Piero Gayozzo
Comentarios para el estudio del fascismo en el Perú
Cinco propuestas para analizar la historia del fascismo en nuestro país

Muchos simpatizantes o miembros de izquierda no dudan en catalogar a sus adversarios políticos de fascistas o “fachos”. Cualquier miembro de la derecha –ya sea un conservador-religioso como Rafael López Aliaga, una populista neoliberal como Keiko Fujimori o un liberal a carta cabal como Mario Vargas Llosa– siempre que se manifieste contra sus intereses será catalogado como fascista. Algo similar ocurre con los más recalcitrantes exponentes del libertarismo, para quienes el fascismo es una fórmula colectivista, por lo tanto, una manifestación de la izquierda política. Ambas perspectivas están erradas. Si es así, entonces es posible preguntarnos si hubo fascismo en Perú.
Como no podía ser diferente, el fascismo hizo su aparición en Perú en los años treinta, una década marcada por el fervor político a nivel local e internacional. Por aquellos años la proliferación de agrupaciones comunistas y fascistas fue algo común en muchos países. Con una Italia que, desde los años veinte, seguía el credo fascista y pretendía devolver al país la gloria perdida, y una Unión Soviética que despertaba admiración por el acelerado tránsito de una sociedad feudal a una industrializada bajo el ideario marxista, los intelectuales de la época se vieron rápidamente inspirados por estas ideologías. El Perú no fue ajeno a dichas corrientes; por ello, ante la abundante propaganda y la fascinación que despertó el fascismo, resulta pertinente ofrecer notas que contribuyan al estudio del fascismo en el contexto peruano.
Primero. Tomar en cuenta que el fascismo es una ideología política con sustancia propia. Por algún tiempo sus ideas pudieron parecer ineludibles en los estudios especializados. Así, más allá de los esfuerzos de la academia marxista que pretendía igualar fascismo a “instrumento del capitalismo”, el trabajo de Gilbert Allardyce, quien rechazó al fascismo el estatus de ideología política, reflejó claramente esta tendencia. Sin embargo, en años más recientes, el análisis de esta ideología ha permitido rastrear su naturaleza, ya sea a partir de definiciones maximalistas o minimalistas. En este grupo existe cierto consenso sobre el fascismo como perteneciente a un conjunto de ideologías agrupadas dentro del rótulo de “terceras vías”. Debido a su énfasis en la unión de clases a través del componente nacionalista y de la autoridad del partido, el fascismo propuso un sistema socio-político alternativo a la imperante democracia liberal y a la popular socialización marxista de las relaciones de producción.
Segundo. Identificar la aproximación más apropiada. En nuestro país el fascismo puede estudiarse a partir de cinco aproximaciones: por su procedencia, por su origen socio-económico, por la actividad de sus adherentes y movimientos; por su devenir transhistórico y respectiva evolución ideológica y por su dimensión cultural.
- Procedencia. Lo primero es distinguir entre fascismo en Perú y fascismo peruano. El primero hace referencia a cómo se organizaron las colonias extranjeras para formar células simpatizantes, adheridas en ocasiones, a sus respectivos gobiernos fascistas. Los trabajos de Orazio Ciccarelli sobre la perspectiva de los diplomáticos italianos en Perú o el de Vargas Murillo sobre cómo se organizó la colonia italiana en Tacna sirven de aproximaciones al fascismo italiano en Perú. El trabajo de Martínez-Flener explora la tensión entre el gobierno austriaco (la anexión de Austria todavía no se había realizado, fue en 1939) y los simpatizantes nazis en Perú por organizar a la colonia de origen germano en nuestro país. Distinto a estas células también hubo fascismo local.
- Origen socio-económico. Este enfoque fue popularizado por Ignacio López Soria en la célebre antología “El pensamiento fascista” publicada en 1981. López Soria dio uno de los primeros intentos de analizar el desarrollo del fascismo en Perú. Su principal contribución radica en la diferenciación que hace del origen socio-económico de los principales pensadores y movimientos fascistas peruanos. Por un lado, ve en José de la Riva Agüero el exponente de un fascismo de origen aristocrático; por otro, en el trabajo de Raúl Ferrero Rebagliati, la cúspide del fascismo mesocrático. Finalmente, identifica al partido de masas, la Unión Revolucionaria y a su líder Luis Alberto Flores Medina, como pertenecientes a un estrato popular, por su pertenencia e identificación con las clases bajas y obreras.
- Actividad. Otra forma de estudiar el fascismo en Perú está vinculado a la actividad que desempeñaron los individuos o asociaciones fascistas. Podemos distinguir políticos, entre ellos Luis Alberto Flores Medina (candidato presidencial en las elecciones de 1936), José de la Riva Agüero (destacado como Premier del gobierno de Benavides) o Manuel Mujica Gallo (secretario de la Unión Revolucionaria). Propagandistas, como Carlos Miró Quesada, quien llegó a publicar un libro sobre los escritos de Mussolini, y Felipe Sassone. Ideólogos, como es el caso de Raúl Ferrero Rebagliati, cuya tesis doctoral “Marxismo y Nacionalismo: El Estado Nacional Corporativo”, es quizás el trabajo ideológico fascista peruano más elaborado y completo del siglo XX. Partidos políticos, como la Unión Revolucionaria, que ha sido ampliamente explorado por el sociólogo Tirso Molinari, y cuya organización partidaria también ha sido motivo de algunos estudios, uno muy interesante realizado por Paulo Drinot. Finalmente, la breve organización “Legión Peruana” que existió en los años 30 y que, aunque no ha sido ampliamente estudiada, contó con la participación ideológica de Ferrero Rebagliati. En el siglo XXI sería válido preguntarse ¿existe algún proyecto de influencer o promotor en redes sociales del fascismo? Al menos dos páginas podrían calzar en ese rol: Faz del Perú y Vanguardia Peruanista.
