Piero Gayozzo

Mitos progresistas “made in Perú”

La izquierda progresista nunca pierde la oportunidad para victimizarse

Mitos progresistas “made in Perú”
Piero Gayozzo
14 de octubre del 2025

 

El año 2024 el profesor de filosofía Michael Huemer publicó un libro bastante controversial para la audiencia norteamericana: Mitos progresistas. El texto se estructura alrededor de siete partes y cada uno abarca un tema en específico para analizar diversos casos relacionados. Así, en el capítulo sobre mitos individuales, Huemer defiende a Kyle Rittenouse por haber ejercido su derecho a la legítima defensa y desmiente que él haya dado muerte a sus atacantes por motivos raciales en una marcha de Black Lives Matters (2020). El libro tiene un capítulo dedicado a los mitos progresistas en torno a temas feministas, de género, económicos, raciales y hasta científicos. En esta breve columna enlistaremos algunos mitos elaborados y defendidos por la izquierda progresista en Perú. Se trata de hechos reales instrumentalizados políticamente para justificar sus demandas y victimizarse. 

1. El genocidio matsé

 

 

Uno de los mitos progresistas más antiguos es la acusación de genocidio que Stefano Varese hiciera sobre Fernando Belaunde Terry. De acuerdo a Varese, el gobierno belaundista ordenó solicitar apoyo de aviones de guerra norteamericanos para bombardear con napalm a las comunidades matsé en las cercanías del río Yaraví. Para el pesar de los izquierdistas, la realidad fue otra. Lo que ocurrió fue que en 1964 un grupo de expedicionarios viajó de Requena al río Yavarí para trazar una ruta segura por donde pasaría una carretera. En el camino se encontraron con nativos matsé que los atacaron. Enterado, el gobierno de Belaunde solicitó apoyo a Estados Unidos para el envío de helicópteros para una misión de rescate y así sucedió. El único fuego que se abrió de parte de naves peruanas fue disuasivo y los mismos sobrevivientes matsés corroboraron que ninguno de los suyos fue alcanzado por los proyectiles ni muertos en aquellos días. 

2. Fascismo everywhere

 

 

Un mito contemporáneo es la relación de identidad que hacen los progresistas entre derecha y fascismo. Para la izquierda cualquier activista conservador, liberal, nacionalista o de alguna corriente que las combine será un fascista. En sus intentos por descalificar a sus críticos han hecho del adjetivo “fascista” una muletilla casi sin sustancia. Tal es el extremo que cualquier persona que se preocupe por el orden social, critique la democracia o haga llamados a la seguridad y a la exigencia de penas contundentes para los infractores será contemplado como un fascista. La izquierda progresista que siempre ha sido tolerante y condescendiente con las posturas más extremistas y radicales de la izquierda, en el caso peruano con Sendero Luminoso o las alianzas políticas como la de Verónika con radicales como Goyo Santos o Vladimir Cerrón, en el extranjero con el chavismo y el castrismo, ve la paja en el ojo ajeno para perpetuarse en un falso pedestal moral. 

3. Perú país de violadores 

Múltiples marchas feministas en Perú han utilizado eslogans como “El violador eres tú”. Es derecho de cada grupo utilizar la propaganda como mejor le convenga, pero no deja de ser llamativa la generalización para dividir y fanatizar a sus seguidores. Perú no es un paraíso en seguridad y tampoco vamos a justificar ni ignorar la violencia que sufren las mujeres o las personas en general. Lo que resulta cuestionable de este slogan es que es el resultado de una teorización feminista que denuncia la presencia de “una cultura machista de violación que legitima, minimiza, ignora y fomenta las agresiones sexuales contra las mujeres”. Es increíble el salto lógico que realizan las académicas feministas. Puede que exista esa cultura machista, pero lo que se critica es la generalización. ¿Se puede afirmar tan a la ligera que la sociedad peruana es patriarcal y machista o debería precisarse que existen ciertos subsistemas de la sociedad peruana en los que podría predominar o estar presente el tipo de organización patriarcal y la cultura machista? ¿Acaso se fomenta la “cultura machista de la violación” en los colegios, en las instituciones del Estado, en las empresas o espacios públicos? Parece ser más un fenómeno de ciertos subgrupos que una cultura institucionalizada. La propaganda feminista ha sido muy efectiva para poner en agenda ciertos temas importantes, pero lo ha hecho a un precio alto: politizar y polarizar a ciertos grupos de mujeres, además de hacer creer que para ser feminista debes ser de izquierda. 

 

4. Más probabilidad de morir por ser mujer

 

La versión feminista de la violencia afirma que debido a que las tasas de feminicidio aumentan alarmantemente en Perú, la probabilidad de que te maten en nuestro país, si eres mujer, aumenta. Si bien las tasas de feminicidio han aumentado, es poco probable afirmar que hay mayor probabilidad de que te maten por ser mujer en nuestro país. Parte de este mito se debe a la propaganda feminista y a los distintos estudios al respecto. Sin embargo, si uno revisa los datos, la misma PUCP, cuna de estas investigaciones, cita al SINADEF y muestra cómo el 2025, los hombres ocupan la mayor cantidad de muertes en Perú. La realidad es que hay más probabilidad de que te maten en Perú si eres hombre. Pero esto no se trata de una competencia entre quiénes mueren más, sino sobre la protección de las personas y de sus vidas independientemente de su género. 

