Piero Gayozzo

Corporativismo, Estado fuerte y el milagro de Taiwán

Un milagro basado en la visión tecnocrática del Kuomintang

Corporativismo, Estado fuerte y el milagro de Taiwán
Piero Gayozzo
19 de noviembre del 2025

 

Taiwán o la República de China es una isla de tamaño similar a Holanda ubicada entre los mares del Este y Sur de China. Se encuentra a unos 160 km de distancia de la costa de la República Popular de China y cuenta con cerca de 25 millones de habitantes. Este pequeño territorio que lucha por reconocimiento internacional e intenta competir por la denominación de China cuenta con una historia peculiar que sirve de inspiración para muchos. Cuando se habla del milagro económico de Asia, Taiwán es uno de los primeros ejemplos que viene a la mente. Tan solo en dos generaciones logró pasar de ser una colonia japonesa y un territorio poco importante para China a tener un rápido crecimiento económico acompañado de una mejor distribución de ingresos que en países como Japón o Estados Unidos, un significativo incremento en la esperanza de vida y alfabetización, una fuerte presencia comercial a nivel internacional. ¿Cómo logró este cambio tan radical? ¿Fue acaso producto del liberalismo y de la democracia? 

La historia de Taiwán permite comprender el rápido crecimiento que tuvo. Nunca fue una potencia ni gozó de una posición estratégica en el comercio regional, sino todo lo contrario. La isla fue colonizada por seres humanos por primera vez hace más de 30 mil años atrás. La presencia de pobladores chinos fue intermitente durante los siglos XII y XVI y los asentamientos humanos eran residencias temporales dedicadas a la pesca. La isla fue incorporada a China en el siglo XVIII bajo el mandato de la dinastía Qing. Entrando el siglo XX, como consecuencia de la primera guerra sino-japonesa Taiwán quedó bajo la administración y ocupación de Japón. Durante estos años experimentó un proceso de industrialización y crecimiento económico. Luego de la Segunda Guerra Mundial Taiwán fue devuelto al gobierno nacionalista chino, el cual bajo el liderazgo de Chiang Kai-Shek tuvo que evacuar a los remanentes de sus fuerzas hacia la isla luego de una serie de ofensivas maoístas. Es en este periodo que Taiwán iniciaría el rumbo hacia lo que es hoy. En cerca de 80 años la isla se transformaría en una potencia económica. 

Durante los primeros años del gobierno de Chiang Kai-Shek Taiwán enfrentó una serie de retos que pudieron haber condenado a la isla a un futuro aciago, pero que gracias al liderazgo del Kuomintang fue mitigado. No solo atravesaron una crisis poblacional, pues debían acomodar las olas de migrantes de China continental que escapaban del asedio comunista, sino que había poca tierra cultivable, mucha población y poca capacidad de producir alimentos. Ante la amenaza de disidencias e infiltraciones el gobierno adoptó una posición autoritaria que realizó purgas internas (Terror Blanco) y que aprendió de los errores cometidos en el continente. El objetivo de asentarse en Taiwán era reagruparse y rearmarse para pronto tener la iniciativa y lanzar una ofensiva al continente, algo que nunca ocurrió. Sin embargo, con el tiempo los esfuerzos tecnocráticos del Kuomintang hicieron de la isla un gran lugar para vivir. He aquí algunas de las estrategias que adoptaron para conseguir aquel milagro. 

 

Transformación de la agricultura

El Kuomintang aprovechó el desprestigio de las clases terratenientes e intentó ganar la simpatía de la población. Debido a las políticas de supresión durante los años 1945-1947, la población percibió la decisión del gobierno de actuar con determinación. Esta situación facilitó la necesaria reforma de la tierra, la cual atravesó tres etapas, y redujo la oposición de los terratenientes (Bourguignon & Platteau, 2022). La primera etapa apuntó a la reducción del costo de alquiler de tierras, seguido de un programa de venta de las tierras bajo dominio japonés durante la ocupación militar y, finalmente, la implementación del programa de reforma “La Tierra al Trabajador” de 1953 con la cual se distribuyeron más de 2.9 hectáreas. Se incrementó la producción agrícola (se diversificaron los cultivos), se promovió la industria de sectores complementarios en zonas rurales (minería no metálica, textiles, alimentos, químicos, tala) y se fomentó el giro de hogares sustentados únicamente por la agricultura a hogares que percibían ingresos económicos de más de un sector de manufactura. La industrialización rural fue producto del fortalecimiento de la actividad agrícola que demandó de nuevos productos conforme fue creciendo. Esto vino acompañado de una mejora sustancial en la infraestructura vial (carreteras pavimentadas y líneas ferroviarias). 