- Devenir y evolución ideológica. El caso paradigmático de partido político del fascismo histórico peruano es la Unión Revolucionaria, mientras que el trabajo de Ferrero Rebagliati el ideológico. Sin embargo, si el fascismo es una ideología política, sería un error pensar que no pueda evolucionar o que no sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. En efecto, aunque en Perú el fascismo urrista quedó como un recuerdo de los años 30 debido a la persecución que sufrió en manos de Benavides, el exilio de su líder hasta 1945 y la fragmentación interna en los años posteriores, mientras que Ferrero Rebagliati abandonó para finales de la guerra sus ideas fascistas, el fascismo peruano tomó formas diversas en los años de posguerra. Por un lado, en los años ochenta se gesta el movimiento etnocacerista en el seno del Ejército Peruano, el cual recién fue público en los alzamientos de Locumba y Andahuaylas. Movimiento que lidera Antauro Humala y cuya tradición ideológica no se remonta al fascismo paradigmático, sino que se nutre de la tradición indigenista peruana y termina por reivindicar una suerte de nacionalsocialismo andino. Por otro lado, el movimiento juvenil Acción Legionaria (2013-2016), el cual intentó revivir el legado de la Unión Revolucionaria y la memoria de Sánchez Cerro. Para mayor precisión sobre estas distinciones revisar un artículo que publiqué el 2024.
- Dimensión cultural. Como toda ideología el fascismo es portador de perspectivas y expresiones culturales. Con respecto a los años treinta sería bueno preguntarse si hubo artistas locales que se adscribieron al futurismo italiano o alguna manifestación arquitectónica o artística en general de los fascismos de la época. Otra manifestación cultural es evidente en Un fascismo cultural en las aproximaciones pedagógicas del Colegio Raimondi de aquellos años o en la inspiración que los gobiernos fascistas prestaron en ciertas formas de organización social locales, como se evidencia en algunas políticas de Benavides. Actualmente podríamos agregar una nueva vertiente en redes sociales y producción de memes que compartan la cultura fascista peruana. ¿Son, además de Faz del Perú y Vanguardia Peruanista, los cuales son evidentemente fascistas, las páginas Imperivm y Nacionl-Mototaxismo nodos de una constelación de espacios de internet que propagan el fascismo en términos culturales?
Tercero. No demonizar a los demás. Esta es una recomendación que Roger Griffin ofrece para todo estudioso del fascismo. Y que es de suma importancia para estudiar el fascismo en el Perú, o cualquier ideología. Se ha vuelto casi una moda denunciar de fascista a cualquiera que se oponga al progresismo actual o a la agenda política izquierdista. El estudio de una ideología requiere neutralidad para no terminar haciendo propaganda de algún tipo. Debido a las antipatías y a la necesidad de denunciar al que piensa distinto, se han llegado a conclusiones erradas y a una obsesión con el término fascista.
Cuarto. No forzar vínculos entre fascismo y la derecha u otras expresiones políticas. Un error común en los estudios locales de fascismo. Con respecto a agentes históricos se ha tildado de fascistas a Víctor Andrés Belaunde, al partido Acción Patriótica, fundada por Riva Agüero, u Óscar R. Benavides. Belaunde fue un autor conservador y cristiano, de ahí que haya explorado el corporativismo católico (Congreso funcionalista) como dispositivo político en su obra. Acción Patriótica intentó reunir a toda la derecha, incluidos fascistas y no fascistas, en un frente único para las elecciones de 1936. Mientras que Óscar R. Benavides tuvo alguna cercanía a la Italia fascista y sus políticas respondieron a estrategias populistas para deslegitimizar y minar la simpatía de las masas populares por los partidos Unión Revolucionaria y el APRA. Con respecto a políticos contemporáneos, Ubilluz Raygada, Castillo-García y Martín Tanaka, no han dudado en vincular a López Aliaga o al fujimorismo con el fascismo. En el caso peruano no debe confundirse el linaje político cristiano-conservador con el fascismo, a pesar de que en los años treinta Ferrero Rebagliati intentó hacerlos comulgar y complementarse. Lo importante para estudiar el fascismo peruano es trazar bien los linajes ideológicos y evitar igualar todo populismo, dictadura o expresión nacionalista con él.
Quinto. La poca influencia del fascismo actual. Más allá de la propuesta de Acción Legionaria, el fascismo peruano de los años treinta no ha tenido un legado tan profundo como el que sí tuvo Mariátegui y su trabajo en el marxismo e indigenismo locales (tal fue su influencia que llegó a inspirar a Abimael Guzmán para nombrar Sendero Luminoso a su agrupación terrorista). Con respecto al fascismo no existen organizaciones políticas multitudinarias que sean posteriores a los años 30 que se hayan inspirado o hayan incorporado las ideas, formas de comprender la nación o preocupaciones contextuales del fascismo de antaño de manera explícita. En términos ideológicos, el fascismo en Perú se convirtió en un paria histórico. Mayor ha sido la presencia de la Acción Católica de los treinta en las organizaciones políticas de posguerra, como el Partido Demócrata Cristiano de Cornejo Chávez, o el Partido Popular Cristiano, de Bedoya Reyes. La única salvedad es el etnocacerismo, el cual posee un núcleo duro alrededor de Antauro Humala y una forma sui generis de fascismo peruano.
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