 

5. Agro sí, mina no 

 

La tendencia antiminera se inició en Perú en el siglo XXI con los gobiernos de Alan García y de Ollanta Humala. Los conflictos sociales ya existían, basta recordar el Arequipazo como respuesta al intento de privatizar el agua, pero la cruzada contra la minería formal se hizo manifiesta luego de los casos de Tía María y Conga. El caso de Tía María, el proyecto minero impulsado por la compañía Southern Copper Perú, causó revuelo por el tiempo que ha sido demorado (cerca de 30 años desde que se inició la exploración minera), por los diferentes mitos que se crearon alrededor del proyecto, por las tensiones con los pobladores del Valle del Tambo y por la revisión del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de la minera. Inicialmente, el proyecto consideró la obtención de agua del río Tambo, lo cual generó rechazo y el inicio del uso del slogan “Agro sí, mina no”. Hubo conflictos sociales con muertes y heridos. Con el paso del tiempo, la empresa reconsideró el EIA y se realizaron las modificaciones necesarias para no usar dicha fuente de agua ni las aguas subterráneas y optar por construir una planta desalinizadora para emplear agua de mar. A pesar de ello, el slogan “Agro sí, mina no” ha seguido presente y este año, que debería iniciar la construcción del proyecto, se especula sobre posibles manifestaciones en contra. Lo cierto es que el proyecto Tía María en su estado de construcción y sobre todo cuando esté operativo incrementará el PBI del país de manera considerable, además de que generará más de 9 mil puestos de trabajo. Desde un enfoque postnatuarlista el beneficio obtenido por la explotación minera supera con creces el estado actual de la producción del valle del Tambo. Pero tampoco es necesario recurrir al postnaturalismo, pues la modificación del EIA deja en evidencia que esta vez agro y mina irán de la mano sin perjuicio de nadie más que de los azuzadores que viven de este tipo de protestas.

 

6. Castillo fue vacado por racismo 

 

Otro mito progresista narra la vacancia de Pedro Castillo por motivos raciales y clasistas. En su afán de preservar el poder político lejos de las manos de personas campesinas y rurales, las élites peruanas habrían empleado su maquinaria propagandística para discriminar a Pedro Castillo hasta dejarlo fuera del poder. La verdad es completamente distinta. Pedro Castillo fue vacado por su incapacidad moral, una figura política en la que se incluyeron razones de diversa índole que atentaban contra la investidura presidencial y contra el buen gobierno: su evidente ineptitud, su participación en los casos de corrupción (Casa Sarratea, sobrinos, asesor), sus vínculos con Fenate-Movadef y, principalmente, por haber cometido un golpe de Estado el día 8 de diciembre del 2022. Decir que Castillo fue discriminado es solo una excusa para ocultar lo terrible que fue su (des)gobierno. El factor racial pudo tener relevancia en ciertos momentos de nuestra historia, pero hemos tenido presidentes de distintos orígenes étnicos y sociales. Entre estos personajes de origen humilde y provinciano Andrés Avelino Cáceres, Luis Miguel Sánchez Cerro o Alejandro Toledo llegaron a ocupar la presidencia en tres contextos completamente distintos de la historia peruana. El problema con Castillo no fue su origen, sino su estupidez e incompetencia. 

7. Alan García y los nativos como ciudadanos de segunda categoría 

 

 

En el segundo gobierno de Alan García ocurrió un hecho que cambiaría la forma de proceder del Estado peruano frente a los conflictos sociales: el Baguazo. El año 2009 el Congreso promulgó dos decretos legislativos para facilitar la minería, uno de ellos permitía la explotación sin consultar a la población nativa propietaria del territorio en el que se ubique. La medida causó rechazo entre los nativos quienes desde el 26 de mayo del 2009 se reunieron en la Cordillera del Cóndor para protestar y bloquearon la carretera. Hubo un enfrentamiento entre policías y nativos con un saldo de 33 personas (23 policías, 5 indígenas y 5 pobladores de Bagua) según la Defensoría del Pueblo. En este contexto, en una entrevista al entonces presidente Alan García sobre las protestas, este respondió a favor del orden y dijo: “Estas personas no tienen corona… no son ciudadanos de primera clase… 400,000 nativos no pueden decir a 28 millones de peruanos: tú no tienes derecho a venir aquí”. Rápidamente se descontextualizaron las palabras de García y se le acusó de referir que los nativos eran ciudadanos de segunda categoría, cuando en realidad lo que afirmó fue la igualdad entre todos. Ni los nativos ni nadie en nuestro país tienen privilegios. 

La izquierda progresista nunca pierde la oportunidad para victimizarse ni deja pasar la posibilidad de instrumentalizar reclamos legítimos o eventos infortunados para obtener provecho político. Esta pequeña lista de mitos progresistas no ha cubierto todos los casos, pero expone cómo la narrativa es importante para formar a toda una generación. Esperemos que alguien se tome el trabajo de escribir una versión peruana de mitos progresistas. Es momento de desafiar su predominancia en la academia y empezar a escribir la historia como se debe.

Piero Gayozzo
14 de octubre del 2025

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