 

Gobierno corporativista

Un factor importante para lograr los cambios necesarios fue la naturaleza del gobierno. En Taiwán el gobierno de partido único dirigido por el Kuomintang practicó un autoritarismo de carácter corporativista. El corporativismo es una forma de gobierno que puede ser alternativa o complementaria a la democracia y que se caracteriza por la división de algún estrato de la sociedad (ya sea el sector económico, político o social) en gremios, grupos o “cuerpos” especializados que representan sus intereses y que tienen capacidad de negociación con el Estado y participación directa en la creación de políticas públicas. Este modelo toma muchas formas, desde las propuestas cristianas, las fascistas, los modelos autoritarios latinoamericanos de los años 30, hasta las formas más modernas de neo-corporativismo europeo y asiático. 

Con respecto a Taiwán, el objetivo original del Kuomintang fue prepararse militarmente para la recuperación del territorio continental. Guiados por una ideología nacionalista, pro-familia y que fomentaba la obediencia a la autoridad, el partido permitió la acción de tecnócratas que facilitaron el proceso de industrialización de la isla (Bourguignon & Platteau, 2022). Para lograr su objetivo el gobierno fue diseñado de manera corporativista. Se establecieron relaciones entre instituciones públicas y empresas privadas mediante un sistema descentralizado de “autoritarismo basado en las relaciones” (Bourguignon & Platteau, 2022). Distinto al autoritarismo clásico, en este modelo basado en las relaciones, las empresas no son sometidas por un estado todopoderoso, sino que pierden favores si no cumplen con los objetivos acordados por el gobierno. 

En efecto, el corporativismo asumido por el Kuomintang se caracterizó por poseer una estructura con dos niveles de control (Ho, 2006). Por un lado, a nivel nacional el Kuomintang reconocía la existencia de una única y legítima federación de sindicatos (todo sindicato debía formar parte de la Federación China del Trabajo). Por otro lado, a nivel de trabajador, los sindicatos individuales eran monitoreados por el partido, el cual se aseguraba de colocar a sus miembros y leales en las direcciones. Algo similar ocurrió en las industrias e instituciones públicas, donde el Kuomintang aplicó una lógica que Ho (2006) denomina como “sistema de organización Leninista”, según la cual el liderazgo de instituciones públicas y privadas fue asumida por miembros del partido. La estructura corporativista también se evidenció en cuanto a la relación Empresa-Estado. El Estado organizó el sector privado jerárquicamente, cubrió las industrias principales del país y eligió a los líderes de cada empresa con el propósito de obtener información necesaria para tomar decisiones (Bourguignon & Platteau, 2022). 

El milagro de Taiwán fue posible gracias a un liderazgo político decidido y a un conjunto de instituciones sólidas capaces de tomar las medidas necesarias para cumplir los objetivos de desarrollo que se propusieron. Lejos del credo liberal, que no solo se muestra incapaz de imaginar alternativas más allá del modelo democrático, sino que además ve en el libre mercado absoluto (especialmente los libertarios) la única vía al éxito social, la experiencia taiwanesa demuestra lo contrario: su transformación requirió medidas extraordinarias y el compromiso de una élite dispuesta a conducir al Estado y a la población en momentos críticos. No fueron ni el liberalismo ni la democracia los que impulsaron el desarrollo de Taiwán, sino la visión tecnocrática del Kuomintang, traducida en una fuerte intervención estatal, la que convirtió a una pobre isla de pescadores en uno de los grandes referentes del siglo XXI. Pensando en Perú, quizás sea hora de pensar fuera de la caja y empezar a debatir otras vías para lograr el desarrollo que tanto ansiamos.

 

Referencias 

Bourguignon, F., & Platteau, J.-P. (2022). Chapter 6: Taiwan’s development miracle. In Appraising institutional challenges in the early stages of development. Economic Development & Institutions.

Ho, M. (2006). Challenging state corporatism: The politics of Taiwan’s labor federation movement. The China Journal, 56, 107–127.

Piero Gayozzo
19 de noviembre del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sí existen culturas inferiores

Columnas

Sí existen culturas inferiores

  En la última semana Alonso Gurmendi, el popular guerrer...

05 de noviembre
Transhumanismo, Elena Postigo y la precaución al futuro

Columnas

Transhumanismo, Elena Postigo y la precaución al futuro

  El 2025 ha traído consigo grandes avances en biotecnolo...

24 de octubre
Mitos progresistas “made in Perú”

Columnas

Mitos progresistas “made in Perú”

  El año 2024 el profesor de filosofía Michael Hue...

14 de octubre

COMENTARIOS