Heriberto Bustos
Fortalecer la gestión educativa local
Entre el aislamiento y la colaboración: el dilema de la eficacia de las UGEL
El sistema educativo peruano se rige por un modelo de gestión descentralizada. El Ministerio de Educación (Minedu) actúa como órgano rector a nivel nacional y las instancias de gestión descentralizada, como las Direcciones Regionales de Educación (DRE) o Gerencias Regionales de Educación (GRE) y las Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL), ejecutan y contextualizan las políticas en sus territorios. Para garantizar que estas políticas lleguen a cada escuela y a cada estudiante, la articulación entre las tres instancias puede resumirse así: el MINEDU traza la ruta nacional, la DRE o GRE ajusta y supervisa en el ámbito regional, y la UGEL ejecuta y sostiene la gestión a nivel local.
Si todo marchara en esa dirección, hace tiempo habríamos logrado mejorar la calidad educativa. Es decir, asegurar que todos los estudiantes alcancen aprendizajes significativos y desarrollen competencias necesarias para la vida y el trabajo, sin importar su origen o ubicación. En otras palabras, lograr un sistema educativo equitativo, eficaz y pertinente para formar ciudadanos íntegros y productivos.
Los resultados de aprendizaje publicados por la Unidad de Medición de la Calidad Educativa del Minedu en 2024 muestran lo contrario. En cuarto grado de primaria, los aprendizajes en lectura solo han variado de 31,4 por ciento en 2016 a 32,8 por ciento en 2024. En sexto grado, la lectura alcanza 24,9 por ciento. Son cifras que deben preocuparnos, pues evidencian un avance insuficiente.
Las exigencias del mundo globalizado y los avances de la tecnología y las ciencias se relacionan directamente con la capacidad de procesar información. Es decir, saber leer y comprender lo que se lee. Vivimos en una era de información constante y abrumadora. Sin comprensión lectora ni pensamiento crítico, nuestros hijos se vuelven presa fácil de la desinformación, lo cual afecta el ejercicio democrático de su ciudadanía.
En este contexto, las UGEL tienen la responsabilidad de ejecutar directamente las políticas como soporte técnico, pedagógico y administrativo. Les corresponde brindar asistencia técnica, gestionar al personal docente y administrativo, supervisar y monitorear las instituciones educativas y promover la participación comunitaria. En síntesis, deben poner en práctica las políticas nacionales y regionales y adaptarlas a las necesidades de su territorio. Sin embargo, suelen estar aisladas, con pocos especialistas, presupuestos fragmentados y sin apoyo de las instancias superiores. Esta gestión individual resulta inviable en las circunstancias actuales y termina afectando el rendimiento académico de los estudiantes.
La grave crisis económica y moral que atravesamos exige concentrar esfuerzos en la educación y mejorar el funcionamiento de las UGEL. Hoy operan como islas, con recursos humanos, técnicos y presupuestos limitados. Además, sus divisiones territoriales, muchas veces antiguas, ya no reflejan la dinámica social o económica, lo que impide una intervención pertinente.
Es urgente escuchar a sus directores, que piden un cambio de modelo. Mayores niveles de autonomía y responsabilidad les permitirían formar “mancomunidades educativas” con otras UGEL para coordinar mejor la gestión de sus provincias. Así podrían sumar esfuerzos, lograr cercanía con la población y dar funcionalidad operativa a los procesos de vigilancia, control, participación, capacitación, evaluación, dirección y administración. Esta opción abriría paso a la coordinación horizontal, el aprendizaje mutuo y el fortalecimiento de capacidades sin depender de la supervisión de la DRE o GRE, que suele estar ausente. Además, esta unión no es solo administrativa, ya que permite alinear la educación con el desarrollo productivo de un corredor o cuenca, haciendo que la formación técnica sea relevante para el empleo local.
Afirmar el trabajo de las UGEL exige fortalecer sus equipos y otorgarles capacidades de gestión. Esto implica impulsar una verdadera descentralización educativa dentro de las regiones. Es momento de que los gobernadores regionales y sus equipos técnicos, en el tiempo que les queda de gestión, dejen de priorizar el concreto y vuelquen su mirada hacia la educación. Deben sacudirse de relaciones arcaicas o lazos partidarios que les impiden apostar por el futuro. Afirmar el trabajo de las UGEL requiere fortalecer sus equipos y dotarlos de capacidad de gestión. Es la ruta hacia una verdadera descentralización interna.
















COMENTARIOS