David Auris Villegas
Filosofar en el mundo educativo para vivir mejor
En el Día Mundial de la Filosofía
Ahora, en el Día Mundial de la Filosofía, recuerdo cómo El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, me ayudó a cuestionar todo como un niño. Pero el poder del sistema educativo, “experto en domesticar”, volvió a sancionar mis cuestionamientos, y ahí dejé de preguntar. Luego los afanes cotidianos terminaron por enterrarme y yo acabé dando por sentado todo lo obvio, como buen alumno. Pero ahora creo volver a reinventarme y recuperar el asombro y la inquietud para volver a brillar y ser feliz como el niño que fui, gracias a la filosofía en este hermoso e inesperado viaje de la vida.
En la universidad aprendimos que la filosofía es amor por la sabiduría. Pero si nacemos equipados para cuestionarlo todo, ¿por qué el sistema educativo, que debería potenciarnos, termina domesticándonos desde que pisamos la escuela? Irónicamente casi todas las cosas nos preparan para la escuela y no para la vida, mientras la filosofía sí prepara para la vida; aun así, pocas veces está presente y no nos permiten cuestionar todo. Justo cuando el mundo necesita personas que piensen y cuestionen, el sistema educativo requiere hacerlo para un mundo mejor.
Como rector educativo, cada 21 de noviembre la Unesco conmemora el Día Mundial de la Filosofía para robustecer el pensamiento crítico y la reflexión sobre los retos de la actualidad, incentivando en las instituciones educativas y comunidades locales el diálogo y el respeto entre diversas culturas y perspectivas. Así, la práctica de la filosofía en todos los niveles educativos evidencia que formar ciudadanos críticos y creativos permite entender la realidad y también modificarla con mayor conciencia y responsabilidad social.
Sumándose a este desafío, la Dra. Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, nos invita a practicar un cuestionamiento ético vivo para construir un mundo mejor. Asimismo, el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber nos recuerda que la filosofía sirve para cuestionarlo todo y desenmascarar verdades intocables, abriendo problemas que desarman certezas normalizadas. Esa actitud crítica, ahora potenciada por la inteligencia artificial, debe profundizarse en la educación para formar seres humanos más conscientes y reflexivos en nuestro diario vivir.
Sirviéndonos de la filosofía, hagamos del sistema educativo un campo fértil para el cuestionamiento, recuperando al niño que siempre llevamos dentro. Solo así podremos transitar por este mundo tomados de la mano, avanzando hacia una paz y una armonía global.
















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