genera perjuicios para los residentes: redes de agua críticas, congestión vehicular, insuficiencia de estacionamientos y riesgo ambiental por reconversión de terrenos industriales sin descontaminación eficaz. Reconocemos la excelente labor de la MML y Pro-Lima en la recuperación del Centro Histórico, pero ese es otro plano de análisis.
Gentrificación, abandono y convivencia
El contraste también se expresa en zonas de renovación urbana como Barranco, donde el capital privado impulsa la gentrificación y desplaza gradualmente a residentes previos. Mientras tanto, áreas históricas como Barrios Altos o partes del Callao Monumental viven un deterioro persistente por falta de inversión municipal y abandono de espacios públicos. Incluso dentro de las nuevas torres habitacionales surgen tensiones: dificultades para sostener el mantenimiento común, sobrepoblación de mascotas y cambios abruptos en la convivencia vecinal.
Prioridades equivocadas y gestión tributaria
A estas carencias se suma una política de inversión municipal que privilegia proyectos de baja utilidad social. El caso más evidente es el de las ciclovías: con muy escasa utilización, han reducido carriles vehiculares y agravado congestión en vías principales. Se trata de una inversión que afecta negativamente la circulación urbana, sin responder a la demanda real de movilidad.
La cuestión tributaria evidencia y acentúa la fragmentación de Lima Metropolitana. En los distritos periféricos, la administración fiscal es deficiente, con baja recaudación y una contraprestación casi inexistente. Esta situación genera un círculo vicioso de precariedad. En contraste, los distritos centrales gestionan los tributos de forma más ordenada y eficaz, logrando mayor recaudación para financiar servicios tangibles. A pesar de ello, tales recursos son insuficientes para enfrentar la densificación provocada por el crecimiento vertical. Esta disparidad fiscal profundiza el contraste entre una Lima con municipios solventes y otra con gestiones débiles que apenas sostienen lo mínimo.
Hacia una política metropolitana más equilibrada
Superar estas asimetrías exige que instancias tanto del gobierno central como municipales, dejen de lado la prioridad por la estética y concentren esfuerzos en garantizar servicios esenciales. Lima requiere infraestructura que acompañe tanto la expansión periférica como densificación interna. Solo con una gestión tributaria coherente y una inversión orientada a necesidades reales será posible transformar la ciudad en un espacio más funcional y sostenible.
















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