Iván Arenas
Este es un gobierno malo, pero es mi gobierno
Estamos ante el peor gobierno de los últimos 30 años

Cuenta una vieja leyenda marxista que en una de las últimas manifestaciones a favor de Allende, se destacó un hombre “humilde” que llevaba un letrero en el que se leía: “este es un gobierno de mierda, pero es mi gobierno”. Otros dicen que el mismo Allende, orgulloso, bajó a saludar a ese hombre. Nadie duda que la frase, el hombre y la manifestación fueron reales; del saludo, no se sabe.
No obstante que Castillo no es Allende –existe una abismal diferencia–, a estas alturas desde el Gobierno de izquierda es altamente probable que sepan que no lo están haciendo nada bien y que es mejor morir matando que marcharse por la puerta falsa con serias acusaciones de corrupción. Así, es altamente probable también que en su discurso del 28, Castillo pretenda insistir en la convocatoria a la asamblea constituyente.
Asimismo, todo indica que en el Gobierno saben bien que casi el 80% de peruanos desaprueba su gestión; sin embargo, ello no es problema porque les basta el 20% “duro”, una minoría activa que se arroga la “representación popular” y hablará siempre en nombre del “pueblo”. Es precisamente este 20%, esta minoría activa a la que se dirige Castillo en sus visitas a las regiones y a las que aviva con un relato de ellos contra nosotros, de “Lima contra las regiones”, de “los zánganos contra el profesor humilde”. Por supuesto, ese 20%, esa minoría activa, podría fácilmente levantar un letrero que diga que este “es un gobierno de mierda, pero es mi gobierno”.
Así, Castillo se prepara para una huida hacia adelante. En las semanas previas ha convocado a cientos de dirigentes sociales, se ha reunido con las rondas, ha ido al sur, al norte con sus gabinetes descentralizados. No deja de hablar de eficiencia, de obras, sino para promover y agitar el relato anti establishment desde el propio Ejecutivo.
Estamos ante el peor gobierno de los últimos 30 años y ante un presidente inepto, además de desinformado, con poco roce cultural. Todo ello es cierto, pero el tipo es presidente y ha resistido casi un año. El relato, esa narrativa del humilde frente al blanco –capitalista, derechoso– es potente. Ese relato, sumado al antifujimorismo pasional, cerril y militante que organiza la política desde hace casi tres décadas es capaz de poner al menos capacitado al frente del Estado.
Castillo no gobierna con encuestas, gobierna con su 20%, con su narrativa y su minoría activa. Y tiene además un aliado: la incapacidad de una oposición sin liderazgo claro, sin programa y sin proyecto político, sin un horizonte de orden, amplio, popular y plebeyo. Castillo tiene probablemente una de las más débiles oposiciones de las últimas décadas.
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